Espero que os guste!!
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Eran casi las 12 y Castiel no había venido todavía. ¿Dónde
se había metido? Cogí mi móvil y le dije a las chicas que esperasen. Mierda, si
la cosa seguía así mis planes saldrían torcidos. Apreté el móvil con fuerza,
estaba empezando a mosquearme.
Me puse a preparar algunas cosas para comer, si íbamos a ver
una peli o algo no podían faltar tentempiés. Además cocinar me relajaba. Mire
un momento a Sunset quien estaba esparramada en el sofá leyendo. Esta chica no
se leía los libros, se los bebía.
Cuando conseguí calmarme alguien golpeó la puerta. Solté
todo lo que tenía en las manos y corrí para abrir. Por fin el pelirrojo había
llegado.
Sin saludar siquiera allanó mi casa y se fue para el salón.
No era la primera vez que nos visitaba. Pero el muy idiota parecía que nunca
aprendía que tenía que entrar con cuidado. En cuanto puso un pie en el salón,
Sunset saltó sobre él agarrándosele por
el cuello sin soltarlo. Casi lo
estrangula del ímpetu.
-¡Sunset me está mojando con el pelo joder, suéltame!-
Castiel estaba intentando librearse de los brazos de mi amiga pero no pudo. No
me había dado cuenta pero ella acababa de salir de la ducha, y esa melena que
tenía sino se la secaba iba mojándolo todo. Bah, el pelirrojo se lo merecía.
Estuve riéndome de la escena hasta que me di cuenta que
Sunset estaba en bragas y una camisetilla vieja. “La madre que la…” ¿Cómo podía
ir así?
-¡Ponte algo de ropa maldita sea! – los conseguí separar y
le hice señas a mi amiga para que se fuera a ponerse algo. Castiel mientras
tanto intentaba recuperar el aire.
- Pero si mis pantalones son igual de largo que mis bragas –
se quejó mi compañera ante mi actitud de madre neurótica.
- Te lo advierto, o te vistes o te dejo sin cena – cuando
dije aquello sí que parecí su madre. Pude ir como Castiel se reía a nuestras
espaldas.
Sunset puso morritos de gatito enfadado y se fue a su
habitación. No sin antes mover su melena de manera que acabó salpicándonos en
toda la cara a mí y al pelirrojo, que si ya antes lo había mojado, ahora aún
más.
Después de sacarnos el agua de la cara, nos sentamos en unos
sillones del salón comenzamos a tratar el tema que realmente importaba.
-Tengo que pedirte un favor Nacu – entrecerré los ojos
curiosa. Por lo general Castiel era de todo menos educado. Asentí con la cabeza
para que continuase y esperé que no fuese algo demasiado utópico. – Necesito
que me pongas en la misma habitación que Nath.
Dijo aquello con tal seriedad que me sorprendió. Aún así lo
que me estaba pidiendo no era ninguna tontería. Todos sabemos por qué quería
compartir habitación con el rubio, y no iba a ser yo la que se lo entregase en
bandeja.
-Castiel entiende mi situación, ¿Cómo se que no intentarás
atacarlo? Quiero decir, estaría encantada de que salieseis y eso pero… no
quiero que Nath pase un mal rato. Tienes que respetar su decisión. – sí,
aquellas palabras habían salido de mi boca. Una cosa era leer una historia
ficticia donde los protas forcejeen y al final el seme lo tome a la fuerza.
Pero la vida real era distinta.
- No voy a hacer nada que él no quiera – de nuevo sus ojos
brillaban cargados de sinceridad. Supongo que tendría que confiar en él. Ojala
todo saliese bien.
- De acuerdo, ¿y Lysandro? ¿Lo dejo solo? – pregunté de mala
gana, ahora iba a tener que dejar a mi pobre albino solo.
- No creo que le importe, sino ya sabes, le haces una visita
nocturna – me dedicó una sonrisa burlona y se acomodó en el sofá, más relajado
ahora que había accedido a su petición. No pude evitar reírme cuando dijo
aquello, me sonaba tan estúpido.
-Teniendo en cuenta a quien tiene no creo que quiera
cambiarlo por mí … - joder, se me había escapado. Yo y mi gran bocaza.
-¿Tú sabes lo de Lysandro? – Castiel estaba atónito, no sé
si era por el hecho de que lo supiera o porque lo había aceptado sin problemas.
En cualquier caso no quería seguir con el tema.
Ambos permanecimos en silencio un rato sin saber que decir o
que hacer. El ambiente cada vez era más incomodo. Por fortuna, pronto
aparecería mi salvadora.
-Oye Cas, ¿no te gustaría compartir una habitación conmigo?
– Sunset estaba detrás de susurrándole al oído a Castiel, quien no pudo evitar
ponerse de pie de un brinco y alejarse de sofá. – Se que te
impresiona primero ver mi cuerpo semi desnudo y luego escuchar mi dulce voz tan
cerca, pero contrólate, que hay gente mirando.
Las dos nos empezamos a reír de la actitud del pelirrojo que
empezaba a desesperarse de nosotras, pero Castiel no era tan fácil de incordiar. Este devolvía
los ataques.
- Sabía que todo esto era una trampa para apoderaros de mi
cuerpo – afirmó inconsciente de que eso tenía parte de verdad, solo que él no
lo sabía, Aún. Creyendo que había ganado el asalto se fue hacia la puerta.
- Cas, ¿qué haces? ¿ya te vas? si todavía ni he
empezado a acosarte – Sunset corrió hacia la entrada y alcanzó al pelirrojo que
estaba a punto de marcharse.
-¿Pero tú has visto qué hora es? No quiero dejar a
Demonio más tiempo en casa solo – el amor de Castiel hacia su perro llegaba a
ser obsesivo. Pobre chico, había estado mucho tiempo solo. Mientras Sunset
parecía estar riéndose de lo que había dicho pero disimuló para que Castiel no
se enfadase.
-Oye Cas, me han dicho que en mi cama hay otro tipo demonio...no
sé si me entiendes - Sunset volvió a la
batalla verbal contra el pelirrojo. Ver a estos dos hablando era un espectáculo
eso estaba claro.
- Lo siento, pero voy
a tener que rechazar tu generosa oferta por hoy- le dedicó una sonrisa picarona
y se giró de nuevo hacia la puerta. – Y lo de Demonio iba en serio.
-¡PERO NO TE VAYAS,
QUE AQUÍ TENEMOS ESTO! – Sunset se agachó un momento y cogió algo del suelo.
Tengo que admitir que aquello me sorprendió. Había cogido a su gata Kya y ahora
se la estaba achuchando a Castiel en toda la cara.
-¡APARTA ESA BOLA DE
PELO DE MI CARA! – gritó histérico mientras trataba de alejar los brazos de Sunset de él sin
tocar a Kya. Su cara era buenísima; una mezcla entre pánico asco y yo que sé que más. Yo me estaba descojonando.
Entretanto abrí la puerta principal y permití que entrase toda mi
caballería.
En primer lugar Kim, Daliana y Gemma se tiraron sobre Castiel para poder
inmovilizarlo. Una vez neutralizado Natilyn y Audrey cogieron una silla y lo
ataron a ella. Por supuesto el pelirrojo intentó escapar con todas sus fuerzas
y nos insulto de todas las formas posibles, pero contra nueve no podía hacer
nada. Iruchi y Dawnie intentaron calmarlo, claro que si mientras tanto Kazu y
Tannya estaban echándole fotos, iba a ser complicado.
Yo y Sunset observábamos la escena, y lo único que se me ocurrió pensar fue
que donde se habían puesto el pijama, quiero decir, todas entraron ya listas
para la fiesta y no creo que se hubiesen cambiado en la calle.
-Nacu, misión cumplida – me dijo Gemma con
una sonrisa en la boca. Antes de que pudiese decir nada, ellas empezaron su
propio dialogo.
-Oye ¿Castiel va a pasar la noche con
nosotras? – preguntó Daliana midiéndose el labio inferior. Más de una se tapó la nariz a riesgo de
sufrir una hemorragia nasal.
-Si se queda yo me lo pido de almohada –
intervino Kim medio riéndose por su propio comentario.
-De eso nada, yo también lo quiero – dijo Tannya
poniendo morritos.
- Chicas la noche es larga, podemos
tenerlo todas – Dawnie intentó hacer de intermediaria pero la cosa era
delicada, teníamos al sexy pelirrojo atado y eso… eso era una oportunidad
única.
-Tampoco pasa nada si nos lo quedamos una
semanita ¿no? Total, Castiel no va mucho a clase – vaya, le faltó tiempo a
Natilyn para soltar una burrada, tentadora, pero una burrada. Pude ver como el
pelirrojo estaba cada más pálido y me miraba con ira. Este no volvía a mi casa,
eso seguro.
-Qué bestia Natilyn, pobrecito… - comenzó
a decir Kazu – yo me lo pido el viernes.
-Pues yo me lo pido el sábado que no están
mis padres – especificó Audrey con ímpetu. No me podía creer que lo estuviesen
diciendo en serio.
- Eso no vale, yo también lo quería el
sábado. Mejor lo hacemos por sorteo – cuando Iruchi dijo esto ya me plantee intervenir.
Lo próximo sería con que parte del cuerpo de Castiel se quedaban.
- A ver chicas no desvariéis, ya sabéis
para que es esta reunión así que nada de sueños estúpidos ¿ok? – concluí dando
por finalizada la conversación anterior. Además estaba viendo como Sunset se
ponía en posición de ataque por su pelirrojo y eso si que era peligroso.
Pusimos a Castiel frente a la tele y nos
sentamos todas las del club alrededor para poder ver también.
De repente escuchamos
en sonido de una silla que se estaba arrastrando. Todas nos giramos rápidamente
y vimos como Sunset intentaba llevarse a Castiel a su habitación.
-Hola, he visto que
estaba en una corriente de aire y he dicho…Pobrecillo, no se vaya a resfriar
ahí – todas la miramos con los ojos entrecerrados ante su triste escusa, hasta
el pelirrojo miró así a su nueva secuestradora - Venga, va a aprender
más conmigo en una noche que en una semana con vuestros videos.
Desgraciadamente, lo que decía Sunset seguramente sería
cierto. Pero me negué en rotundo.
-¿Quien ha dicho que
yo tenga algo que aprender? ¿Y quién ha dicho que lo vaya a aprender con
vosotras?- por primera vez el prisionero intervino dejando clara su experiencia,
pero por muy experto que fuese nunca había estado con un hombre y de eso
estábamos todas seguras.
Daliana y Natilyn
recuperaron a Castiel, pero esta vez Kim propuso que lo atásemos a un sitio más
seguro. Conclusión; lo atamos a la mesa. Gemma dijo que aquello parecía más un
rito satánico que una quedada para ver Yaoi pero la verdad es que nos importaba
poco. Teníamos al pelirrojo, era suficiente.
-Lo siento Cas, lo
intenté- Sunset le dio un par de palmaditas en el hombro a Castiel y volvió a
su habitación a seguir leyendo.
Pusimos un DvD de
Junjou Romantica que Kazu había grabado para la ocasión. Todas disfrutamos de
una agradable serie Yaoi que era ya un clásico.
Al cabo del rato
Dawnie y Tannya comenzaron a jalarme de la manda del pijama. Justo en el
momento de todo el “asunto”. Me giré y ambas me hicieron un gesto para que
guardara silencio y señalaron a Castiel.
Casi me desangro allí
mismo, Kya se había escapado de la habitación de Sunset y ahora estaba sobre el
pelirrojo acomodándose en su falda ronroneando. Aunque lo mejor fue la cara de
él, se estaba mordiendo el labio
inferior con una cara de asco subliminal. Encima como estaba maniatado no podía
quitársela.
Lo lógico hubiese sido
quitarle la gata (que se había quedado dormidita) de encima, pero la idea de
Audrey me gustó más. Esta se dirigió a su mochila y sacó una cámara de fotos la
para poder capturar la escena. De nuevo, habíamos conseguido un buen material
para el club.
Entre que acabábamos
de torturarlo una cosa y otro, se acabó el primer DVD. Le di el segundo a Iruchi y ella se encargó de
preparar el siguiente mientras yo iba a preparar algo de comer.
Me pellizqué la frente
varias veces sin saber que preparar, tenía algo listo pero éramos demasiadas.
Pregunté si alguien quería ayudarme pero todas se pusieron a mirar hacia otro
lado evitando contestar. Sunset se acercó pero le dije que se fuera, tenerla en
la cocina era un peligro.
-Yo te ayudo, si me
desatas claro – las palabras de Castiel eran dudosas. Estuve meditándolo un rato
y todas me observaron en silencio esperando una respuesta. Terminé soltándolo;
era demasiada comida para hacerla yo sola.
Una vez tuvo las manos
libres, nuestro prisionero pelirrojo trató de quitarse la bolita de pelo que se
le había quedado dormida encima. Le dio unos golpecitos pero ni se movió.
Cansado de que la gata lo ignorase terminó empujándola y haciendo que se cayese
de sus piernas. Y como Kya tiene tan buen despertar, se enfadó y le arañó la
mano.
-¡Me cago en tus
muertos jodida bola de pelo! – Castiel retiró la mano rápidamente y se miró la
herida. Eso le pasaba por molestar a una gata. Intentó cogerla pero Kya salió
corriendo y se puso en los pies de su dueña que no tardó ni un segundo cogerla
entre sus brazos.
Sunset la acarició
lentamente mientras le dedicaba al pelirrojo una mirada asesina.
-Pareces la mala de un
cuento – concluyó Castiel desistiendo en la captura de la gata.
- Que sepas que has perdido tu
oportunidad de acostarte conmigo esta noche, Cas – todas se sorprendieron con
las palabras de Sunset menos yo. Ya sabía que nadie podía decir nada malo de
Kya, ni Castiel siquiera.
Mientras todas mirábamos a Sunset el pelirrojo aprovechó para huir
por la puerta principal. Error, ya había echado la llave. Nervioso cambió el
rumbo y se encerró en unas de las habitaciones de la casa, en mi habitación
concretamente.
Me acerque con tranquilidad a la puerta que por supuesto él estaba
bloqueando desde el otro lado.
-Castiel escúchame, no enciendas la luz ¿vale? Hazme caso. Es por
tu bien. – por supuesto diciendo aquello no estaba intentando que saliese. Solo
quería evitar que no le diese un ataque.
Pero como el muy imbécil es como es, ignoró mis palabras y
encendió la luz. Segundos más tarde dio tal grito que seguro que había
despertado a todos mis vecinos.
Abrí la puerta y me lo encontré pegado a la pared pálido como el
yeso. Los había visto. Si, a mis queridos Angelo y Chaos. Mis dos Bjd que tenía
sentados en un sillón. No entendía porque
a la gente le daban tanto miedo.
Sunset se apiadó de él y le abrió la puerta principal dejando que
se fuese.
-Entiendo cómo te sientes Cas – le dijo antes de que el pelirrojo
se fuese – a mí me hace sacarles fotos. Por cierto, con esto me debes otra
noche de sexo desenfrenado.
Castiel se fue y perdimos nuestro juguete, fue divertido mientras
duró.
Pero antes de reunirme con las demás me quedé un rato abrazando a
mis queridos muñecos, los pobres, tener que soportar aquello era un insulto.
Todas me miraban con cierto miedo desde el pasillo hasta que Sunset cerró la
puerta de mi habitación dejándome a oscuras con mis amados dolls. “Dejadla con
su demencia” creo que dijo.
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Narrador Omnisciente;
Castiel estaba sentado en uno de los bancos del patio fumándose un
cigarro. Normalmente no lo haría en aquel lugar, tan a la vista, y mucho menos
a esa hora de la mañana. Pero el secuestro de la noche anterior y el asunto de
la excursión cultural le habían hecho perder los nervios.
-¿Qué haces aquí? Se supone que tenemos clase – una melodiosa voz
lo sacó de sus pensamientos y se sentó junto a él.
- Lo mismo va para ti Lys, - dio una última calada y tiró el
cigarro al suelo apagándolo con el pie. – No me siento con ánimo para aguantar
al gilipollas de inglés. Tengo cosas más importantes en las que pensar.
Ambos se quedaron en silencio. Muchas de las veces que estaban
juntos no necesitaban decirse nada. Quizás por eso habían llegado a ser tan
buenos amigos.
-Nacu me ha dicho lo de las habitaciones, a mi no me importa. Pero
ella tiene razón, debes ser cauto. – aunque Lysandro no cambiase su expresión
estaba realmente preocupado, pero eso solo eran capaces de verlo algunas
personas.
Castiel se rió un poco, en el fondo sabía que sus amigos estaban
en lo cierto. Él tampoco quería cagarla.
-Lys, Nacu sabe lo tuyo con… bueno, ya me entiendes – el pelirrojo
miró a su amigo, le costaba mucho decirle eso, cuando él se enteró apenas podía
creérselo. Era su secreto y ahora Nacu también lo sabía.
-Ah… ya – Lysandro bajo la vista un momento pero estaba bastante
relajado, demasiado.
-¿Lo sabías? Joder tío, ¿Sabes el susto que me había dado? No
sabía cómo decírtelo… ¿Cómo se enteró? ¿Te espiaba? Porque no me extrañaría. –
Castiel estaba enfadado, nunca comprendía como ella se enteraba siempre de
todo. Claro que lo que de verdad le molestaba era que su amigo no se lo hubiese
dicho.
- Nacu fue un día a la tienda, va muy a menudo, pero ese día era
un poco tarde y … pensamos que ya no vendría nadie. Ella nos vio. Vino a comentármelo
al día siguiente, no parecía extrañarle nada de hecho, estaba contenta. – el albino
tenía una sonrisa nostálgica en el rostro. No le gustaba que sus amigos se
vieran involucrados en sus problemas, no quería molestarlos.
- Vaya, yo pensaba que le gustabas, que chica más rara. ¿Vas a
confiar en ella? – Castiel se relajó un poco, aún estaba un poco frustrado pero
eso era por otro motivo con el pelo más rubio.
- Sabes que podemos confiar en ella Castiel, en cualquier problema
que hemos tenido ella nos ha ayudado, y tú lo sabes mejor que nadie. – ahí Lysandro
tenía razón, pero no solo podían confiar en Nacu, Sunset también estaba siempre
ahí. Sin que ambos se diesen cuanta, habían hecho dos amigas muy importantes.