martes, 24 de julio de 2012

The Awaken, Anexo 3

Ya este es el último anexo en una temporada os lo juro >___< EL PRÓXIMO CAP SERÁ EL QUE TANTO ESPERAIS!!! Pero antes tenía que publicar esto ^-^ En fin, os dejo un par de sorpresitas en este cap >o< una de Castiel otra de Lysandrito *O* jojojojo
Espero que os guste!!

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Eran casi las 12 y Castiel no había venido todavía. ¿Dónde se había metido? Cogí mi móvil y le dije a las chicas que esperasen. Mierda, si la cosa seguía así mis planes saldrían torcidos. Apreté el móvil con fuerza, estaba empezando a mosquearme.
Me puse a preparar algunas cosas para comer, si íbamos a ver una peli o algo no podían faltar tentempiés. Además cocinar me relajaba. Mire un momento a Sunset quien estaba esparramada en el sofá leyendo. Esta chica no se leía los libros, se los bebía.

Cuando conseguí calmarme alguien golpeó la puerta. Solté todo lo que tenía en las manos y corrí para abrir. Por fin el pelirrojo había llegado.
Sin saludar siquiera allanó mi casa y se fue para el salón. No era la primera vez que nos visitaba. Pero el muy idiota parecía que nunca aprendía que tenía que entrar con cuidado. En cuanto puso un pie en el salón, Sunset  saltó sobre él agarrándosele por el cuello sin soltarlo.  Casi lo estrangula del ímpetu.

-¡Sunset me está mojando con el pelo joder, suéltame!- Castiel estaba intentando librearse de los brazos de mi amiga pero no pudo. No me había dado cuenta pero ella acababa de salir de la ducha, y esa melena que tenía sino se la secaba iba mojándolo todo. Bah, el pelirrojo se lo merecía.

Estuve riéndome de la escena hasta que me di cuenta que Sunset estaba en bragas y una camisetilla vieja. “La madre que la…” ¿Cómo podía ir así?
-¡Ponte algo de ropa maldita sea! – los conseguí separar y le hice señas a mi amiga para que se fuera a ponerse algo. Castiel mientras tanto intentaba recuperar el aire.
- Pero si mis pantalones son igual de largo que mis bragas – se quejó mi compañera ante mi actitud de madre neurótica.
- Te lo advierto, o te vistes o te dejo sin cena – cuando dije aquello sí que parecí su madre. Pude ir como Castiel se reía a nuestras espaldas.

Sunset puso morritos de gatito enfadado y se fue a su habitación. No sin antes mover su melena de manera que acabó salpicándonos en toda la cara a mí y al pelirrojo, que si ya antes lo había mojado, ahora aún más.
Después de sacarnos el agua de la cara, nos sentamos en unos sillones del salón comenzamos a tratar el tema que realmente importaba.

-Tengo que pedirte un favor Nacu – entrecerré los ojos curiosa. Por lo general Castiel era de todo menos educado. Asentí con la cabeza para que continuase y esperé que no fuese algo demasiado utópico. – Necesito que me pongas en la misma habitación que Nath.
Dijo aquello con tal seriedad que me sorprendió. Aún así lo que me estaba pidiendo no era ninguna tontería. Todos sabemos por qué quería compartir habitación con el rubio, y no iba a ser yo la que se lo entregase en bandeja.
-Castiel entiende mi situación, ¿Cómo se que no intentarás atacarlo? Quiero decir, estaría encantada de que salieseis y eso pero… no quiero que Nath pase un mal rato. Tienes que respetar su decisión. – sí, aquellas palabras habían salido de mi boca. Una cosa era leer una historia ficticia donde los protas forcejeen y al final el seme lo tome a la fuerza. Pero la vida real era distinta.
- No voy a hacer nada que él no quiera – de nuevo sus ojos brillaban cargados de sinceridad. Supongo que tendría que confiar en él. Ojala todo saliese bien.
- De acuerdo, ¿y Lysandro? ¿Lo dejo solo? – pregunté de mala gana, ahora iba a tener que dejar a mi pobre albino solo.
- No creo que le importe, sino ya sabes, le haces una visita nocturna – me dedicó una sonrisa burlona y se acomodó en el sofá, más relajado ahora que había accedido a su petición. No pude evitar reírme cuando dijo aquello, me sonaba tan estúpido.
-Teniendo en cuenta a quien tiene no creo que quiera cambiarlo por mí … - joder, se me había escapado. Yo y mi gran bocaza.
-¿Tú sabes lo de Lysandro? – Castiel estaba atónito, no sé si era por el hecho de que lo supiera o porque lo había aceptado sin problemas. En cualquier caso no quería seguir con el tema.

Ambos permanecimos en silencio un rato sin saber que decir o que hacer. El ambiente cada vez era más incomodo. Por fortuna, pronto aparecería mi salvadora.
-Oye Cas, ¿no te gustaría compartir una habitación conmigo? – Sunset estaba detrás de susurrándole al oído a Castiel, quien no pudo evitar ponerse de pie de un brinco y alejarse de sofá. – Se que te impresiona primero ver mi cuerpo semi desnudo y luego escuchar mi dulce voz tan cerca, pero contrólate, que hay gente mirando.
Las dos nos empezamos a reír de la actitud del pelirrojo que empezaba a desesperarse de nosotras, pero Castiel  no era tan fácil de incordiar. Este devolvía los ataques.

- Sabía que todo esto era una trampa para apoderaros de mi cuerpo – afirmó inconsciente de que eso tenía parte de verdad, solo que él no lo sabía, Aún. Creyendo que había ganado el asalto se fue hacia la puerta.
- Cas, ¿qué haces? ¿ya te vas? si todavía ni he empezado a acosarte – Sunset corrió hacia la entrada y alcanzó al pelirrojo que estaba a punto de marcharse.
-¿Pero tú has visto qué hora es? No quiero dejar a Demonio más tiempo en casa solo – el amor de Castiel hacia su perro llegaba a ser obsesivo. Pobre chico, había estado mucho tiempo solo. Mientras Sunset parecía estar riéndose de lo que había dicho pero disimuló para que Castiel no se enfadase.
-Oye Cas,  me han dicho que en mi cama hay otro tipo demonio...no sé si me entiendes  - Sunset volvió a la batalla verbal contra el pelirrojo. Ver a estos dos hablando era un espectáculo eso estaba claro.
- Lo siento, pero voy a tener que rechazar tu generosa oferta por hoy- le dedicó una sonrisa picarona y se giró de nuevo hacia la puerta. – Y lo de Demonio iba en serio.
-¡PERO NO TE VAYAS, QUE AQUÍ TENEMOS ESTO! – Sunset se agachó un momento y cogió algo del suelo. Tengo que admitir que aquello me sorprendió. Había cogido a su gata Kya y ahora se la estaba achuchando a Castiel en toda la cara.
-¡APARTA ESA BOLA DE PELO DE MI CARA! – gritó histérico mientras trataba  de alejar los brazos de Sunset de él sin tocar a Kya. Su cara era buenísima; una mezcla entre pánico asco y yo que sé que más. Yo me estaba descojonando.

Entretanto abrí la puerta principal y permití que entrase toda mi caballería.
En primer lugar Kim, Daliana y Gemma se tiraron sobre Castiel para poder inmovilizarlo. Una vez neutralizado Natilyn y Audrey cogieron una silla y lo ataron a ella. Por supuesto el pelirrojo intentó escapar con todas sus fuerzas y nos insulto de todas las formas posibles, pero contra nueve no podía hacer nada. Iruchi y Dawnie intentaron calmarlo, claro que si mientras tanto Kazu y Tannya estaban echándole fotos, iba a ser complicado.
Yo y Sunset observábamos la escena, y lo único que se me ocurrió pensar fue que donde se habían puesto el pijama, quiero decir, todas entraron ya listas para la fiesta y no creo que se hubiesen cambiado en la calle.

-Nacu, misión cumplida – me dijo Gemma con una sonrisa en la boca. Antes de que pudiese decir nada, ellas empezaron su propio dialogo.
-Oye ¿Castiel va a pasar la noche con nosotras? – preguntó Daliana midiéndose el labio inferior.  Más de una se tapó la nariz a riesgo de sufrir una hemorragia nasal.
-Si se queda yo me lo pido de almohada – intervino Kim medio riéndose por su propio comentario.
-De eso nada, yo también lo quiero – dijo Tannya poniendo morritos.
- Chicas la noche es larga, podemos tenerlo todas – Dawnie intentó hacer de intermediaria pero la cosa era delicada, teníamos al sexy pelirrojo atado y eso… eso era una oportunidad única.
-Tampoco pasa nada si nos lo quedamos una semanita ¿no? Total, Castiel no va mucho a clase – vaya, le faltó tiempo a Natilyn para soltar una burrada, tentadora, pero una burrada. Pude ver como el pelirrojo estaba cada más pálido y me miraba con ira. Este no volvía a mi casa, eso seguro.
-Qué bestia Natilyn, pobrecito… - comenzó a decir Kazu – yo me lo pido el viernes.
-Pues yo me lo pido el sábado que no están mis padres – especificó Audrey con ímpetu. No me podía creer que lo estuviesen diciendo en serio.
- Eso no vale, yo también lo quería el sábado. Mejor lo hacemos por sorteo – cuando Iruchi dijo esto ya me plantee intervenir. Lo próximo sería con que parte del cuerpo de Castiel se quedaban.
- A ver chicas no desvariéis, ya sabéis para que es esta reunión así que nada de sueños estúpidos ¿ok? – concluí dando por finalizada la conversación anterior. Además estaba viendo como Sunset se ponía en posición de ataque por su pelirrojo y eso si que era peligroso.
Pusimos a Castiel frente a la tele y nos sentamos todas las del club alrededor para poder ver también.

De repente escuchamos en sonido de una silla que se estaba arrastrando. Todas nos giramos rápidamente y vimos como Sunset intentaba llevarse a Castiel a su habitación.

-Hola, he visto que estaba en una corriente de aire y he dicho…Pobrecillo, no se vaya a resfriar ahí – todas la miramos con los ojos entrecerrados ante su triste escusa, hasta el pelirrojo miró así a su nueva secuestradora - Venga, va a aprender más conmigo en una noche que en una semana con vuestros videos.
Desgraciadamente, lo que decía Sunset seguramente sería cierto. Pero me negué en rotundo.
-¿Quien ha dicho que yo tenga algo que aprender? ¿Y quién ha dicho que lo vaya a aprender con vosotras?- por primera vez el prisionero intervino dejando clara su experiencia, pero por muy experto que fuese nunca había estado con un hombre y de eso estábamos todas seguras.

Daliana y Natilyn recuperaron a Castiel, pero esta vez Kim propuso que lo atásemos a un sitio más seguro. Conclusión; lo atamos a la mesa. Gemma dijo que aquello parecía más un rito satánico que una quedada para ver Yaoi pero la verdad es que nos importaba poco. Teníamos al pelirrojo, era suficiente.
-Lo siento Cas, lo intenté- Sunset le dio un par de palmaditas en el hombro a Castiel y volvió a su habitación a seguir leyendo.

Pusimos un DvD de Junjou Romantica que Kazu había grabado para la ocasión. Todas disfrutamos de una agradable serie Yaoi que era ya un clásico.

Al cabo del rato Dawnie y Tannya comenzaron a jalarme de la manda del pijama. Justo en el momento de todo el “asunto”. Me giré y ambas me hicieron un gesto para que guardara silencio y señalaron a Castiel.
Casi me desangro allí mismo, Kya se había escapado de la habitación de Sunset y ahora estaba sobre el pelirrojo acomodándose en su falda ronroneando. Aunque lo mejor fue la cara de él, se estaba  mordiendo el labio inferior con una cara de asco subliminal. Encima como estaba maniatado no podía quitársela.
Lo lógico hubiese sido quitarle la gata (que se había quedado dormidita) de encima, pero la idea de Audrey me gustó más. Esta se dirigió a su mochila y sacó una cámara de fotos la para poder capturar la escena. De nuevo, habíamos conseguido un buen material para el club.

Entre que acabábamos de torturarlo una cosa y otro, se acabó el primer DVD.  Le di el segundo a Iruchi y ella se encargó de preparar el siguiente mientras yo iba a preparar algo de comer.
Me pellizqué la frente varias veces sin saber que preparar, tenía algo listo pero éramos demasiadas. Pregunté si alguien quería ayudarme pero todas se pusieron a mirar hacia otro lado evitando contestar. Sunset se acercó pero le dije que se fuera, tenerla en la cocina era un peligro.

-Yo te ayudo, si me desatas claro – las palabras de Castiel eran dudosas. Estuve meditándolo un rato y todas me observaron en silencio esperando una respuesta. Terminé soltándolo; era demasiada comida para hacerla yo sola.

Una vez tuvo las manos libres, nuestro prisionero pelirrojo trató de quitarse la bolita de pelo que se le había quedado dormida encima. Le dio unos golpecitos pero ni se movió. Cansado de que la gata lo ignorase terminó empujándola y haciendo que se cayese de sus piernas. Y como Kya tiene tan buen despertar, se enfadó y le arañó la mano.
-¡Me cago en tus muertos jodida bola de pelo! – Castiel retiró la mano rápidamente y se miró la herida. Eso le pasaba por molestar a una gata. Intentó cogerla pero Kya salió corriendo y se puso en los pies de su dueña que no tardó ni un segundo cogerla entre sus brazos.

Sunset la acarició lentamente mientras le dedicaba al pelirrojo una mirada asesina.
-Pareces la mala de un cuento – concluyó Castiel desistiendo en la captura de la gata.
- Que sepas que has perdido tu oportunidad de acostarte conmigo esta noche, Cas – todas se sorprendieron con las palabras de Sunset menos yo. Ya sabía que nadie podía decir nada malo de Kya, ni Castiel siquiera.

Mientras todas mirábamos a Sunset el pelirrojo aprovechó para huir por la puerta principal. Error, ya había echado la llave. Nervioso cambió el rumbo y se encerró en unas de las habitaciones de la casa, en mi habitación concretamente.

Me acerque con tranquilidad a la puerta que por supuesto él estaba bloqueando desde el otro lado.
-Castiel escúchame, no enciendas la luz ¿vale? Hazme caso. Es por tu bien. – por supuesto diciendo aquello no estaba intentando que saliese. Solo quería evitar que no le diese un ataque.
Pero como el muy imbécil es como es, ignoró mis palabras y encendió la luz. Segundos más tarde dio tal grito que seguro que había despertado a todos mis vecinos.
Abrí la puerta y me lo encontré pegado a la pared pálido como el yeso. Los había visto. Si, a mis queridos Angelo y Chaos. Mis dos Bjd que tenía sentados en un sillón. No entendía porque  a la gente le daban tanto miedo.

Sunset se apiadó de él y le abrió la puerta principal dejando que se fuese.
-Entiendo cómo te sientes Cas – le dijo antes de que el pelirrojo se fuese – a mí me hace sacarles fotos. Por cierto, con esto me debes otra noche de sexo desenfrenado.

Castiel se fue y perdimos nuestro juguete, fue divertido mientras duró.
Pero antes de reunirme con las demás me quedé un rato abrazando a mis queridos muñecos, los pobres, tener que soportar aquello era un insulto. Todas me miraban con cierto miedo desde el pasillo hasta que Sunset cerró la puerta de mi habitación dejándome a oscuras con mis amados dolls. “Dejadla con su demencia” creo que dijo.

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Narrador Omnisciente;

Castiel estaba sentado en uno de los bancos del patio fumándose un cigarro. Normalmente no lo haría en aquel lugar, tan a la vista, y mucho menos a esa hora de la mañana. Pero el secuestro de la noche anterior y el asunto de la excursión cultural le habían hecho perder los nervios.

-¿Qué haces aquí? Se supone que tenemos clase – una melodiosa voz lo sacó de sus pensamientos y se sentó junto a él.
- Lo mismo va para ti Lys, - dio una última calada y tiró el cigarro al suelo apagándolo con el pie. – No me siento con ánimo para aguantar al gilipollas de inglés. Tengo cosas más importantes en las que pensar.

Ambos se quedaron en silencio. Muchas de las veces que estaban juntos no necesitaban decirse nada. Quizás por eso habían llegado a ser tan buenos amigos.
-Nacu me ha dicho lo de las habitaciones, a mi no me importa. Pero ella tiene razón, debes ser cauto. – aunque Lysandro no cambiase su expresión estaba realmente preocupado, pero eso solo eran capaces de verlo algunas personas.
Castiel se rió un poco, en el fondo sabía que sus amigos estaban en lo cierto. Él tampoco quería cagarla.

-Lys, Nacu sabe lo tuyo con… bueno, ya me entiendes – el pelirrojo miró a su amigo, le costaba mucho decirle eso, cuando él se enteró apenas podía creérselo. Era su secreto y ahora Nacu también lo sabía.
-Ah… ya – Lysandro bajo la vista un momento pero estaba bastante relajado, demasiado.
-¿Lo sabías? Joder tío, ¿Sabes el susto que me había dado? No sabía cómo decírtelo… ¿Cómo se enteró? ¿Te espiaba? Porque no me extrañaría. – Castiel estaba enfadado, nunca comprendía como ella se enteraba siempre de todo. Claro que lo que de verdad le molestaba era que su amigo no se lo hubiese dicho.
- Nacu fue un día a la tienda, va muy a menudo, pero ese día era un poco tarde y … pensamos que ya no vendría nadie. Ella nos vio. Vino a comentármelo al día siguiente, no parecía extrañarle nada de hecho, estaba contenta. – el albino tenía una sonrisa nostálgica en el rostro. No le gustaba que sus amigos se vieran involucrados en sus problemas, no quería molestarlos.
- Vaya, yo pensaba que le gustabas, que chica más rara. ¿Vas a confiar en ella? – Castiel se relajó un poco, aún estaba un poco frustrado pero eso era por otro motivo con el pelo más rubio.
- Sabes que podemos confiar en ella Castiel, en cualquier problema que hemos tenido ella nos ha ayudado, y tú lo sabes mejor que nadie. – ahí Lysandro tenía razón, pero no solo podían confiar en Nacu, Sunset también estaba siempre ahí. Sin que ambos se diesen cuanta, habían hecho dos amigas muy importantes.


domingo, 22 de julio de 2012

The Awaken, Anexo II

¡No me mateis! Pero tenía que publicar un par de anexos antes de publicar la última parte del cap siete. Mañana intentaré tener el siguente anexo para que podamos volver cuanto antes a la historia. Además, ya hacía mucho que no ponía ningún anexo.Como recompensa os he dejado un regalito en la parte final de esta cap, os va a gustar seguro. jojojojojo


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Lo primero, esta no es la historia que estáis esperando. Pero antes de seguir con la historia principal deberíais sabes un par de cositas de nuestros chicos. Y solo yo os lo puedo contar.


----Narradora yo;

Esto ocurrió unos días antes de la excursión escolar, era miércoles si mal no recuerdo. Ese día era especial; teníamos dos miembros nuevos en el club.
Se suponía que tenía que darme prisa al salir de clase pero me fue imposible, mi última clase había sido historia y para variar me quedé hablando un rato con el profesor Farrer. (¡No puedo evitarlo! Además me da pena porque todo el mundo sale corriendo y yo soy de las pocas que le hace caso.)
Total, entre una cosa y otra media hora tarde. Me iban a matar.

Al salir de la clase les hice señas a las chicas nuevas para que me siguieran, ambas estaban sentadas en el suelo cansadas ya de esperar. La primera era Audrey, tenía una larga melena recogida en una trenza y una camiseta del mismo grupo que Castiel pero un modelo distinto, la otra chica era Dawnie, que parecía que no se quitaba los auriculares nunca. Otra aficionada a los cascos como yo. 
Salimos corriendo dirección N.O.BL.Y.  Estuve a punto de llegar todavía más tarde porque me encontré con Lysandro, pero no me dejaron detenerme y me (arrastraron) hicieron seguir.
Antes de entrar les dije que esperaran fuera, quería hacer las presentaciones en plan concurso. Una vez dentro pude comenzar.

-Buenos días chi… - no  me dio tiempo ni a terminar la frase cuando Kim se acercó a mí y empezó a chillarme. Me tapé los oídos con resignación, cada vez esto se hacía más continuo. Cuando no era por que llegaba tarde me gritaba porque no había escrito un cap a tiempo. O sino tenía que aguantar los gritos de las demás cada vez que dibujábamos o escribíamos algo hard bocata de jamón. Con lo ruidosas que éramos lo raro era que no nos hubiesen descubierto.
-¿¡COMO QUE BUENOS DÍAS!? Llegas tarde, MUY tarde. Con lo puntual que eres para unas cosas y para otras… ¿Cuál es tu escusa? – Kim estaba más exaltada de lo normal, la vena del cuello parecía que se le iba a salir.
- Estaba hablando con el profesor de historia, y no quiero ningún comentario. – miré a mi alrededor y comprobé que estuviesen todas. Lo que me extrañó fue ver a Sunset, normalmente no venía porque decía que éramos un grupo de obsesivas chillonas y que le dolía la cabeza (en cierto modo tenía razón) – Sunset, ¿qué haces aquí?
- Me aburría en mi club y Castiel se ha ido a casa. Por cierto necesito más galletas. – apenas se movió del sofá donde estaba sentada, giró un poco la cabeza pero rápidamente volvió a lo que estaba haciendo. Sino me equivocaba se estaba comiendo unos cereales rellenos de chocolate. Hago yo eso y me pongo como una foca y ella, come lo que le da la gana y está como un espagueti. Qué mierda de genética la mía.
- Te aburrirías menos si aceptases a alguien en tu club – le respondí mientras me acercaba y me sentaba al lado. Si, la tía había creado un club de fans de Castiel exclusivo para ella, cualquiera le decía que quería entrar vamos…  - Y yo no soy una fábrica de galletas.

Sunset entrecerró los ojos dudando de mi afirmación, después sonrió con malicia y me tendió un par de fotos. La primera era yo feliz como una imbécil mientras preparaba unas galletas “la madre que la…”. Se me quedó una cara de búho estreñido que hizo que todas las demás se acercaran y quisieran ver la foto, la escondí por supuesto. La segunda en cambio era nuestro querido pelirrojo de bote comiéndose las galletas a escondidas detrás del club de jardinería.
Por supuesto, las chicas se pusieron a chillar un cuanto vieron aquella fotografía. Que mono estaba, si Nath pudiese verlo…  Kazu me quitó rápidamente la foto de las manos y se fue a una pequeña fotocopiadora que teníamos (bastante vieja y destartalada) y sacó copias para todas. La original la guardó en un álbum.

-Gracias Sunset, esa foto era una maravilla – sonreí complacida, con cosas así no me importaba hacer más galletas.
-Si bueno, tampoco es gran cosa, yo le hice un reportaje entero y esa era la que peor salió. El resto están a buen recaudo – ya me extrañaba a mí que me hubiese dado una foto de Castiel.

Me levanté rápidamente de sofá y me puse frente a la puerta. Casi se me olvida que tenía a las dos chicas fuera esperando.

-A ver chicas, atención, hoy es un día especial, tenemos dos nuevas socias en N.O.BL.Y. Os presento a Audrey y Dawnie. – tras hacer la presentación abría la puerta como si fuese un mayordomo permitiendo que las chicas pudiesen entrar por fin al club.
-¡Bien! Gente nueva, ya era hora. Bienvenidas – Iruchi no tardó ni un segundo en correr hasta nosotras y darles la bienvenida. – Venid, sentaos en la mesa, estamos a punto de hacer el análisis semanal.

Explicaré esto, resulta que en el club cada una tiene una misión, a veces en grupo y otras veces individual. Yo prefiero enviarla por parejas pero depende de cuantas cosas tengamos que hacer. Normalmente la revisión la hago los viernes, pero como esta semana me iba a la excursión pues no iba a poder hacerlo así que decidí hacerlo el miércoles.
Todas se sentaron alrededor de la mesa, la cual era bastante amplia (ocupaba toda la sala prácticamente) Yo me puse presidiendo la mesa y saqué las listas.

-Comencemos pues, por orden de cómo estáis colocadas,  me vais diciendo la misión que teníais y si la habéis completado. Primero; Daliana. – le hice un gesto con la mano indicándole que empezase. (Como podéis comprobar nos encantaba seguir protocolos estúpidos)
- Aquí Daliana – se levantó y puso sobre la mesa lo que parecía ser los resultados de la misión – Yo, junto a mi compañera Kazu debíamos descubrir el tatuaje de Lysandro contigo precisamenteNacu  – oh si, esa misión me encantó. Entre tres teníamos que fotografiar la espalda del albino, yo iba seguro (por la cara sí) el resto fueron elegidas por sorteo. – Fuimos a los vestuarios masculinos a la hora de gimnasia y nos escondimos hasta que volviesen los chicos pero…
- Pero no equivocamos – continuó Kazu – no era la clase de Lysandro la que estaba haciendo deporte sino la de Ken. Cuando lo vimos entrar en el vestuario nos pusimos a chillar y salimos corriendo antes de causarnos un trauma. Conclusión; fracaso absoluto.
Las tres asentimos con pena, el plan era bueno. Teníamos que volver a intentarlo.

-¡La siguiente soy yo! – gritó Gemma eufórica poniéndose de pie de un brinco – yo e Iruchi fuimos a hablar con Violeta cuando Nathaniel estaba deprimido para hacerle un peluche de gatito. Fue un éxito, lo terminamos rápidamente y se lo entregamos. Se puso bastante contento, ahora el gatito está sobre un estante de la sala de Delegados.
- Esa es la parte “normal” – intervino Iruchi – por supuesto el ojo derecho del gatito tiene incrustado una micro cámara que nos permite ver lo que ocurre en la sala en todo momento. Hemos hecho un breve estudio, y Melody cada día se vuelve más peligrosa. Afortunadamente Nathaniel no se da cuenta nada. – puso el ordenador en el centro  y Gemma encendió el monitor mostrándonos como habían dicho, la sala de delegados. Perfecto, ahora tenía al rubito controlado.
-Sabéis que eso es delito ¿no? – todas nos giramos al oír a Sunset, tenía razón, pero mientras nadie se enterase. Por supuesto ella sabía que eso no nos iba a detener, así que continuamos.

- Ahora yo; Stardust.  Esta vez me tocó ir a enterarme de novedades en el instituto. Como no había miembros del club disponible fui con Kam – Para que no os perdáis, Kam es su novia. Y Stardust es Tannya pero nunca me acuerdo de llamarla así.  Se levantó y se colocó adecuadamente con unos folios entre las manos como si fuese a dar una clase – Lo primero es que Ken ha dejado el instituto, y no, no ha sido por lo de los vestuarios. Al parecer Ámber…
-Irrelevante, continua con la siguiente – le hice señas con la mano para que pasase de eso, el mocos de las gafas me importaba poco. Nunca me acordaba de su nombre, era un coñazo.
- Vale – Tannya retiró unos papeles y los depositó sobre la mesa – Esto sí es más importante, tendremos alumnos nuevos. Este viernes un par de gemelos vendrán a tener una entrevista con la directora. Pero no se integraran en las clases hasta después de las vacaciones. No he podido conseguir sus nombres, ni siquiera Nathaniel sabe quiénes son. – concluyó con una sonrisa y volvió a sentarse en su sitio.
- Dos gemelos… - casi susurré cuando dije aquello – Bien chicas, como sabéis este viernes no estaré aquí, así que intentad conseguir toda la información posible sobre estos hermanos. Puede que tengamos nuevas víctimas del BL. – Todas asintieron conformes, me daba coraje no poder verlo, pero la excursión cultural iba a ser más interesante seguro.

- Finalmente yo; Natilyn. – se levantó como habían hecho sus compañeras e hizo un gesto a quien tenía al lado para que se levantase – Junto a Kim teníamos que averiguar en qué locales de la zona tocaban Castiel y Lysandro. Y después las direcciones de sus casas, incluida la de Nath. En cuanto a las actuaciones de nuestro misterioso grupo, no parece que hayan actuado por aquí cerca. Pero hay gente que conoce a Castiel. – Natilyn hizo una pausa y me miró esperando un comentario.
- Lo siento chicas, debería habéroslo dicho antes – suspiré y me puse yo también en pie para dar la noticia. – Lysandro no ha actuado en el grupo con anterioridad, me lo dijo el mismo. En cambio Castiel, aunque no estoy muy segura, sospecho que sí ha actuado antes. Pero eso fue hace mucho.
- Después de “cierto suceso” Castiel dejó de tocar – Sunset intervino por segunda vez captando la atención de todas. – Cambió mucho desde ese entonces. No fue hasta que conoció a Lysandro, hace unos seis meses más o menos que volvió a tocar porque este se lo pidió.
- Efectivamente es como dice Sunset – asentí y continué la explicación de mi amiga – De hecho, ensayan por las noches en el instituto. Los vimos hace unos días.
Todas se sorprendieron cuando dije aquello, realmente no sé si hice bien. Pero no me pareció bonito ocultarlo.

-Ya hablaremos de eso en otro momento – Kim entrecerró los ojos con recelo, a ella también le hubiese gustado verlo. Coste que el hecho de que Sunset y yo los viésemos ensayando fue un accidente, pues me había dejado el libro de Arte en clase y fui a recogerlo.
- Respecto a las direcciones,- continuó Kim - como ya conseguisteis la de Castiel, nos centramos en la de Lysandro y Nathaniel. La del albino fue imposible de conseguir. Lo vimos ir a la tienda del hermano, y cuando ambos salieron para irse a casa desaparecieron. En serio, doblaron una esquina y cuando nos asomamos ya no estaban. La del rubito  ya la tenemos. ¡Ah! Y como información extra … - sacó unas fichas y las puso sobre la mesa. Esta vez, siguió hablando Natilyn.
- Los chicos que atacaron a Nathaniel están actualmente en el hospital. Dos de ellos heridos con gravedad. No hay testigos y ellos no se atreven a decir nada – sonreí con malicia al oír aquello, por supuesto que no iban a decir nada. No, a menos que quisiesen morir – Tenemos sus nombres y direcciones también. – Natilyn me entregó las fichas y les eché un ojo. Eso les pasaba por tocar mis presas.

- Esto… perdonad – Dawnie intervino en la revisión por primera vez esperando no interrumpir, le sonreí para que siguiese y me devolvió el gesto. – Con respecto a Nathaniel, aquella vez que estuvo deprimido también tuvo algo que ver algo que ocurrió en su casa. No sé que fue pero el ambiente allí parece cada vez más tenso. Melody me comentó que eso estaba afectando mucho a Nathaniel, se veía bastante preocupada.
- Además  - siguió Audrey – cuando nos enteramos intentamos hablar con la insoportable de Ámber, no nos hacía nada de gracia pero… - puso una cara de asco que todas compartimos y continuó lo que estaba diciendo. – No dijo literalmente  “El estúpido de mi hermano no puede hacer nada contra mí, y sino ya me encararé yo de que mi padre lo ponga en su sitio”.

Sin darnos cuenta nos estábamos metiendo en un terreno peligro. Ante todo Nathaniel era mi amigo y aquello me ponía enferma. No sería la primera vez que he estado a punto de abofetear al padre de alguna amiga por gilipollas. Decidí dejar el tema, era demasiado delicado.

-Bueno, dejemos esto para cuando estemos más seguras – y yo me haya tomado diez tilas para relajarme – Lo más importante ahora es que mientras no esté os tendréis que apañar sin mí. Me ha costado mucho elegir a mi sustituta pero al final me he decidido. Gema, tú me sustituirás.
Gema abrió los ojos como platos y no pudo ni articular palabra. La elegí a ella porque era la que mejor se llevaba con las demás, nos es que hubiese roces entre nosotras ni nada, solo que hay gente que es más sociable eso es todo.

-Dicho esto, doy por concluida la reunión de hoy. Nos vemos esta noche en mi casa para la fiesta pijama. – Sonreí alegremente y levanté la sesión. Pero antes de que se fueran di las últimas instrucciones – Sino os importa chicas, poned al día a las nuevas y darle la dirección de mi casa.

Todas se marcharon y nos dejaron a mí y a Sunset solas en el club. Me senté en sofá junto a ella e intenté descansar. El asunto de Nathaniel me había tocado la moral. Permanecimos un rato en silencio hasta que mi amiga decidió hablarme.

-Nacu ¿no es esta noche cuando hemos quedado con Castiel en casa para hablar de Nathaniel? – preguntó mientras devoraba los últimos cereales que le quedaban. No era una caja grande, pero ella iba a su ritmo, saboreándolos como era debido. Al contrario que yo, que devoraba las cosas en dos segundos.
- Si, - la miré mientras sonreía con cierta maldad – esta noche, va a ser muy interesante.
Sunset me devolvió la sonrisa y nos reímos disimuladamente. Nuestros planes siempre salían bien.

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Al salió nos encontramos con mi querido albino en la escalera. Para variar parecía estar buscando algo.

-Nacu – se dirigió hacia nosotras en cuanto nos vio y nos dedicó una agradable sonrisa – te estaba buscando. – “Oh my God” casi me da algo cuando me dijo eso. Me quedé en trance unos segundos hasta que Sunset me sacudió para que despertase.
- ¡Si! Perdona Lysandro, ¿qué querías? – pregunté mientras me mordía al labio inferior. No os vayáis a imaginar lo que no es, estaba así porque mi mente fujoshi estaba en modo-on y para mí Lys era un maxi-seme. Me encantaba.
- El profesor Farrer dice que vayas a la sala de profesores, al parecer tiene que entregarte unas fichas de arte – de todo lo que podía haber dicho el albino eso era lo más decepcionante. Pude oír como Sunset se reía a mis espaldas.

Me despedí de mis dos amigos y me fui a la sala de profesores. Menudo día llevaba, a este paso no iba a volver a casa en la vida.
Por si fuera poco, al llegar el profesor Farrer se había olvidado un par de fichas y me dijo que esperase mientras iba a recogerlas. Otro que es más despistado que la leche.

Deambulé por la sala sin demasiado interés. Ese hombre iba a tardar, ya lo conocía. Me puse a mirar por la ventana y vi que justo abajo estaban los baños femeninos. Acto seguido miré mis manos; las había vuelto a usar de agenda. Temiendo manchar algo, me agarré a la barandilla de la ventana y me dejé caer en el ventanal de abajo. (No os vayáis a creer que soy spiderman, sino hubiese sido fácil no lo habría conseguido.)

Me lavé las manos hasta dejarlas impolutas. Esta vez, decidí volver a la sala por las escaleras. Bajar era una cosa, escalar una ventana ya era distinto.
Pero como ya dije antes, hoy definitivamente no era mi día.

-Vaya, la gótica friki. ¿No te has muerto todavía en uno de tus ritos satánicos? – Ámber, cada vez que la veía me debatía entre matarla o simplemente torturarla.
-Que graciosa, nosotras preferimos sacrificar rubias vírgenes, pero nunca te he llamado porque eres muy puta – le sonreí falsamente devolviéndole el ataque. Se puso roja de ira, esta se creía que yo era retrasada como ella.
- Pues tú eres una vaca lechera con esas tetas. ¿Te crees alguien con ellas? – dios, era como hablar con una niña de 4º de primaria. Eso sí, me había tocado la moral.
- Vaya, huele a envidia. A ver feto mal parido, que tu hayas nacido deforme no es motivo para criticar a las demás. Por cierto, el relleno de la teta derecha se te está cayendo. – como me encantaba hacerla rabiar, sabía perfectamente que decir para putearla.

Pero la muy estúpida parecía no aprender nunca e intentó darme una bofetada.  Digo intentó porque nada más levantar el brazo yo ya la había agarrado por los pelos. La arrastré hasta el cuarto de baño y puse su cara delante del wáter más sucio que encontré. Intentó resistirse inútilmente hasta que terminó gimoteando para que la soltase.

-A ver pedazo de puta. Dejemos las cosas claras, tú no apareces en frente mío y te permito vivir. No sé cuál es la parte que no entiendes pero te lo voy a hacer ver. – puse la misma voz que ponen los asesinos en las películas de miedo. Como disfrutaba de aquello, con la gilipollas rubia esta podía sacar mi faceta sádica.
Ignorando sus gritos, le giré la cara y dejé caer sus pelos en el retrete. Asqueroso. Cuando acabé con eso  la agarré del cuello y la lancé con fuerza dentro de una ducha atrancando la puerta con una escoba que había por ahí.
-Qué puerca eres Ámber, será mejor que te laves si no quieres que nadie te vea así- mi sarcasmo aumentaba al igual que sus gritos. Me empecé a descojonar de ella. Necesitaba un psicólogo.

Abría la llave del agua pero solo la fría, provocando que la ducha se activase por sí sola. Me pareció oír como se resbalaba y caía al suelo pero no me quedaba tiempo para nada más. Tenía que volver a la sala de profesores. Cerré la llave de paso y quité la escoba de la puerta.
La imagen fue deslumbrante, (patética más bien) le saqué una foto y me apresuré a escapar por la ventana.

Efectivamente subir no era lo mismo que bajar, pero después del numerito en los baños no me quedaba más remedio así que tuve que hacerlo. (Casi me mato, pero lo conseguí justo a tiempo)
El profesor Farrer llegó unos segundos más tarde y me dio las fichas. Nos quedamos un rato hablando hasta que escuchamos unos gritos en el pasillo y decidimos salir.

-¡Ella directora! ¡ Ha sido la zorra esa! ¡Ella me ha hecho esto! – Ámber estaba histérica y completamente empapada. Qué pedazo de subnormal.
- Señorita Ámber, le pido que no hable así de sus compañeras. Señorita Nacu, ¿es usted la causante de esto? – la directora me preguntó confusa, afortunadamente contaba con la suficiente influencia como para que les costase dudar de mí.
- Disculpe, pero Nacu ha estado esperándome en la sala de profesores todo este rato. No ha podido ser ella. – el profesor Farrer se encargó de mi defensa, lo cual me hizo ganar muchos puntos.
- ¿Ha estado en esta planta todo el rato señorita? – la directora volvió a preguntarme esta vez más segura de mi inocencia. Simplemente asentí.
- ¡Habrá bajado mientras esperaba! ¡Ha sido ella! – Ámber estaba desconcertada, estaba perdiendo una batalla que estaba segura de poder ganar. Lo que no sabía es que yo siempre tengo un as en la manga.
- Eso no es posible, yo misma he estado en la escalera todo este tiempo. Si la señorita Nacu hubiese pasado la habría visto. – La directora parecía enfadada de ver como una de sus alumnas intentaba culpar a una “inocente” – Está claro señorita Ámber que lo ha planeado todo para culpar a su compañera. Se quedaré una semana entera después de clase para limpiar lo que ha ensuciado incluido el resto de los servicios. – la directora había firmado sentencia; Ámber culpable.

Antes de que la estúpida se fuera le dediqué una de mis peores miradas.
“Estás muerta”

martes, 17 de julio de 2012

Capítulo 7 ~2º día b~


 Bueno >___< como os prometí aquí está el cap doble!! Como ya os he dicho siento el retraso ;___; pero bueno, ya acabó la feria por aquí y también he terminado con los lios de la matrícula de la universidad así que en principio estoy totalmente libre!! >o<!!
Además también os quiero recordar que mi editora no está u__u así que es posible que os encontreis algún fallo que otro ^^u.

En fin! no me enroyo más, en este cap hay una pequeña sorpresita (es una tonteria...) espero que os guste!!

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Capítulo 7 - F


Al salir nos entregaron unos mapa, si nos perdíamos teníamos que llegar al hotel antes de las nueves (o sea, que hiciéramos lo que nos diese la gana siempre que estuviésemos para la cena).


Por fortuna, el hotel estaba cerca del museo y no tardamos ni diez minutos en llegar. Nada más entrar me puse, como siempre, de los primeros para poder escuchar mejor al guía. Sí, era un pesado pero por lo menos no era el único, Nacu era igual que yo. Claro que, parecerme a ella no me consolaba, de hecho me daba cierto repelús. Podría decir que Lysandro también estaba cerca, pero en su mundo así que no contaba. Un poco más atrás estaban Castiel y Sunset hablando,… riéndose….

“Me cago en….”

¡Sí! Estaba molesto y mucho, el plano que tenía entre las manos acabó en un churro. ¿Por qué conmigo nunca hablaba de esa manera? Jamás le había visto esa expresión, tan… feliz. Yo siempre tenía que aguantar su sarcasmo y prepotencia. Cuanto lo odiaba… ¿Así pensaba conseguir algo conmigo? Lo llevaba claro.

De repente caí en la cuenta de todo lo que había pensado, me había imaginado a Castiel como pareja. Quería vomitar. No pensaba volver a tomar café instantáneo de hotel.
Desde ese momento me centré en escuchar la explicación, así al menos no pensaría gilipolleces.

Visitamos varias salas de arte, esculturas renacentistas, pinturas neoclásicas, desde la antigua Grecia estaba recogido todo lo que tuviese que ver con dicha expresión artística. Además tuvimos la suerte de presenciar un par de copias de algunas de las esculturas de Vaticano como el Laooconte  o el Apoxyomenos. La verdad es que yo no entendía mucho de aquello, pero la fanática-obsesiva que tenía al lado, Nacu, se encargó de explicármelo TODO. La tía no se saltó nada, por no hablar de todos los cotilleos griegos. Por supuesto siempre en torno a la homosexualidad. Que dolor de cabeza.

Al acabar nos fuimos a la biblioteca y nos dejaron allí para que echáramos un vistazo (se suponía que a los que estaban en la excusión le gustaba la literatura, se suponía claro). Después nos tocaría visitar la otra parte del museo, impresionismo y modernismo si no recordaba mal.

Me separé un poco del grupo para buscar las novelas policiacas, sin duda la colección era inmensa al igual que la biblioteca. Si no fuese por lo recta que era, uno podría perderse sin problemas en aquel laberinto de estanterías.  Seguro que Nacu se perdía nada entrar.
Reconocí algunos libros de autores como Conan Doyle o Agatha Christie, los máximos representantes del suspense policial con diferencia. Estaba cogiendo uno de los libros de la estantería que tenía en frente  cuando alguien decidió sorprenderme.

-Nathaniel  – me sobresalté de tal manera que no pude evitar soltar un grito y lanzar por los aires el libro que tenía entre las manos. (Pude cogerlo antes de que se dañase al caer)

“No otra vez no...”

-¿No puedo estar solo ni un minuto? – apenas separé los dientes cuando dije aquello, me sentía como si de un sueño hubiese caído en una pesadilla. Devolví el libro a su sitio y apoyé las manos en la estantería unos segundos antes de girarme.

Como no, Castiel volvía para tocarme la moral.
-Lo que deberías hacer es dejar de gritar cada vez que nos encontramos, empiezo a pensar que tienes complejo de fan obsesiva – no era precisamente un grito de emoción, más bien terror diría yo. En fin, se lo tenía demasiado creído, y no iba a ser yo el que le quitara la ilusión.
-Castiel, ¿no tienes nada mejor que hacer? Tres pasillos más allá están los libros infantiles ¿porqué no vas a leerlos? – era lo único que veía que se podía leer la verdad, por mucho que Nacu me dijese, este seguro que utilizaba los libros para decorar estanterías.
-Muy gracioso, yo es que prefiero la sección erótica, pero no hay – y me suelta eso, tan tranquilo. Que cabrón era, tenía respuestas para todo.
-Me da igual lo que prefieras, pero vete – mierda, ya estaba empezando a imaginar cosas raras.
- Qué aburrido eres, anda deja esto y vente. – Se puso frente a mí impidiéndome ver las estanterías mientras sus labios sonrían pícaramente.
- NO – y difícilmente me haría cambiar de opinión – Si no te gustan los libros no haber venido.
-No es que no me gusten, leo de vez en cuando pero prefiero las películas, son más emocionantes. – Torció  el gesto molesto, supongo que se estaba cansando de mis rotundos “no”.
- Discrepo, pero me importa una mierda tu opinión, si prefieres las películas vete a un videoclub – vale, quizás me había pasado un poco de borde, pero ese tema era tabú para mí. ¡Los libros son sagrados! Y las adaptaciones al cine son simplemente copias y a veces no están ni bien hechas.

Me di la vuelta y comencé a marcharme. Cuando pensé que había conseguido que se enfadase y se fuera me agarró fuertemente del brazo haciéndome retroceder hasta chocar contra una estantería.

-¿ No te parece excitante? – tenía sus labios junto a mi oído, susurrándome. Sus piernas empezaban a entrelazarse en las mía y sus manos me sostenían con fuerza impidiéndome escapar. – Cualquiera podría aparecer y…
- ¿Qué quieres?- pregunté irritado, si hubiese querido hacerme algo ya me lo hubiese hecho, así que esta vez quería algo distinto, eso seguro.
- Que te entregu-- …
- ¡NO! – interrumpí rápidamente. En cuanto me soltase pensaba tirarle la estantería en la cabeza.
- Que vengas conmigo – su rostro se suavizó bastante, ya no parecía estar tan tenso e incluso había comenzado a soltarme.
- ¿A dónde? – me planteé la posibilidad de acompañarlo, aunque fuese un error.
- Es un secreto – me soltó completamente y se puso a sonreír como un vendedor de enciclopedia que espera que le compren algo.
- No – como era lógico, no me fiaba, y menos si ponía esa cara.
- Entonces continuaré, y sabes que lo haré. – Volvió a inclinarse sobre mí hasta dejar su rostro a milímetros del mío.
-¡Vale! – grité justo a tiempo. Algún día le abriría la cabeza para saber de qué cojones estaba rellena.
- Bien, ¡vamos! – exclamó con ímpetu. Yo en cambio estaba extrañado, hace un momento me estaba quejando de que conmigo no era simpático y ahora me viene con esto.

En menos de un segundo había salido corriendo jalando de mi mano en dirección a la salida. Prácticamente estaba arrastrándome pero tenía fuerza suficiente para llevarme a cuestas si él quería.
Me hizo subir tres plantas de golpe, tuve que sentarme a recuperar el aliento. El muy capullo iba a acabar matándome al final entre una cosa y otra.

-Pareces una abuelita, y más con ese bolso. – comenzó a reírse de mí cuando me vio sentarme en un banco. Podía decir lo que quisiera pero seguro que él también estaba cansado.
- …. Cállate ….- no tenía fuerzas ni para discutirle. A ver, no era tan malo en los deportes, pero las carreras eran mi debilidad y más si son en una escalera cuesta arriba.
Poco a poco fui recuperando el aliento y me replanteé el tema del bols- MOCHILA…
Joder, al final iba a ser cierto y todo.


Llegamos a la sala de música. Toda clase de violines y pianos antiguos decoraban la estancia. No era demasiado grande, pero valía la pena. Aunque para ser sincero, nunca mu hubiese imaginado a Castiel en un lugar así. No le pegaba, nada.

-¿Has decidido cambiar de estilo? Me gustaría verte tocando un violín y enchaquetado – eso lo decía en serio, seguro que le sentaba genial y más aún si volvía a ponerse el pelo de su color.
- En tus sueños, no quiero parecer un estirado como tú. – me miró por encima del hombro con arrogancia. Que susceptible era el tío joder.
-Vaya, ha regresado tu simpatía habitual – y yo que pensaba que podría pasar un buen rato. Supongo que es difícil estando con alguien tan bipolar.
-Has empezado tú – perfecto, ahora Castiel parecía que había vuelto a primaria cuando nos echábamos la culpa el uno al otro. La tripolaridad también existe ¿no?
- Vale, vale. ¿Por qué me has traído aquí? – le pregunté con cierta curiosidad, podría haber venido con su compañero de banda, seguro que tendrían más de que hablar.
- ¿Y por qué no? – sin mirarme continuó observando los estantes hasta detenerse frente a uno. “Stradivarius” El dios de los violines, hasta yo lo reconocía, eso sí que era una auténtica reliquia.
- Me refiero a que podía haber venido con Lysandro por ejemplo, el entiende más de música. Además todo esto es muy de su estilo. – más cierto imposible, seguro que el albino tenía su habitación así. Creo que hubiese sido más feliz naciendo un par de siglos antes.
- Créeme… - comenzó a decir mientras aguantaba la risa – cuando está cerca de un libro de poesía ni te escucha. Así que imagínate lo que le importa ahora el museo instrumental. Después de todo él es más de la letra que de la música, es el cantante al fin y al cabo. Además, quería estar aquí contigo – tuve que girarme para que no viese la cara de imbécil que se me había quedado.

No me podía creer que me avergonzase por unas estúpidas palabras sin importancia…
Maldita sea, no pude evitar soltar una estúpida sonrisa. A partir de ahora el café me lo hacía yo.

-Ven, vamos a otra sala – volvió a agarrarme del brazo y a salir corriendo escaleras arriba, joder, ¿¡Todo lo que quería estaba por las plantas superiores!? Ya podía a ver escogido el sótano. Como echaba de menos un ascensor.

Nada más llegar se apresuró a taparme los ojos con ambas manos.
-¿Qué haces?  - pregunté con nerviosismo. Acababa de cortarme el campo de visión. “Peligro”.
- Cállate un momento. Confía en mí. – sonó más como una orden que una petición. Pero por algún instinto masoca que tengo que remediar, le hice caso.
- Castiel, ¿eres consciente de lo que acabas de decir? No es que me exprese mucha confianza la verdad – ya me estaba imaginando estampándome contra una columna o siendo arroyado por unas escaleras.
-Voy a ignorar lo que has dicho, por tu bien más que nada. – Definitivamente estaba en peligro.

Caminamos un poco y me tropecé con un par de escalones (Por su culpa obviamente porque no me avisó) hasta que nos detuvimos. No sabía muy bien como sentirme, si impaciente, emocionado o aterrado. Era una mezcla extraña entre las tres que por fortuna no duró mucho tiempo.

-Ya estamos – poco a poco fue retirando sus manos devolviendo me la visión.



Abrí los ojos y vi algo que jamás hubiese imaginado.

 Millones de pequeñas luces iluminaban una pequeña estancia oscura como si de un cielo nocturno se tratase. Constelaciones, planetas, galaxias. Todo estaba perfectamente representado. Me sentía como si estuviese flotando en mitad del universo, como si pudiese abrazar una de esas diminutas estrellas y aguantarla entre mis manos. Pasé mis dedos por la pared intentado tocar aquellas luces que no eran más que una simulación al fin y al cabo. Pero parecían tan reales.

 -¿Qué te parece? – creí haber despertado de un sueño cuando oí las palabras de Castiel.
- Es precioso – fue lo único que pude decir, simplemente no tenía palabras para describir aquello.
- Mira que eres cursi. – me reí un poco ante su afirmación. Él tenía razón, pero no se me ocurría nada mejor que decirle, quería expresar mil cosas pero me parecían todas insuficientes.

Al girarme lo encontré tumbado en el suelo mientras  observaba el “cielo” con una sonrisa realmente agradable. Me acerqué y me senté junto a él. Si la vista me había parecido maravillosa, con él allí tumbado era perfecta. Lo miré más de una vez, amaba esa sonrisa, me entraron ganas de besarlo, de rozar sus labios como aquella primera vez. Pero como siempre mi orgullo era demasiado fuerte.

-Hoy estás distinto – le dije reprimiendo mis ganas de tocarlo. Pero era verdad, si lo comparaba con los días anteriores, hoy parecía otro.
- Supongo que estoy de buen humor – dirigió su mirada hacia mí. En aquella oscuridad parecía que su cabello había recuperado su negro habitual. Me gustaba mucho más así, era como si fuese el Castiel de hace unos años. Totalmente distinto.
- ¿Y eso? – pregunté evitando sus ojos. Cada vez tenía más ganas de abrazarlo. Afortunadamente la escasa luz camuflaba mi vergüenza y mi nerviosismo.
- Me he despertado abrazando a una linda chica. – respondió el muy… en ese momento aunque no se me viese era obvio que me había molestado.
-Haré como que no he oído eso, por tu bien más que nada – no sé que me irritaba más, sí que me hubiese llamado chica o lindo.
- Después de esto, me merezco burlarme un poco de ti como recompensa. – comenzó a reírse cuando vio mi rostro enfadado por su comentario. Lo peor es que era yo el que le daba siempre la oportunidad para que se cachondease de mí. Aunque por una vez, decidí tomármelo de otra manera.
- Si bueno, tampoco te pases. – volví a mirarlo a él, me pareció bien sonreírle un poco, quiero decir, después de todo lo que había hecho… Castiel parecía satisfecho de que yo sonriera mínimamente,  me conocía de sobra – Sabes  antes te vi hablado con Sunset…
-¿Otra vez los celos? – me interrumpió riéndose de mi paranoia. Eso solo me puso más nervioso, ya me había costado atreverme a contarle lo que iba a decir para que encima se burlase.
- ¿Te quieres callar? Joder, solo es que… me molesta que siempre estés tocándome las narices. Siempre que hablas con otros pareces que estás feliz y eso. Tu expresión cambia, pero conmigo eres un maldito borde. Sabes, no cuesta tanto que nos llevemos bien creo, con que sonrías un poco más… No me puedo creer que esté diciendo esto en voz alta… - ni yo ni nadie, dios, me daba la impresión de que me estaba confesando o algo.
- Nath, eres tremendamente gilipollas. Claro que contigo soy distinto, pero dime ¿acaso no conoces tú una parte mía que nadie conoce? Piénsalo. – mierda, al muy bastardo le encantaba verme celoso y rojo como un tomate, encima diciendo aquello no pude evitar recordar su cara en aquellos momentos que… ¡Bueno ya me entendéis! Joder que vergüenza.

Para mejorar la situación, el pelirrojo de bote no se le ocurrió nada mejor que apoyar su cabeza sobre mis piernas y quedarse así tumbado. Perfecto, ahora parecía una de esas escenas de manga shojo en la que el chico se apoya en el regazo de la chica. Una puñalada más para mi orgullo.
Afortunadamente Castiel se limitó a cerrar los ojos y a quedarse así, inmóvil, como si estuviese durmiendo. Me fui relajando poco a poco hasta acostumbrarme, tenía que admitir que me encantaba tenerlo así, podía verlo más de cerca.
Ninguno de los dos seguía observando el cielo. Estuvimos en silencio, en nuestro propio universo. No obstante,  aquello era una bomba de relojería, no podía dejar de mirarlo, estuve a punto de tocarlo muchas veces hasta que finalmente no pude aguantarme y lo besé.

Nuestros labios se rozaron lentamente, él no continuó, esperó  a que yo lo hiciese. Al principio era un beso superficial pero sin pensarlo siquiera comencé a introducirme en su boca.
Él estiró uno de sus brazos y me retiró el pelo de la cara. Desde ese momento nuestro beso se volvió más profundo, parábamos de vez en cuando para recuperar el aire pero rápidamente juntábamos nuestros labios de nuevo. No se parecía en nada a los otros besos que nos habíamos dado, en este ambos estábamos de acuerdo.
Estaba totalmente abochornado, no podía creerme lo que había hecho y en cambio, se podría decir que era yo el que no dejaba que se separase de mí.

-Después de rechazarme tantas veces, ¿Cómo debo interpretar esto? – preguntó sorprendido mientras sostenía mi rostro entre sus manos.
-No lo sé,  y no me hagas pensarlo demasiado o me arrepentiré. – cada vez estaba más avergonzado, mi cara debía parecer un tomate en plena cosecha. No quería que me viese así, de modo que evité su pregunta besándolo de nuevo.

Pero él no parecía dispuesto a desistir. Después de besarnos alguna vez más volvió a detenerme.
-Oye Nath, esta noch-- - comenzó a decir cuando lo interrumpió la melodía de su móvil. – Yo me voy a cagar en el puto móvil y en su dichoso don de la casualidad – murmuró furioso para sus adentros mientras se apresuraba a coger el teléfono.
-¿¡Sí!? – Exclamó alterado, no pude oír con quien estaba hablando pero parecía un hombre – vale, vale, ya vamos… - aquello fue lo último que dijo antes de colgar. Acto seguido suspiro un tanto frustrado y se giró hacia mí. – Era Lysandro, dice que han terminado la visita y que el profesor ese está haciendo el recuento. Para cubrirnos le han dicho que estábamos en el baño.
- ¡¿Qué?! – de un brinco me incorporé del suelo, sin darme cuenta dejé caer la cabeza de Castiel contra el suelo. Me sentí mal por él pero no teníamos tiempo que perder – Venga levántate, tenemos que irnos.
- ¡Joder que coñazo! Por eso prefería quedarme en el hotel… - perfecto, se había enfadado. Tuve a Castiel de morros un buen rato hasta que se le pasó, durante ese tiempo preferí no decirle nada.

Y así acabó nuestra velada, yéndose a la mierda la verdad.

El profesor Farrer no parecía muy preocupado, tan solo quería asegurarse de que nadie se quedaba en el museo. Es más, nos dijo que a partir de entonces teníamos tiempo libre y se fue.
Entre tanto, Nacu, Sunset y Lysandro permanecieron en silencio mientras nos examinaban con la mirada. No quería ni pensar lo que podían estar imaginando. Sobre todo las dos locas, esas sí que eran un peligro público. Además llegó un momento en que empezaron a cuchichear y a darse codazos con unas sonrisas maliciosas en sus rostros. Me resigné, que pensasen lo que quisieran, lo iban a hacer de todas formas.

Después de comer (otra vez en un McDonald) dimos una vuelta por la zona comercial. No conocíamos mucho aquello, así que simplemente nos pusimos a deambular hasta que encontramos una tienda de animales y decidimos entrar.

Recuerdo muy bien el local, era muy amplio, parecía más un almacén que una tienda. Al fondo tenía la zona de los animales. Estos no estaban en jaulas cerradas, los tenían en una especie de recinto semi-abierto donde se podía entrar sin problemas.
Aquello era el paraíso. En menos de dos segundo Sunset y yo salimos disparados a jugar con los gatos. Como adoraba a aquellas elegantes bolos de pelo. Al principio se alejaban de nosotros pero al rato acabamos con todos los felinos encima. Si hubiese podido, me los hubiese llevado todos.

Por otro lado Castiel optó por los caninos, en concreto los grandes. Nacu también se fue con el pero ella no hacía distinción, además no sé como lo hacía pero se le acercaban todos los perros y se ponían a jugar con ella. Acabó llena de babas, que asco.
Pero yo me fijé más en Castiel, no lo había pensado hasta que lo vi mirando nostálgico a un pequeño doberman que andaba torpemente y se tropezaba con casi todo, aún era una cría. Se notaba que echaba de menos a Demonio.
Después descubrí que el pequeño doberman andaba mareado porque Castiel había estado jugando con él, con un palo había hecho que el pequeño cachorro intentase cogerlo dando vueltas en círculos. Lo extraño era que el perro no dejaba de mover la cola y no se separó de Castiel ni un momento. (Creo que mi querido compañero estuvo a punto de llevárselo pero al final no se atrevió). Lo que sí hizo fue comprar un montón de galletas caninas y juguetes de perro.
Bueno, me faltaba Lysandro. Este chico era el que más me sorprendió. Nunca me lo hubiese imaginado acariciando a un conejito. Fue una imagen un tanto surrealista, en fin, cada loco con su tema.


No nos dimos cuenta de que llevábamos allí toda la tarde, hasta que Nacu (como no) decidió “achuchar” a los gatos. Escuché a Sunset gritarle que ni se le ocurriera, al principio no entendí lo que pasaba, pero más tarde lo comprendí.

Nacu tiene una ligera alergia a los gatos. Y lo peor es que le encantan los felinos.

Al final la muy tonta acabó con los ojos rojos e inflamados sin poder ver apenas nada. Sunset le echó una buena bronca mientras la ayudaba a echarse las gotas. (También se descojonó de ella, bueno, todos lo hicimos ¡hasta Lysandro!)

Después de aquello no hicimos nada interesante. Volvimos al hotel y cenamos juntos como la noche anterior. Una vez más el resto de mis compañeros nos miraban a mí y a Castiel sorprendidos de que estuviésemos juntos en la misma mesa. Pero la verdad es que me importó poco, me lo estaba pasando realmente bien. Todo lo demás era segundario.

Solo temía por una cosa; aún me quedaba una noche a solas con Castiel 

lunes, 16 de julio de 2012

Retrasos ;____;

Sorry!!! >/////////< siento el retraso chicas!! Es que... estoy de feria en mi ciudad y me he retrasado ^^u además mi editora; Riruka está de vacaciones y no me puede corregir los fics ;_____;

Pero bueno!!  >o< para compensaros el próximo intentaré subirlo mañana!! Y será más largo de lo normal!! además tendrá algo que os va a gustar ¬o¬ jojojojo y el siguiente más aún *¬*

Esta semana a ver si acabo el capítulo 7 que ya solo quedan tres partes!! (aunque en la última me vais a querer matar... pero bueno xDD)

Lo siento de nuevo chicas!! u////u

martes, 10 de julio de 2012

Capítulo 7 ~2º Día~ A

Yo y mi originalidad en los títulos... me mata xD

JAJAJAJA bueno chicas, que sepais que vais terminar matandome ;____; a este ritmo o escribo más rápido o no sé que va a ser de mí u___u
AAAwwww pero como os quiero no me importa (ya me arrepentiré luego de haber dicho esto xD)

Así que ale, otro cap al tablón, ¿qué pasará cuando Nath despierte?...
xDD

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“Qué calor, demasiado…”

Imaginad la escena: después de haber tenido que dormir en el borde de la cama, me despierto con la cara de Castiel a tres milímetros de la mía y con su brazo por encima, abrazándome. Por no hablar de su cuerpo, pegado totalmente al mío.
En ese momento me di cuenta de que mi camiseta no estaba. Palidecí.

“¡¿Qué me ha hecho este desgraciado mientras dormía?!”

Comencé a revolverme y mis piernas chocaron contra las suyas… que –no-llevaban-pantalones.

Permanecí inmóvil durante un instante y deseé con todas mis fuerzas que al menos llevase la ropa interior. Fui incapaz  de comprobarlo. Prefería no hacerlo, por el bien de mi salud mental.
No sabía muy bien qué hacer, si gritar, empujarle o retomar mi plan de ahogarlo con la almohada. Era una decisión difícil. Opté por salir sin hacer demasiado ruido para no despertarlo y poder escaparme.
Inútil.

Cada vez que intentaba alejarme o quitármelo de encima se apretaba aún más a mí.
— Castiel, estás despierto ¿verdad? — Sonrió al oírme. Seguro que llevaba un rato cachondeándose de mí — Pues suéltame, necesito ir al baño.
— Vaya, que activo estás por la mañana – sus ojos estaban observándome detenidamente mientras se mordía el labio inferior. “Mierda, está realmente sexy recién levantado”.

Por favor matadme por ese pensamiento.
— ¡Voy a lavarme los dientes!  — dejé de mirarlo intentando ocultar mi vergüenza, la cosa se ponía cada vez más peligrosa.
— Sí, tradúcelo como quieras. — cerró los ojos y se acomodó en la cama sin dejar de agarrarme.
— Da igual, déjame irme. ¡YA! — extendí mis brazos todo lo que pude para intentar separarlo.
— No seas jibia. Aún tenemos mucho tiempo, podemos entretenernos un rato. — abrió sus ojos de nuevo acercando su rostro al mío, dejándolo tan solo a unos milímetros. Podía sentir su respiración mientras acercaba lentamente sus labios a los míos. Estaba a punto de besarme, a punto de conseguirlo cuando de repente, adelantó una de sus piernas introduciéndolas entre las mías. Casi como un acto reflejo, retrocedí bruscamente cayéndome al suelo estrepitosamente.

— ¿Pero qué haces?  — Preguntó el desgraciado riéndose de mí — Últimamente te caes mucho, vas a terminar perdiendo las neuronas.
— ¿Y de quién es la culpa? — era lo que tenía dormir en el extremo de la cama. Como te muevas el suelo te lo comes fijo.
— A mí no me cargues el muerto, tú eres el torpe. — se incorporó ligeramente y las sábanas resbalaron hasta sus caderas. Llevaba ropa interior. Podía respirar de nuevo.
— He tenido que dormir en el borde porqué tú te habías quedado dormido en medio de la cama. — y despertarlo hubiese sido un peligro. Prefería comerme el suelo.
— Eso es tu culpa, te estaba esperando para que durmiésemos juntos. Pero tardabas mucho y me dormí — traduciré el “dormir” de Castiel por “meter mano-violar” que es como él lo entiende.
— Se te ha ocurrido pensar que NO quería dormir contigo. – Me dedicó una de sus irresist—(NO) insoportables sonrisas haciéndome dudar de mí mismo, como siempre.
— De nuevo siendo poco honesto. Pues esta noche no parecías estar molesto mientras te me pegabas y jugabas con mi pelo. — comencé a imaginar la escena. Debería haber dormido en la bañera.
— ¡¡¿QU-QUÉ?!! —  oh dios.  ¿Qué había hecho mientras dormía? Quería morirme, saltar por la ventana o algo.
— Nath, estás blanco. — Pasó su mano por delante de mi cara para intentar hacerme reaccionar, acto seguido se giró a la mesilla y cogió su móvil. — ¡Revive, mira! – me aproximó su teléfono y pude ver la foto que tenía de fondo de pantalla…. ¡Era yo! Profundamente dormido, can Castiel pegado a mí y mi mano enroscada en su melena pelirroja. “¡Maldita sea!”
— ¡¿Tú que te dedicas, a sacarme fotos mientras duermo?! ¡Borra eso y la otra también! — Grité histérico. Ya me estaba imaginando mi foto publicada en el periódico escolar o a Castiel extorsionándome (ya sabéis de que manera) para no venderlas.
— Grita todo lo que quieras, no lo voy a hacer. — Alejó el móvil de mi alcance y se puso a juguetear con él.
Suspiré, agotado. Si no fuese porque ÉL continuaba en la cama, me hubiese vuelto a echar a dormir. El ese momento, recordé un dato importante.
—Castiel… — comencé a decir con el rostro ensombrecido — ¿Se puede saber DÓNDE está mi camiseta?
— No lo sé. Cuando te la quité la lancé por los aires. Estará por ahí – y suelta aquello, tan pancho el tío. “Yo lo mato”
— ¡No puedes ir quitándome la ropa cuando te de la gana, animal! — si por mí fuera no dejaba que se acercase en cien metro a la redonda.
— Si no te la hubiese quietado no hubieses tenido frío, y si no hubieses tenido frío no me habrías abrazado — si ese razonamiento lo utilizase para estudiar seguro que aprobaría sin problemas — Además, agradece que no te quitase los pantalones. Bueno, en realidad no pude. Tenía intención de quitártelos también.
— Tú… ¡Tú eres un cerdo! — cogí la almohada más cercana y se la lancé a la cara. Fallé. La agarró al vuelo.
— No seas exagerado, solo me rocé un poco contigo. Tampoco fue para tanto… — se detuvo al ver mi cara. Ya no estaba pálida, parecía que había muerto.

Tardé un poco en reaccionar y después me fui con mis lamentos al baño, tenía que cambiarme.  Y no pensaba hacerlo delante de él.
“¡Argg! Debería haberlo ahogado con la almohada cuando tuve la oportunidad” pensé una y otra vez.
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No había muchos desayunando cuando bajé, aún era temprano. Lo prefería así, si no luego el comedor estaría atestado de gente. Di una vuelta por el bufet y no encontré más que dulces por todos lados.
Al final tuve que pedirle a la camarera una tostada y un café. Al hacerlo se me quedó mirando como si fuese un bicho raro o algo. Joder, tampoco era tan raro ver a alguien que no lo gustasen los dulces, ¿no?

Poco después de sentarme aparecieron Nacu y Sunset que al contrario que yo, estaban realmente contentas de ver esa cantidad de calorías apiladas. Las muy bestias llenaron por lo menos dos platos cada una de dulces varios.
Acto seguido, vinieron a sentarse a mi lado.

— Como era de esperarse, Nathaniel de los primeros en desayunar  — Nacu me observaba detenidamente intentando deducir algo. Conociéndola ya me imaginaba lo que era.
— Hola, chicas. Lo cierto es que hubiese bajado el primero (de no ser por cierto íncubo insoportable y pelirrojo) . Aunque no me esperaba que  vosotras fueseis de levantaros temprano.
— Por que la zorra de Nacu me obliga. Ha puesto siete despertadores la muy… — se quejó Sunset. Tenía una cara de sueño que no podía con ella.
— Sí, no nos gusta mucho mezclarnos con la gente — Nacu ignoró las quejas de su amiga y expuso su argumento. Al contrario que Sunset, esta parecía tener más energía.
— Como no, antisociales no, lo siguiente — comencé a decir - ¿Y Lysandro?
Ante mi pregunta, ambas comenzaron a reírse mientras yo me quedaba atónito mirándolas. Cogí la tostada y esperé a que se les pasara la risa.
— El pobre se equivocó y se despertó una hora antes. Ya ha desayunado y todo. Lo mejor fue que al parecer se ha olvidado la llave de la habitación dentro. Nosotras nos lo hemos encontrado en el ascensor mientras bajaba a recepción. — Nacu no paraba de reírse. Bueno “reírse”; se estaba descojonando en mitad del bufet. Menos mal que no había mucha gente.

Desde luego, ese chico cualquier día perdía la cabeza. Al terminar la tostada cogí el café, dispuesto a saborearlo tranquilamente.

— Oye Nath, esta noche… ¿No habéis follado verdad? — Escupí todo el café de golpe, casi me ahogo, me llevé un rato tosiendo hasta que pude articular palabra de nuevo. Aquello era demasiado a esas horas de la mañana.
—Sunset, ¿a ti te parece normal decirme eso mientras estoy bebiendo?  — siempre tan sutil.
— ¡Qué bueno! — una vez más, Nacu empezó a descojonarse escandalosamente; pero esta vez de mí — ¡Ha sido como en un anime! – perfecto, riéndose así se podía llevar hasta mañana.
—Dadme un respiro — suspiré, cansado. Entre Castiel y las locas estas, agotaban mis fuerzas.

Terminé el café (lo que quedaba de él) y me fui. Justo antes de salir pasé por delante de una de esas mesas plagadas de dulces y bollería. “Con la hora que es, Castiel no va a bajar… igual debería llevarle algo.” No sabía porque me seguía preocupando por él, pero…
Acabé compadeciéndome. Lié uno de los bollos con azúcar en una servilleta y me lo llevé.
-o-

Esta vez había sido más previsor, había cogido la llave. Ahora sólo tenía que evitar perderla de vista. Introduje la tarjeta en su ranura y entré en mi habitación.

— ¿Sabes que me has dejado sin luz, capullo? — que agradables palabras para mis oídos.
— Buenos día a ti también Castiel. ¿Sabes? Si levantas las persianas entra una luz estupenda — Me dirigí al fondo de la habitación y la iluminé como había dicho. La luz matinal siempre era la más hermosa.
— Muy bien genio, pero el baño no tiene ventana.
— Oh, no lo pensé.
— Últimamente piensas poco, Nath. Vas a acabar retrasado, como tu hermana  — cuando dijo aquello caí en la cuenta de que no había pensado en mi hermana en todo el viaje. De hecho, en nadie de mi familia. Sé que había pasado muy poco tiempo pero estaba tan… relajado.
— Vale, vale. Lo he captado, lo siento. Toma — Extendí la mano ofreciéndole el bollo.
— ¿Y esto?  — Se aproximó a mí y cogió el dulce liado en servilletas, extrañado. No pude evitar mirarlo en ese momento. Tan solo llevaba los pantalones de cuero y las botas a medio poner. El pelo lo tenía medio alborotado pero le quedaba muy bien.  Olía tan bien y su piel parecía tan…
*Neutralizar pensamientos irracionales* Me estaba empezando a preocupar.

— No te iba a dar tiempo de bajar a desayunar, ¿verdad? Así que te he traído esto – Se quedó mirando el bollo un buen rato con los ojos muy abiertos. Parecía realmente sorprendido - ¿Qué? ¿No te gusta?
— ¿Sabes? Tengo ganas de mandar la visita al carajo, de tirarte en la cama y pasar todo el día ahí. — Ahora el sorprendido era yo. Sentí unas repentinas ganas de correr pero hubiese sido muy obvio.
— Preferiría que mostrases tu gratitud de una forma menos… violenta  — a veces pensaba que este chico solo tenía el sexo en la cabeza. El reto debe estar hueco o sin conexión.
 — De acuerdo — sonrió complacido y se aproximó lentamente a mí, situando sus labios junto a mi oído.
— ~Gracias~— me susurró, haciendo que se me pusiera toda la piel de gallina.

Bueno, al menos no me había atacado como TODAS las otras veces. Es un avance.
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