martes, 8 de enero de 2013

(15) Especiel post-Navidad ~Una cena llena de sorpresas~



Waaaaa >o< bueno he batido mi recor en el curso.... lo he escrito rapidito no? xDDD Pero teneís que darle las gracoas a Sunset, ella a sido la que me a acosado todas las fiestas para que escriba ;___; pobre de mí!!
Pero bueno xD ya terminé y como ahora voy a estar una temporadita liada por los exámenes pues os dejo este regalito más largo de lo normal ; D 

Nota; no está editado, se lo enviaré a Riruka pero no sé cuando lo tendrá.
Nota2; Esta versión está sin censura ¬////¬ y tiene un hermoso dibujo hecho por Sunset con todo su cariño para que comprendais mejor la historia xD jajajaja me encanta.
Nota3; Os dejo unas imágenes de los personajes de este cap que no son los del juego para que los visualiceis mejor ^-^ dentro de poco pondré sus fichas  ; D 
Sunset     Will     Nacu  (click en los nombres~~)


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Las navidades habían acabado. Ya ningún adorno colgaba de las farolas de la villa, ni nadie compraba ya juguetes o dulces en las tiendas.
No, la magia había desaparecido de las heladas calles para volver a la monotonía del curso.
Nathaniel titiritaba de frío mientras intentaba, inútilmente, calentarse las manos con su aliento. Allí, en la soledad de aquella glaciar noche recordaba todo o que había pasado.
No fueron ni tres días lo que estuvo conviviendo con Castiel hasta que su madre se  presentó en el instituto pidiéndole que volviese a casa. ¿Y para qué? ¿Ahora quería formar la familia feliz?

Por supuesto, no. El motivo era muy simple. Se aproximaban las navidades y ello significaba, el encuentro de toda la familia. ¿Qué hubiese pasado si todos esos buitres que tenía por parientes no le viesen allí?
Máscaras, así se formaba el mundo y el padre de Nathaniel no estaba dispuesto a perder autoridad ni mucho menos a demostrarlo.
Desde que regresó todo volvío a como era antes, la vida se tornó amarga como el café. El sol, ya no iluminaba de la misma manera.

Pero había algo muy distinto, muchas cosas ocurrieron con Castiel y en concreto una sería la causante del drástico cambio que daría su vida.
El delegado había podido “evitar” al pelirrojo pues este estuvo en Holanda pasando las navidades con sus padres.
Pero finalmente hoy, un día antes de la vuelta a clases, se encontrarían  de nuevo.



De repente, un coche completamente negro con las ventanillas tintadas frenó en seco delante de él haciéndole retroceder un par de pasos ligeramente asustado.

-Siento la demora – dijo un voz desde el interior mientras la ventana bajaba – Alguien se entretuvo haciendo compras de última hora en el aeropuerto. – Leigh le dedicó una cordial sonrisa y le hizo una seña para que entrase.
Sin entretenerse abrió una de las puertas traseras y se dispuso a entrar.

-¡No hay sitio! – gritó alguien desde dentro cerrando la puerta bruscamente.
-¡Sunset, que se me va congelar el pobre ahí fuera, leches! – Le regañaba otra desde el vehículo – Lo siento Nath, estamos escasos de espacio pero nos apretujamos y listo – Nacu volvió a abrir la puerta y jaló del rubio para que entrase - ¡Sunset échate para allá!

Cuando el delegado se asomó, efectivamente ya había tres personas en el coche a parte de Leigh que conducía y Lysandro que estaba de copiloto.
Al único que no reconocía era a un joven de cabellos negros que acabó con Sunset encima. ¿Quién diablos era ese chico? Al menos podrían habérselo presentado ¿no?
Se quedó un rato observándolo, era sin duda, bastante atractivo. Parecía bastante alto, como el albino. Vestía una camisa y unos pantalones negros arreglados pero no bien colocados. La camisa estaba abierta y sin corbata y el pantalón ligeramente arrugado.
Pero, ¿qué hacía mirándolo? O más importante aún, ¿desde cuándo se había empezado a fijar en los hombres?

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El trayecto se hizo insoportablemente silencioso. Entre que ninguno era precisamente buen orador y lo sorprendentemente rápido que conducía Leigh, todos parecía haber perdido el habla.
Pero Nathaniel no estaba en absoluto disgustado. Primero porque estaba demasiado feliz de volver a ver a su pelirrojo…. Bueno, y a sus “amigas” también que acababan de llegar de España de visitar a su familia. Además como le habían encasquetado a Kya, la gata de Sunset que estaba en su trasportín, se entretenía bastante intentando jugar con ella. Aunque lo único que consiguió fueron varios arañazos en la mano.
Al cabo del rato, una melancólica sinfonía comenzó a sonar. Era el móvil de Lysandro que por alguna fuerza extraña de la naturaleza no estaba perdido.

-¿Si?... ¿Castiel, ocurre algo? – el albino aguardó unos instantes a que su amigo terminase de de hablar pero antes de poder hacerlo, Sunset se abalanzó sobre él y le arrebató el teléfono.
- No compres el pavo – dijo la pelirroja mientras le dedicaba una malévola sonrisa al rubio – ya te lo llevamos para que lo rellenes.

Al principio el delegado no prestó atención aunque aquellas palabras estuvieron dando vueltas por su cabeza un buen rato hasta que, finalmente, cayó en el doble sentido de aquella frase… “para que lo rellenes
“Qué tía más bestia” pensó acostumbrado ya a tales cosas.
-Sí, yo también te quiero – concluyó Sunset justo antes de colgar. Obviamente, lo estaba buscando pero la paciencia no le iba a fallar, no ese día.

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Nada más llegar, el joven de cabellos rojizos abrió la puerta de su casa malhumorado. Por supuesto, no le había hecho gracia tener que esperar, pero lo que más le irritaba era que ninguno iba especialmente arreglado. Al contrario que él, que entra la camisa, la corbata y los zapatos ni parecía él, por no hablar, de lo incómodo que era aquello. Aunque el delegado no pensaba lo mismo, ver a su pelirrojo vestido así era, una de las cosas más deseables del mundo.
Ambos intercambiaron miradas pero ninguno dijo nada, a decir verdad Nathaniel había estado esperando algo más emotivo, llevaban mucho tiempo sin verse. Sin duda, fue estúpido por su parte esperar algo cariñoso de parte de Castiel.

-Disculpa el retraso Castiel, “alguien” – dijo Nacu refiriéndose descaradamente a su amiga – se ha llevado treinta minutos para elegir un regalo.
La joven morena entró en la casa saludando al anfitrión desde lejos, eso de dar dos besos como la gente normal no iba con ella.
Cuando todos hubieron entrado, Sunset se puso en el centro y empezó a hablar.

-Bueno, ahora lo más interesante que os va a pasar en la noche. Os voy a presentar a mí prometido – y ensanchó una enorme sonrisa.
- ¿Aún no lo habías presentado? – preguntó Castiel sorprendido.
- No hijo, ella tiene que ser especial – le respondió la fujoshi acostumbrada ya a los actos de su compañera.
- Se llama Will, y es mío – empezó a decir – Will este es Cass, que ya lo conoces, estos son Lysandro y Leigh; los hermanos que visten igual de raro que Nacu – soltó sin reparo alguno – Y este – prosiguió refiriéndose a Nathaniel – Este es el juguete sexual de Cass.

Todos se qedaron en silencio, el pobre delegado agachaba la cabeza deseando que la tierra se lo tragase o mejor, que se la tragase a ella. Así no tendría que volver a escucharla.

“Maldita zorra” Pensaba una y otra vez.

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Mientras Nacu, Lyss, Cass y Will estaban en la cocina para terminar de preparar la cena, los otros tres  se quedaron (debido a su escasa capacidad culinaria) sentados en el salón.
Leigh parecía haber hecho buenas migas con Kya. La gata se había sentado en su regazo y se acurrucó mientras jugaba con los volantes de su camisa. Sunset aprovechó para jugar con Cassie que como aún era un cachorro y no se estaba quieta. En cambio Nathaniel, para su desgracia, el único que le prestaba atención era demonio, que estaba chupeteándole la cara. Daba igual cuantas veces lo quitara, el perro volvía; le había cogido cariño.

Aunque lo que más le inquietaba era Castiel. Estaba en la cocina hablando con Will como si se conociesen de toda la vida. Él siempre había pensado que Lysandro era su único amigo (el único que lo aguantaba…) pero realmente no sabía nada de sus conocidos ni cuál era su trato con ellos.
Aquello le inquietaba, intentaba escuchar lo que decían pero estaban demasiado lejos y acercarse, hubiese sido muy descarado.

“¿De qué cojones está hablando? ¿Porqué se están riendo tanto?”

Tenía que controlarse, después de todo eran celos sin fundamento.


La cena fue bastante entretenida, todos estuvieron hablando y discutiendo de diversos temas. Hasta Will, que no dominaba perfectamente el francés, estuvo charlando. Lo único destacable fue ver comer a los hermanos victorianos. No todos los días se ve a alguien utilizando cubiertos para comer aceitunas. Nacu también intentó hacerlo, pero nada más pinchar la aceituna esta salió disparada pasando a tan solo unos milímetros de la cara de Castiel y siendo luego atrapada por Kya, que nada más cogerla volvió a esconderse detrás del sofá.
Todo acabó en risas y carcajadas.

Al terminar volvieron al salón. Era el momento de los regalos.

-Bueno, empezaremos nosotras ¿vale? – preguntó Nacu, y como todos parecían estar de acuerdo, junto a Sunset empezó a repartir los paquetes.

A Leigh le regalaron un bañador de neopreno que cubría prácticamente todo el cuerpo y una toalla que parecía una gran capa negra. “Ahora ya te puedes venir a la playa” ponía en una nota “aunque te quedes bajo la sombrilla”. El joven no pudo evitar reírse, realmente no le importaba ir…. Si llevaba protección 90.
El siguiente fue Lysandro, de nuevo las risas acompañaron la velada cuando el cantante sacó de una bolsa un hermoso cuaderno con motivos victorianos con una correíta de la cual colgaba un bolígrafo. “Ya no perderás más el boli, intenta no perder el cuaderno.”

Ahora decidieron cambiar el turno y abrir los regalos de ellas. A Sunset le dieron una pulsera de pinchos y unas botas de “cazador de demonios” como decía ella, pues le recordaban a una serie que amaba llamada “Supernatural”.  Nada más ver los zapatos se quitó los que llevaba puesto y se los lanzó al delegado a la cabeza. Este, aguantándose las ganas de tirárselas a ella, las dejó a un lado del sofá. Aunque se quedó con las ganas…
Pero lo más “llamativo” fue lo de Nacu, un libro de “Como dibujar Yaoi”. La chica no se lo podía creer, ¿Dónde habían encontrado ese libro? ¿Y cómo es que ella no sabía que existía?

-Oh My God…. – susurró la morena - ¿Quién fue a comprarlo? – preguntó luego con curiosidad.
- Fuimos Lysandro y yo – respondió Leigh con una amplia sonrisa, feliz de ver que a su amiga le había gustado el presente.
- Yo no iba a ir a comprar eso… - soltó el pelirrojo poniendo cara de asco.
-¿Por qué no? – Preguntó ella – Si conoces el tema de sobra… - aunque Castiel le dedicó una mirada asesina, ella venció con su tenebrosa sonrisa maquiavélica haciéndolo callar – Venga no te enfades, abre tu regalo.

El guitarrista siguió sus órdenes de mala gana, odiaba cada vez que le hacía eso. Lo dejaba como un idiota.

-¿¡Qué cojones es esto!? – Gritó al desenvolver el regalo - ¿¡Me habéis regalado una púa!?¿¡Una puta púa con vuestra foto!? ¡Yo no pienso utilizar esto….!
-No debes mostrarte tan desagradecido Castiel, es un regalo – le regañó su amigo Lysandro.
-Si claro, a ti no te han regalado una púa hortera y…. – se detuvo y sacó el segundo paquete de la bolsa - ¿Un kit… para gatos? No me jodas….

Finalmente llegó el turno de Nathaniel, el pobre delegado abría el envoltorio con sumo cuidado. No se fiaba un pelo, y hacía bien.

“Kamasutra Gay”

Así se llamaba el libro que le acababan de regalar. Quiso morirse, TODOS lo habían visto, todos….

-¡Mira mira! – Exclamó Sunset saltando a su lado – este dibujo – y sacó un papel del libro – Te lo he hecho yo. Este eres tú, y este es Cass partiéndote el culo. – soltó como si tal cosa. 
La cara de Nathaniel cada vez estaba más blanca, su alma se había esfumado y no parecía tener intención de volver.
-No espera, le falta algo – intervino el pelirrojo mientras se mordía el labio para contener la risa -¿Alguien tiene un boli?

Con el boli de Lysandro (y libreta incluida) añadió un “Gran” detalle al dibujo que no dejaba de ser un monigote amorfo. 
De nuevo se hizo el silencio, todos miraban a Nath expectantes pero este no reaccionaba.



Al avanzar la noche, el ambiente de fiesta se había tornado más íntimo. Sunset estaba abrazada a Will ignorando al resto. Lyss y Leigh aunque no hacían nada, estaban a su rollo y Nacu…. A Nacu la perdieron desde que abrió el libro.
Castiel se acercó al rubio que no dejaba de mirar disimuladamente a la feliz pareja abrazada en el sofá.
-¿Aún no te crees que sea su novio? – preguntó el pelirrojo señalando a Will – Deberías dejar de mirar a otros cuando tienes a tu novio cerca.

Ligeramente sonrojado, se quitó de encima a Castiel que estaba cansado ya de que lo evitase todo el rato.
-Me cuesta, TE BESÓ, ¿sabes? – le echó en cara el delegado.
En aquel mismo instante, Sunset se levantó de un salto y cogiendo una de las botellas de alcohol de la mesa se lanzó sobre Nathaniel y se la metió por la boca haciéndolo callar.

-¿Te quema la garganta? - Preguntó ella – Eso es por decir cosas que no debes.
El pobre Nath casi se ahoga con la bebida, estuvo tosiendo un buen rato hasta que se la pasó.
-¿Qué pasa? – Volvió a preguntar la pelirroja con malicia - ¿Eres tan nenaza que no puedes beber?

El rubio no estaba dispuesto a ser humillado más, estaba harto de ella, lo había retado y no iba a perder. Y así, aquello se convirtió en una competición por ver quién bebía más.

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No pasó mucho hasta que Nathaniel ya no era capaz ni de coger su propio vaso a la primera. En cambio Sunset seguía como una rosa pero, ¿cómo era aquello posible? No tenía ningún secreto la verdad, solo que cada vez que podía echaba su bebida en el vaso de Lysandro quien, extrañado de que su copa nunca se acababa, bebía una y otra sin darse cuenta de que se había convertido en el vencedor del torneo.
Pero todo se torció cuando el delegado, ya fuera de sí mismo completamente, empezó a hablar.

-En verdad no necesitamos esto –dijo lanzando el libro que le habían regalado sobre la mesa. - ¿Verdad Cass?
El pelirrojo, como todos los demás, lo observaba perplejo. Aunque, tampoco quiso callarlo. De hecho, estaba realmente intrigado de ver como era su rubio borracho.

-Además – prosiguió Nathaniel – el cojín es super cómodo aunque fuiste una zorra –dijo refiriéndose a Sunset que no paraba de reírse – Incluso pensé que te lo habías inventado… a tu novio digo.
Medio tambaleándose consiguió levantarse del sillón y fue a sentarse con los gatos. Allí se puso a “conversar” con ellos soltando frases sin sentido y preguntando cosas estúpidas.

-Mira la que has liado. Patosa. – Le regañó Will a su novia, mientras suspiraba acostumbrado. Estas situaciones no eran raras, ya no.
-Eso, eso. Patosa – repitió Nath desde atrás – Pato… - y comenzó a reírse solo de lo que él mismo había dicho.


Pero el susto se lo llevaron cuando, al intentar incorporarse, Lysandro cayó al suelo de boca. Leigh corrió hasta su hermano para ayudarlo aunque este, de todo lo que había bebido y el mareo al tratar de levantarse había perdido el conocimiento y ahora estaba dormido en el suelo.

-Ala… ya se ha muerto – rió el delegado desde atrás mientras corría a tumbarse en el sofá.
Si no hubiese sido porque Leigh sabía que aquel chico no era realmente así sino que estaba más borracho que una cuba, le hubiese dado un puñetazo.
Ignorándolo pues, probó a ver si podía levantar a su hermano. Imposible. No pudo hacerlo solo así que a Will le tocó ayudarlo.

-Me cago en sus muertos. Como pesa el cabrón – protestó mientras lo cargaba.
Después de lo ocurrido, decidieron que era el momento de marcharse.


-De nada – le dijo Sunset a Castiel antes de irse – Ahí te dejo a un Nath borracho y sin sentido que mañana no se acordará de nada. – le dedicó una gran sonrisa y se fue corriendo a colgarse del cuello de su novio que no dejaba de quejarse de lo mucho que pesaba el albino.

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Cuando todos se hubieron ido, Castiel se puso a recoger lo poco que quedaba por medio mientras Nathaniel, a su bola, se restregaba contra el sofá.

De repente, tras levantarse, el delegado se enganchó en el cuello del pelirrojo y dejó sus rostros a tan solo unos centímetros el uno del otro.
-Vamos a la cama – le susurró el rubio completamente rojo. Su respiración estaba acelerada y sus ojos le rogaban intensamente.
-Voy a tener que emborracharte más a menudo – le respondió con una pícara sonrisa. Tener a una Nathaniel así iba a ser muy divertido.

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Castiel tomó al rubio en sus brazos y lo llevó a su dormitorio. A decir verdad, el joven delegado no era precisamente ligero, de hecho pensaba bastante pero tenía demasiadas ganas de llevárselo a la cama como para preocuparse del peso.
Cuando llegaron Nathaniel lanzó al pelirrojo sobre la colcha y se situó sobre él. Torpemente le abría los botones de la camisa y sus labios exhalaban acelerados haciendo cada vez más visible su excitación.

El rubio se restregaba contra su cuerpo provocando que el guitarrista se mordiese el labio desesperado, sus pantalones le presionaban cada vez con más fuerza pero no quería detener a Nath, quería ver hasta donde llegaba el solo, que era lo que realmente quería hacer.

De improviso, el delegado le arrancó los pantalones y la ropa interior de un tirón. Castiel intentó incorporarse pero lo volvió a tumbar poniéndose encima. Los labios del rubio se fundieron con los suyos, aquel no fue un beso como él lo solía dar, estaba cargado de pasión, era asfixiante y exasperante.
Nathaniel  bajó su lengua por el cuello del pelirrojo lentamente, deteniéndose a su antojo y  dejando pequeñas marcas como las que solía dejarle a él. Siguió bajando, y bajando…. Y bajando hasta llegar a la dura erección de su teñido.

Su lengua jugueteaba con la punta del miembro de Castiel mientras este gemía roncamente, ambos se miraban con los ojos entrecerrados pero Cass aún no se podía creer lo que estaba ocurriendo y mucho menos lo que iba a pasar.
El delegado sin previo aviso introdujo el miembro de su novio de lleno en su boca y comenzó a chuparlo.

Definitivamente, había que emborracharlo más a menudo.

Aquello era maravilloso, el pelirrojo se mordía el labio y gemía de puro placer. Con sus manos agarraba los cabellos rubios del delegado y empujaba su cabeza obligándolo a tener su erección completamente en su boca. Aunque Nathaniel no parecía importarle no, en absoluto. Estaba tan excitado que él mismo se desabrochó los pantalones con la mano que le quedaba libre, la introdujo en su ropa interior y empezó a tocarse.
Quien le iba a decir a Castiel que alguna vez vería al señorito perfecto chupándosela y masturbándose delante suya. Oh, aquello era simplemente el edén, no le llevaría mucho tiempo acabar y cuando lo hizo, cayó sobre el colchó totalmente exhausto.

Pero había algo raro… Nathaniel no se movía, notaba como su cabeza estaba apoyada en su muslo totalmente inmóvil. El pelirrojo se incorporó y descubrió lo que ocurría. Se había quedado dormido, joder, se había quedado dormido mientras se la chupaba.
Y  se había corrido en su boca. Y se lo había tragado…. Dios ¿Qué coño había bebido este? Seguro que le habían echado algo en el vaso aunque, fuese lo que fuese, tenía que conseguirlo.

Tras suspirar con frustración un par de veces cogió al delegado y lo acostó tras quitarle toda la ropa. ¡Ah! Que noche más desperdiciada, aunque tampoco podía quejarse, lo que había ocurrido era más de lo que habría podido desear nunca. Así que, quitándose la ropa él también, se acostó a su lado y se echó a dormir.

Aún quedaba algo muy divertido, mañana cuando Nathaniel despertase… eso sí que iba a ser divertido.
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