jueves, 14 de febrero de 2013

(16) Especial San Valentín

Lo prometido en deuda ¿no? Se que es tarde, está a punto de terminar... pero aún no es tarde!!! >o< En fin, aquí os lo dejo amores ; D que lo disfruten, y no, no tiene otra versión sin censura ni nada xD

IMP; El epílogo que queíais tambien está publicado así que cuidado no os lo vayais a saltar >.<

---



Un desastre.

Toda la cocina era un maldito desastre lleno de chocolate y de cacharros que ni siquiera sabía que existían, sucios. Nunca se me había dado bien la cocina pero… Hacer bombones es fácil, ¿no?
Pues no. A mí me había quedado una especie de bola negra que no dejaba de burbujear y estaba empezando a darme miedo.
En fin, ahora lo importante era recogerlo todo antes de que mis padrea regresasen, me matarían si viesen la que había formado. Lo que aun no me explicaba era, como había llegado chocolate al techo….

Suspiré agotado, ¿Por qué me metía en estos jaleos?
Todo era culpa de Nacu y Sunset que dan consejos de mierda.
“Regálale a Cass chocolate casero, en Japón es lo que se hace” me decía la morena.
“Sí, y te lo untas por el cuerpo y le dices <<Eat me>>” me soltaba la pelirroja.
Y así, y debido a que carezco de dinero porque obviamente NO tengo paga, (mi hermana sí, claro) tuve que recurrir a las artes caseras para las cuales, soy un negado.

Salí de mi casa cabizbajo y con la mirada clavada en el suelo. No tenía regalo, en menos de una hora había quedado con Castiel y encima, no me había podido arreglar porque mis padres habían “olvidado” poner la lavadora.

Muy bien todo….

Al llegar a la calle principal deambulé por algunas pastelerías, con sus suntuosos escaparates plagados de bombones y dulces perfectos para la fecha hacían que, incluso a quien no le gustase, tuviese que echar un vistazo aunque fuese solo para observar lo armonioso que había quedado todo.
En las fuentes, el chocolate caía sobre las distintas plataformas bañándolo todo a su paso. Los bombones y las tartas tenían forma de corazón y hermosas frases escritas en chocolate blanco por encima. Rojo, rosa, blanco y marrón. Esos eran los colores que adornaban las calles. Todo estaba precioso.
Pero claro, caro no, lo siguiente.
Tampoco era tan importante ¿no? Ni siquiera sabía si él le daba tanta importancia…
“¡Arg! Soy un desastre. Nunca hago nada a derechas…”

Unos minutos antes de llegar a la casa de Castiel, recibí un mensaje al móvil y, tras un rato rebuscando por todo los bolsillos del maldito chaquetón, conseguí encontrarlo.

“Espérame en casa
te he dejado las
llaves en el buzón
~Castiel~”

“¿Qué cojo…?” ¿Cómo se le ocurría dejar las llaves ahí?
Bueno, si alguien tuviese la tentación de entrar se las tendría que ver con Demonio así que…. Pobre del que lo hiciese.

Tras varios intentos metiendo la mano en la dichosa caja de metal, al final lo conseguí. Menos mal que tenía los dedos finos y que ningún vecino entró en el portal porque sino me hubiese muerto de la vergüenza.
Me acomodé en el sofá con Cassie dormidita en mi regazo. Y como no, la bestia que tenia Castiel por mascota se sentó a mi lado para chupetearme la cara. Qué asco. Ya no sabía qué hacer para librarme del bicho babeante.
-----

Abrí los ojos lentamente, no sabía cuando me había quedado dormido.  Algo rojo se cruzó con mi línea de visión, no lograba más que una mancha difuminada sin forma aparente. Aquella cosa rojiza se acercaba a mí lentamente, cada vez estaba más cerca hasta que al final, me besó.
Di un bote horroroso, no me lo esperaba, y acabé golpeándole con la frente. Cada uno nos hicimos una bola en cada extremo del sofá quejándonos del dolor.

-¿Cómo se te ocurre? ¿Tú eres tonto? – le pregunté enfadado mientras me acariciaba la frente, me iba a salir un chichón seguro.
-Y tú tienes el romanticismo en el culo – protestó él. Con la mano en la barbilla me miró con un atisbo de indiferencia que, a medida que bajaba por mi cuerpo se iba convirtiendo en una de esas exasperantes miradas lascivas que tanto solía contemplar últimamente.

Cuando me dio por seguir el recorrido de sus ojos, me encontré y no sé de qué me extrañaba ya, que mi camiseta estaba ligeramente arrugada y más cerca del pecho que de la cadera.
“Yo lo mato” murmuré para mis adentros con cierta ira. Pero me limite a cerrar el puño y aguantarme las ganas de matarlo.
Arqueando las cejas, Castiel me contemplaba perplejo. Seguramente estaba esperando a que lo golpease, pero no pensaba hacerlo, no esta vez por lo menos. Se iba a librar…
Me quedé callado un buen rato incapaz de decirle nada. Que irónico, parecía que solo sabía gritarle… ¿pero que le iba a contar?
“Esto, Castiel, te iba a regalar chocolate pero soy tonto del culo y lo he quemado así que no tengo regalo de San Valentín.”
Pues no. De hecho ni siquiera sabía si él tenía algo… Esto ya lo he pensado ¿verdad?

Permanecimos en silencio sin pronunciar palabra, cada vez que uno abría la boca para decir algo volvía a cerrarla bajando la mirada. Una situación la mar de relajante….
Casi prefería tenerlo encima que callado…
Omitid eso último por favor.

-Nath… - tragué saliva al oír mi nombre y me giré hacia él – hoy podríamos quedarnos aquí – me dijo mientras se acercaba sigilosamente, como un lobo que aparece en mitad de la oscuridad en lo profundo de un peligroso bosque. Sus pupilas centelleaban intensamente, eran un hermoso espejo donde podía ver mi reflejo. Sus labios entreabiertos me llamaban sin sonido alguno, hambrientos, deseosos… como yo.

-¡Nath! – volvió a repetir ahora más alterado después de ver como lo había ignorado completamente.
-Eh, si – me deshice de todos esos pensamientos sacudiendo la cabeza un par de veces y volví a la realidad – creo que sería un buen día para ir al centro, a las tiendas y eso – era el último recurso que me quedaba para comprarle un regalo.
-¿Tanto miedo tienes de quedarte a solas conmigo, “gatito”? – sus labios volvían a mostrar esa malicia obscena tan propia de él, sus ojos me devoraban en silencio y yo, estaba a punto de caer de nuevo.
-No es eso – conseguí responder al fin – bueno sí pero… - hice de nuevo una pausa y lo miré fijamente intentando no distraerme – en el centro podría comprarte un regalo por San Valentín por eso…
-¿A mí? ¿A mí para qué?
“Arg, no se… ¿Por qué eres mi novio? Zo´ cenutrio” pensé a pesar de que aún no era capaz de asimilar perfectamente el concepto de “novios”. Porque, lo éramos, ¿no?
-No tienes que comprarme nada – dijo con ese tono insensible suyo que tanto dolía. No era cuestión de comprar algo o no, sino de demostrar que todo esto no me importaba una mierda – Prefiero que nos quedemos en casa.

Vale, yo también pero no lo iba a admitir y menos delante suya. Además no me terminaba de convencer, seguía sintiéndome culpable solo se me ocurría una forma de compensarle y no me veía capaz de sinceramente.
Para él en cambio parecía más que suficiente. Se inclinó lentamente sobre mí obligándome a que me tumbase sobre el sofá, su cuerpo quedó sobre el mío. No estábamos en contacto, ni tan siquiera estábamos cerca pero, mi piel ardía como si lo tuviese  justo al lado, el calor se extendía por cada recóndito lugar de mi ser, reaccionaba con solo nota su presencia.
Me quedé inmóvil, mis ojos se deslizaban por los modernos muebles del salón, lo miraban todo, y no veían nada. Cada segundo parecía eterno, estaba esperando a que me besara, lo estaba deseando y él lo sabía. Se reía maliciosamente mientras observaba mi rostro contrariado. Poco a poco sus labios se iban posando sobre los míos sin hacer nada, su aliento rozaba mi garganta atrayéndome peligrosamente. Quería que diese yo el primer paso.

Después de todo lo que había pasado, que incluso habíamos pasado la noche juntos, me costaba horrores besarlo. Ese estúpido pudor seguía atormentándome, quería aceptarlo, quería ser sincero con él, decirle lo que sentía pero no era solo vergüenza lo que me perseguía.

Miedo.
Si, no podíamos mantenerlo en secreto eternamente ¿Qué pasaría cuando todos se enterasen? El mundo había cambiado, era más tolerante, pero eso queda muchas veces en la teoría. Los rumores, las miradas, las risas, las burlas… todo ello caería sobre nosotros, yo… tendría que contárselo a mis padres…
Sin darme cuenta, había empezado a temblar.

-¡Nath! – la voz de Castiel me sacó de mi pesadilla, sus manos me sujetaban por los brazos, protegiéndome. Tenerlo cerca siempre era como despertar en un sueño.
-Castiel, ¿qué somos? – Se quedó perplejo, me miraba interrogante, preocupado por la sinceridad de mi rostro.

De repente su risa me dejó anonadado, ¿de qué diantres se reía?

-¿Quiere que te pida salir para que puedas decir que eres la novia del “chico malo”? – hijo de la gran… que facilidad tenía para cargarse cualquier momento emotivo.
-Va en serio, te un poquito en cuenta las cosas, la gente, que pens…
-Me importa una mierda la gente Nath – Me interrumpió con tono tajante – Ya lo sabes, y mucho menos lo que digan. Estoy aquí contigo, el resto me la suda. A ti debería pasarte igual. – tragué saliva con nerviosismo, sus palabras eran directas, y totalmente ciertas.

Pero por desgracia la sociedad no es algo que puedas ignorar y si quieres vivir en ella, no puedes ir por libre o quedarás fuera.

-Joder, ¿quieres dejar de preocuparte por cosas que aun no han sucedido? Intenta ser positivo, por una vez – mi pelirrojo se sentó en el sofá echando la cabeza hacia atrás. Estaba enfadado. Bien por mí y por mí jodida habilidad para verlo todo negro.
-Lo siento – dije mientras me apoyaba en su hombro – pienso demasiado…
Y tenía razón, me encantaba complicar las cosas. Si eran fáciles me producían desconfianza. Supongo que es un acto un poco masoca…

Aprovechando que había bajado la guardia, tomó mis manos y me obligó a tumbarme sobre el sofá, otra vez. Y con esa querida violencia suya asaltó mis labios. Aquel esperado beso llegó por fin. Me ardía la garganta, el calor se iba extendiendo por todo mi cuerpo. Estaba cayendo.
Cuando quiso separarse de mí lo retuve, no dejé que se fuese, quería mantenerlo conmigo. El se rió, yo no era capaz de empezar, pero tampoco era el que paraba.

-Pensaba que no te gustaban los dulces, “gatito” – dijo mientras su lengua se deslizaba por la comisura de sus labios saboreándolos cuidadosamente.
“¿Dulces?... el chocolate…”
-Y no me gustan, intenté hacer chocolate – puse los ojos en blanco un momento y suspiré – pero lo quemé…
-¿Chocolate? ¿No me digas que Nacu y Sunset te han contaminado con los comics chinos esos? –había dado en el clavo.
-Japoneses – le corregí.
- Lo que sea. Sabes que eso del chocolate es lo que hace las chicas, ¿no? – me quedé de piedra, mi rostro empezaba a enrojecer pero no de vergüenza precisamente. “Malditas hijas de la gran…” menudo par de elementos tenía por amigas, yo no sé para que les hacía caso.
-Por eso querías ir al centro – comenzó a decir – bah, ya me lo compensarás de “otra forma”.
Oh dios, como me preocupaban aquellas palabras…

De repente, Castiel se levantó y se fue corriendo a la cocina. “Treinta segundos” me dijo. ¿Qué cojones...? Me quedé tal y como estaba, tumbado en el sofá con el ceño fruncido.
Algo no me olía bien… no, ostras, olía demasiado bien. A chocolate…

Aún en el limbo, sin ser capaz de imaginarme lo que estaba a punto de ocurrir, el pelirrojo volvió y de un jalón me levantó del sofá y me arrastró con él.
En el camino solo pude fijarme en una cosa… no llevaba la camiseta. Cada vez estaba más confundido.
En pocos segundos, y sin haber asimilado nada aún, acabé en la cama boca arriba con Castiel encima quitándome la camiseta.
O yo estaba más lento de lo normal, o este chiquillo hoy estaba hiperactivo.

Habiéndome dejado medio desnudo, recuperó un pequeño cuenco que había traído desde la cocina. Con suma tranquilidad introdujo uno de sus dedos en el interior y lo sacó envuelto en una fina capa de chocolate fundido que caía de nuevo en el vaso. Sus labios saborearon el chocolate lentamente, su lengua jugueteaba  devorando todo lo que encontraba a su paso.
Aquella visión era insoportable. Sus ojos me desafiaban mientras su boca me llamaba hambrienta. Tragué saliva, solo conseguí quedarme quieto.

-No me gusta el chocolate… - bien… BIEN. “Muy bien Nath, cortando el punto. Yo soy imbécil”
Pero no parecía importarle, me hizo un gesto para que me callara y con el mismo dedo de antes asaltó esta vez mi boca, entrando totalmente en ella. Mi lengua se deslizaba por su piel saboreando los restos de aquel maravilloso dulce “amargo”.
Era chocolate negro.

-¿Ves como sí te gusta? – rió con malicia. Me mordí el labio sonriendo sutilmente. Tenía razón, siempre tenía razón.
- Que tal si, ¿jugamos un rato? – me tentó mientras jugueteaba con la cuchara con la que removía el chocolate. La sacó con cuidado de que no gotease y me la aproximó hasta dejarla a tan solo unos centímetros.
Sin dudarlo, relamí el cubierto ansioso. Quería saborearlo, devorarlo lentamente, sentir su calor pero sobre todo, lo quería a él.

---

Me desperté  al cabo del rato. Bueno en realidad no había llegado a dormirme, me había limitado a observar como Castiel descansaba a mí lado. Me quedé jugueteando con su pelo un rato, era tan suave. No me extrañaba que tuviese tantas cremas en el baño.
Me sentía pegajoso y desnudo (bueno, es que lo estaba) pero no me puse nada. No tenía ganas, quería quedarme así un poco más de tiempo.

-¿Quieres que te de unas gomillas y me coges unos cocos? – me dijo mientras abría los ojos poco a poco.
-¿Puedo? – pregunté riéndome al imaginar tal escena.
-No – se lanzó sobre mí aplastándome con su cuerpo, nuestras pieles estaban en contacto completamente. Era bochornoso, pero ni mucho menos tenía intención de quitarme.

Después de besarnos varias veces fue él quien, dejándome a cuadros, se levantó y salió de la habitación. Desnudo eso sí.
Cuando volvió traía entre sus brazos un ramo de flores azules, preciosas, pero flores. Me pegué a la cabecera casi por instinto. Polen… “ya verás tú como me voy a poner…”

-No seas desconfiado, que no tienen polen idiota – me dijo mientras me lanzaba el ramo a la cara. – Son muscaris, o eso me dijo el chico ese que está en el club de jardinería.
Las abracé con fuerza mientras las olía, siempre había querido hacerlo pero nunca había visto flores así. Las adoraba y no podía acercarme. Pero lo que me sorprendió fue, que él lo supiera.
-Gracias – susurré aún con ellas entre mis brazos, él sonrió complacido y se sentó junto a mí.
- Mira que eres inútil, te gustan las flores y eres alérgico.- empezó a reírse de mi desgracia aunque poco me importaba, estaba demasiado feliz. – Anda, ¿porqué no miras un poco más?
“¿Mirar? ¿Mirar el que?” me preguntaba intrigado. Entonces me percaté de que entre las flores había una pequeña cajita.
“Por favor que no sea…”
Lo era, era un jodido anillo. Después era yo el cursi.
Era precioso. Se veía que era de su estilo pero se había moderado. Era ancho y grueso, (oh dios, voy a omitir lo que me ha venido a la cabeza por unos segundos…) tenía cinco diamantes cuadrados incrustados. Lo saqué como si fuera una pieza frágil y delicada, romperse no sé pero costar seguro que había costado un riñón. Le di vueltas entre mis dedos y descubrí un mensaje en su interior…
“Propiedad de Cas. No tocar.”
Lo mataba si no fuese porque me gustaba demasiado.

-¿Y esto? – pregunté con una sonrisa mostrándole como quedaba en mi dedo anular.
- Mira que eres lento, mira la caja – me dijo suspirando intranquilo.
¿La caja? Cuando volví a cogerla me fijé en que tenía una inscripción en su interior…

“13-Nov-12 al 13-Feb-13”
Tres meses, ya habían pasado tres meses.

-Entonces… - tragué saliva con dificultad, se me había hecho un nudo en la garganta que apenas me dejaba articular palabra - … ¿estamos saliendo?
- Ah, ¿lo de que te pidiese salir iba en serio?  - preguntó con los ojos abiertos como platos.

No me lo podía creer, flores, anillo, “chocolate”…. Y yo, nada. No me esperaba que fuese tan perfeccionista. Inconscientemente me reía como una adolescente a la que acaban de regalarle su primer clavel por San Valentín.
Aunque, aún podía hacer algo. Esas cosas que no estaba dispuesto a hacer ya no estaban tan lejanas.
Me incorporé de un salto y salí de la habitación corriendo. Dejé las flores en la cocina en un jarro de agua mientras esperaba y luego regresé al dormitorio.
Me apoyé en el marco de la puerta y empecé a remover el chocolate recién fundido que había hecho. Con cuidado metí el dedo, estaba caliente, pero no quemaba. Lo introduje en mi boca tal y como él había hecho antes. Esta vez, era él el que se relamía los labios desde la cama.

-¿Y eso? – preguntó pícaramente.
-¿Una compensación? – le contesté segundos  antes de que me agarrase y me obligase a caer sobre él.

Flores
Anillo

Epílogo de ... ~Una cena llena de sorpresas~

Bueno chicas antes que nada gracias por soportar mi ausencia!! >.< Ya he pasado todos mis exámenes y puedo vivir de nuevo!! ;o; ainsh...
En fin, como todas me pedísteis saber COMO reaccionaría Nath despues de aquella noche tan especial (mira que sois sádicas xD) Pues nada, aquí os traigo un MINI-Epílogo, y recalco lo de MINI porque no es un cap e__e
Esta noche poblicaré el especial de San Valentín, que me falta solo la parte perver y quiero que me quede bien ¬////¬ chaosuu~~

Ah, se me olvidaba xD Un regalito que espero terminar pronto :3 ¿Os suena?
Dibujo especial Navidad : D

----

Epílogo



“Dios mi cabeza…”

Me sentía como si un camión me hubiese aplastado el cráneo. Miraba a mi alrededor aturdido, todo parecía moverse….
Poco a poco fue reconociendo los muebles, aquello no era mi habitación. Me incorporé con cuidado, ¿Por qué diantres me dolía todo tanto? ¿Qué cojones había pasado?
A ver recapitulemos…

Llegamos a casa de Castiel, conocimos a … maldita sea ¿cómo era? … ¡Ah! Sí, Will, el prometido no inventado de Sunset. Nos hicimos los regalos, los dichosos regalos de mier…
Y luego, creo que discutí con la pelirroja y no pusimos a beber por una estúpida competición.
Vale, después de eso no recuerdo nada, perfecto.

Entonces… ¿¡¡Cómo carajo había llegado a la cama de Castiel y desnudo!!?
Tenía la horrible sensación de que había hecho algo que no debía. Yo no volvía a beber ya en mi vida…
Cogí una de las almohadas y comencé a golpear al maldito engendro que tenía dormido a mi lado (también desnudo) con una cara de salido muy desagradable.

-¡Que cojones! – Se quejó levantándose de un salto - ¿Tú estás loco? ¿Me quieres matar?
Me miró de arriba abajo y ante mi cara de incertidumbre empezó a reírse. Eso era malo, seguro.
-No te acuerdas de nada, ¿verdad? – Negué con la cabeza – Que pena…

Me estaba poniendo de los nervios  con esa risa de “yo si lo sé” que le estaba saliendo. Era la segunda vez que tenía la oportunidad de ahogarlo con la almohada y la desperdiciaba. La próxima vez, será la definitiva.

-Digamos – empezó poniendo una cara tan… ¿sucia, guarra, pervertida? que me erizó la piel – que ayer tomaste unos tragos de más.
No lo pillé. Obviamente.
Con la mirada perdida intentaba recordar lo que había ocurrido pero no conseguía llegar a nada. “Unos tragos de más…” Y así me quede, por lo menos quince minutos con el gesto torcido sin reconstruir mis pensamientos olvidados adecuadamente.

Castiel pasó de descojonarse en mi cara a negar con la cabeza, asombrado de lo absolutamente torpe que yo resultaba para estas cosas. Y al final en un acto compasivo, o más bien de sadismo, se dignó a decírmelo de una buena vez.
“Que me la chupaste imbécil” me susurró al oído mientras mi cuerpo, helado, se desmoronaba como una montaña de arena.

----

-¡Nath abre la puerta! – gritaba histérico mi pelirrojo inútilmente, acababa de descubrir el pestillo que tenía el cuarto de baño e iba a utilizarlo en mi defensa. - ¡Te juro que tiro la puerta abajo! – continuó, aporreándola con fuerza.
-¡Adelante, estás en tu casa! – le grité agazapado en una esquina. No tenía ganas de mirarlo a la cara, no sabía cómo.

….
¡Joder! ¿Cómo había llegado a hacer algo como “eso”? ¡Yo! Debía estar muy borracho eso seguro….

Me lamente solo, no, solo no. Sin saber cómo Demonio y Cassie habían acabado encerrados conmigo en el baño. Yo estaba liado en una toalla porque en la maldita casa hacia un frio de narices mientras mi adorable gatita se entrelazaba por mis piernas y la bestia del pelirrojo, la cansina bestia que se ha obsesionado conmigo como su amo, me chupeteaba la cara, otra vez.

Qué asco de todo, que asco de noche, que asco de día….
¡No pensaba salir nunca del baño!
Con la tecnología de Blogger.