Waaaaa >o< bueno he batido mi recor en el curso.... lo he escrito rapidito no? xDDD Pero teneís que darle las gracoas a Sunset, ella a sido la que me a acosado todas las fiestas para que escriba ;___; pobre de mí!!
Pero bueno xD ya terminé y como ahora voy a estar una temporadita liada por los exámenes pues os dejo este regalito más largo de lo normal ; D
Nota; no está editado, se lo enviaré a Riruka pero no sé cuando lo tendrá.
Nota2; Esta versión está sin censura ¬////¬ y tiene un hermoso dibujo hecho por Sunset con todo su cariño para que comprendais mejor la historia xD jajajaja me encanta.
Nota3; Os dejo unas imágenes de los personajes de este cap que no son los del juego para que los visualiceis mejor ^-^ dentro de poco pondré sus fichas ; D
Sunset Will Nacu (click en los nombres~~)
Nota3; Os dejo unas imágenes de los personajes de este cap que no son los del juego para que los visualiceis mejor ^-^ dentro de poco pondré sus fichas ; D
Sunset Will Nacu (click en los nombres~~)
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Las navidades habían acabado. Ya
ningún adorno colgaba de las farolas de la villa, ni nadie compraba ya juguetes
o dulces en las tiendas.
No, la magia había desaparecido
de las heladas calles para volver a la monotonía del curso.
Nathaniel titiritaba de frío
mientras intentaba, inútilmente, calentarse las manos con su aliento. Allí, en
la soledad de aquella glaciar noche recordaba todo o que había pasado.
No fueron ni tres días lo que
estuvo conviviendo con Castiel hasta que su madre se presentó en el instituto pidiéndole que
volviese a casa. ¿Y para qué? ¿Ahora quería formar la familia feliz?
Por supuesto, no. El motivo era
muy simple. Se aproximaban las navidades y ello significaba, el encuentro de
toda la familia. ¿Qué hubiese pasado si todos esos buitres que tenía por
parientes no le viesen allí?
Máscaras, así se formaba el mundo
y el padre de Nathaniel no estaba dispuesto a perder autoridad ni mucho menos a
demostrarlo.
Desde que regresó todo volvío a
como era antes, la vida se tornó amarga como el café. El sol, ya no iluminaba
de la misma manera.
Pero había algo muy distinto,
muchas cosas ocurrieron con Castiel y en concreto una sería la causante del
drástico cambio que daría su vida.
El delegado había podido “evitar”
al pelirrojo pues este estuvo en Holanda pasando las navidades con sus padres.
Pero finalmente hoy, un día antes
de la vuelta a clases, se encontrarían
de nuevo.
De repente, un coche
completamente negro con las ventanillas tintadas frenó en seco delante de él
haciéndole retroceder un par de pasos ligeramente asustado.
-Siento la demora – dijo un voz
desde el interior mientras la ventana bajaba – Alguien se entretuvo haciendo
compras de última hora en el aeropuerto. – Leigh le dedicó una cordial sonrisa
y le hizo una seña para que entrase.
Sin entretenerse abrió una de las
puertas traseras y se dispuso a entrar.
-¡No hay sitio! – gritó alguien
desde dentro cerrando la puerta bruscamente.
-¡Sunset, que se me va congelar el
pobre ahí fuera, leches! – Le regañaba otra desde el vehículo – Lo siento Nath,
estamos escasos de espacio pero nos apretujamos y listo – Nacu volvió a abrir
la puerta y jaló del rubio para que entrase - ¡Sunset échate para allá!
Cuando el delegado se asomó,
efectivamente ya había tres personas en el coche a parte de Leigh que conducía
y Lysandro que estaba de copiloto.
Al único que no reconocía era a
un joven de cabellos negros que acabó con Sunset encima. ¿Quién diablos era ese
chico? Al menos podrían habérselo presentado ¿no?
Se quedó un rato observándolo, era
sin duda, bastante atractivo. Parecía bastante alto, como el albino. Vestía una
camisa y unos pantalones negros arreglados pero no bien colocados. La camisa
estaba abierta y sin corbata y el pantalón ligeramente arrugado.
Pero, ¿qué hacía mirándolo? O más
importante aún, ¿desde cuándo se había empezado a fijar en los hombres?
--.—
El trayecto se hizo
insoportablemente silencioso. Entre que ninguno era precisamente buen orador y
lo sorprendentemente rápido que conducía Leigh, todos parecía haber perdido el
habla.
Pero Nathaniel no estaba en
absoluto disgustado. Primero porque estaba demasiado feliz de volver a ver a su
pelirrojo…. Bueno, y a sus “amigas” también que acababan de llegar de España de
visitar a su familia. Además como le habían encasquetado a Kya, la gata de
Sunset que estaba en su trasportín, se entretenía bastante intentando jugar con
ella. Aunque lo único que consiguió fueron varios arañazos en la mano.
Al cabo del rato, una melancólica
sinfonía comenzó a sonar. Era el móvil de Lysandro que por alguna fuerza
extraña de la naturaleza no estaba perdido.
-¿Si?... ¿Castiel, ocurre algo? –
el albino aguardó unos instantes a que su amigo terminase de de hablar pero
antes de poder hacerlo, Sunset se abalanzó sobre él y le arrebató el teléfono.
- No compres el pavo – dijo la
pelirroja mientras le dedicaba una malévola sonrisa al rubio – ya te lo llevamos
para que lo rellenes.
Al principio el delegado no
prestó atención aunque aquellas palabras estuvieron dando vueltas por su cabeza
un buen rato hasta que, finalmente, cayó en el doble sentido de aquella frase…
“para que lo rellenes”
“Qué tía más bestia” pensó
acostumbrado ya a tales cosas.
-Sí, yo también te quiero –
concluyó Sunset justo antes de colgar. Obviamente, lo estaba buscando pero la
paciencia no le iba a fallar, no ese día.
----.----
Nada más llegar, el joven de
cabellos rojizos abrió la puerta de su casa malhumorado. Por supuesto, no le
había hecho gracia tener que esperar, pero lo que más le irritaba era que
ninguno iba especialmente arreglado. Al contrario que él, que entra la camisa,
la corbata y los zapatos ni parecía él, por no hablar, de lo incómodo que era
aquello. Aunque el delegado no pensaba lo mismo, ver a su pelirrojo vestido así
era, una de las cosas más deseables del mundo.
Ambos intercambiaron miradas pero
ninguno dijo nada, a decir verdad Nathaniel había estado esperando algo más
emotivo, llevaban mucho tiempo sin verse. Sin duda, fue estúpido por su parte
esperar algo cariñoso de parte de Castiel.
-Disculpa el retraso Castiel,
“alguien” – dijo Nacu refiriéndose descaradamente a su amiga – se ha llevado
treinta minutos para elegir un regalo.
La joven morena entró en la casa
saludando al anfitrión desde lejos, eso de dar dos besos como la gente normal
no iba con ella.
Cuando todos hubieron entrado,
Sunset se puso en el centro y empezó a hablar.
-Bueno, ahora lo más interesante
que os va a pasar en la noche. Os voy a presentar a mí prometido – y ensanchó
una enorme sonrisa.
- ¿Aún no lo habías presentado? –
preguntó Castiel sorprendido.
- No hijo, ella tiene que ser
especial – le respondió la fujoshi acostumbrada ya a los actos de su compañera.
- Se llama Will, y es mío –
empezó a decir – Will este es Cass, que ya lo conoces, estos son Lysandro y
Leigh; los hermanos que visten igual de raro que Nacu – soltó sin reparo alguno
– Y este – prosiguió refiriéndose a Nathaniel – Este es el juguete sexual de
Cass.
Todos se qedaron en silencio, el
pobre delegado agachaba la cabeza deseando que la tierra se lo tragase o mejor,
que se la tragase a ella. Así no tendría que volver a escucharla.
“Maldita zorra” Pensaba una y
otra vez.
--.--
Mientras Nacu, Lyss, Cass y Will
estaban en la cocina para terminar de preparar la cena, los otros tres se quedaron (debido a su escasa capacidad
culinaria) sentados en el salón.
Leigh parecía haber hecho buenas
migas con Kya. La gata se había sentado en su regazo y se acurrucó mientras jugaba
con los volantes de su camisa. Sunset aprovechó para jugar con Cassie que como
aún era un cachorro y no se estaba quieta. En cambio Nathaniel, para su
desgracia, el único que le prestaba atención era demonio, que estaba
chupeteándole la cara. Daba igual cuantas veces lo quitara, el perro volvía; le
había cogido cariño.
Aunque lo que más le inquietaba
era Castiel. Estaba en la cocina hablando con Will como si se conociesen de
toda la vida. Él siempre había pensado que Lysandro era su único amigo (el único
que lo aguantaba…) pero realmente no sabía nada de sus conocidos ni cuál era su
trato con ellos.
Aquello le inquietaba, intentaba
escuchar lo que decían pero estaban demasiado lejos y acercarse, hubiese sido
muy descarado.
“¿De qué cojones está hablando?
¿Porqué se están riendo tanto?”
Tenía que controlarse, después de
todo eran celos sin fundamento.
La cena fue bastante entretenida,
todos estuvieron hablando y discutiendo de diversos temas. Hasta Will, que no
dominaba perfectamente el francés, estuvo charlando. Lo único destacable fue
ver comer a los hermanos victorianos. No todos los días se ve a alguien
utilizando cubiertos para comer aceitunas. Nacu también intentó hacerlo, pero
nada más pinchar la aceituna esta salió disparada pasando a tan solo unos
milímetros de la cara de Castiel y siendo luego atrapada por Kya, que nada más
cogerla volvió a esconderse detrás del sofá.
Todo acabó en risas y carcajadas.
Al terminar volvieron al salón.
Era el momento de los regalos.
-Bueno, empezaremos nosotras
¿vale? – preguntó Nacu, y como todos parecían estar de acuerdo, junto a Sunset
empezó a repartir los paquetes.
A Leigh le regalaron un bañador
de neopreno que cubría prácticamente todo el cuerpo y una toalla que parecía
una gran capa negra. “Ahora ya te puedes venir a la playa” ponía en una nota
“aunque te quedes bajo la sombrilla”. El joven no pudo evitar reírse, realmente
no le importaba ir…. Si llevaba protección 90.
El siguiente fue Lysandro, de
nuevo las risas acompañaron la velada cuando el cantante sacó de una bolsa un
hermoso cuaderno con motivos victorianos con una correíta de la cual colgaba un
bolígrafo. “Ya no perderás más el boli, intenta no perder el cuaderno.”
Ahora decidieron cambiar el turno
y abrir los regalos de ellas. A Sunset le dieron una pulsera de pinchos y unas
botas de “cazador de demonios” como decía ella, pues le recordaban a una serie
que amaba llamada “Supernatural”. Nada
más ver los zapatos se quitó los que llevaba puesto y se los lanzó al delegado a
la cabeza. Este, aguantándose las ganas de tirárselas a ella, las dejó a un
lado del sofá. Aunque se quedó con las ganas…
Pero lo más “llamativo” fue lo de
Nacu, un libro de “Como dibujar Yaoi”. La chica no se lo podía creer, ¿Dónde
habían encontrado ese libro? ¿Y cómo es que ella no sabía que existía?
-Oh My God…. – susurró la morena
- ¿Quién fue a comprarlo? – preguntó luego con curiosidad.
- Fuimos Lysandro y yo –
respondió Leigh con una amplia sonrisa, feliz de ver que a su amiga le había
gustado el presente.
- Yo no iba a ir a comprar eso… -
soltó el pelirrojo poniendo cara de asco.
-¿Por qué no? – Preguntó ella –
Si conoces el tema de sobra… - aunque Castiel le dedicó una mirada asesina,
ella venció con su tenebrosa sonrisa maquiavélica haciéndolo callar – Venga no
te enfades, abre tu regalo.
El guitarrista siguió sus órdenes
de mala gana, odiaba cada vez que le hacía eso. Lo dejaba como un idiota.
-¿¡Qué cojones es esto!? – Gritó
al desenvolver el regalo - ¿¡Me habéis regalado una púa!?¿¡Una puta púa con
vuestra foto!? ¡Yo no pienso utilizar esto….!
-No debes mostrarte tan
desagradecido Castiel, es un regalo – le regañó su amigo Lysandro.
-Si claro, a ti no te han
regalado una púa hortera y…. – se detuvo y sacó el segundo paquete de la bolsa
- ¿Un kit… para gatos? No me jodas….
Finalmente llegó el turno de
Nathaniel, el pobre delegado abría el envoltorio con sumo cuidado. No se fiaba
un pelo, y hacía bien.
“Kamasutra Gay”
Así se llamaba el libro que le
acababan de regalar. Quiso morirse, TODOS lo habían visto, todos….
-¡Mira mira! – Exclamó Sunset
saltando a su lado – este dibujo – y sacó un papel del libro – Te lo he hecho
yo. Este eres tú, y este es Cass partiéndote el culo. – soltó como si tal cosa.
La cara de Nathaniel cada vez
estaba más blanca, su alma se había esfumado y no parecía tener intención de
volver.
-No espera, le falta algo – intervino
el pelirrojo mientras se mordía el labio para contener la risa -¿Alguien tiene
un boli?
Con el boli de Lysandro (y
libreta incluida) añadió un “Gran” detalle al dibujo que no dejaba de ser un
monigote amorfo.
De nuevo se hizo el silencio,
todos miraban a Nath expectantes pero este no reaccionaba.
Al avanzar la noche, el ambiente
de fiesta se había tornado más íntimo. Sunset estaba abrazada a Will ignorando
al resto. Lyss y Leigh aunque no hacían nada, estaban a su rollo y Nacu…. A
Nacu la perdieron desde que abrió el libro.
Castiel se acercó al rubio que no
dejaba de mirar disimuladamente a la feliz pareja abrazada en el sofá.
-¿Aún no te crees que sea su
novio? – preguntó el pelirrojo señalando a Will – Deberías dejar de mirar a
otros cuando tienes a tu novio cerca.
Ligeramente sonrojado, se quitó
de encima a Castiel que estaba cansado ya de que lo evitase todo el rato.
-Me cuesta, TE BESÓ, ¿sabes? – le
echó en cara el delegado.
En aquel mismo instante, Sunset
se levantó de un salto y cogiendo una de las botellas de alcohol de la mesa se
lanzó sobre Nathaniel y se la metió por la boca haciéndolo callar.
-¿Te quema la garganta? -
Preguntó ella – Eso es por decir cosas que no debes.
El pobre Nath casi se ahoga con
la bebida, estuvo tosiendo un buen rato hasta que se la pasó.
-¿Qué pasa? – Volvió a preguntar
la pelirroja con malicia - ¿Eres tan nenaza que no puedes beber?
El rubio no estaba dispuesto a
ser humillado más, estaba harto de ella, lo había retado y no iba a perder. Y
así, aquello se convirtió en una competición por ver quién bebía más.
--.--
No pasó mucho hasta que Nathaniel
ya no era capaz ni de coger su propio vaso a la primera. En cambio Sunset
seguía como una rosa pero, ¿cómo era aquello posible? No tenía ningún secreto
la verdad, solo que cada vez que podía echaba su bebida en el vaso de Lysandro
quien, extrañado de que su copa nunca se acababa, bebía una y otra sin darse
cuenta de que se había convertido en el vencedor del torneo.
Pero todo se torció cuando el
delegado, ya fuera de sí mismo completamente, empezó a hablar.
-En verdad no necesitamos esto
–dijo lanzando el libro que le habían regalado sobre la mesa. - ¿Verdad Cass?
El pelirrojo, como todos los
demás, lo observaba perplejo. Aunque, tampoco quiso callarlo. De hecho, estaba
realmente intrigado de ver como era su rubio borracho.
-Además – prosiguió Nathaniel –
el cojín es super cómodo aunque fuiste una zorra –dijo refiriéndose a Sunset
que no paraba de reírse – Incluso pensé que te lo habías inventado… a tu novio
digo.
Medio tambaleándose consiguió
levantarse del sillón y fue a sentarse con los gatos. Allí se puso a
“conversar” con ellos soltando frases sin sentido y preguntando cosas
estúpidas.
-Mira la que has liado. Patosa. –
Le regañó Will a su novia, mientras suspiraba acostumbrado. Estas situaciones
no eran raras, ya no.
-Eso, eso. Patosa – repitió Nath
desde atrás – Pato… - y comenzó a reírse solo de lo que él mismo había dicho.
Pero el susto se lo llevaron
cuando, al intentar incorporarse, Lysandro cayó al suelo de boca. Leigh corrió
hasta su hermano para ayudarlo aunque este, de todo lo que había bebido y el
mareo al tratar de levantarse había perdido el conocimiento y ahora estaba
dormido en el suelo.
-Ala… ya se ha muerto – rió el
delegado desde atrás mientras corría a tumbarse en el sofá.
Si no hubiese sido porque Leigh
sabía que aquel chico no era realmente así sino que estaba más borracho que una
cuba, le hubiese dado un puñetazo.
Ignorándolo pues, probó a ver si
podía levantar a su hermano. Imposible. No pudo hacerlo solo así que a Will le
tocó ayudarlo.
-Me cago en sus muertos. Como
pesa el cabrón – protestó mientras lo cargaba.
Después de lo ocurrido,
decidieron que era el momento de marcharse.
-De nada – le dijo Sunset a
Castiel antes de irse – Ahí te dejo a un Nath borracho y sin sentido que mañana
no se acordará de nada. – le dedicó una gran sonrisa y se fue corriendo a
colgarse del cuello de su novio que no dejaba de quejarse de lo mucho que
pesaba el albino.
--.--
Cuando todos se hubieron ido,
Castiel se puso a recoger lo poco que quedaba por medio mientras Nathaniel, a
su bola, se restregaba contra el sofá.
De repente, tras levantarse, el
delegado se enganchó en el cuello del pelirrojo y dejó sus rostros a tan solo
unos centímetros el uno del otro.
-Vamos a la cama – le susurró el
rubio completamente rojo. Su respiración estaba acelerada y sus ojos le rogaban
intensamente.
-Voy a tener que emborracharte
más a menudo – le respondió con una pícara sonrisa. Tener a una Nathaniel así
iba a ser muy divertido.
----
Castiel tomó al rubio en sus
brazos y lo llevó a su dormitorio. A decir verdad, el joven delegado no era
precisamente ligero, de hecho pensaba bastante pero tenía demasiadas ganas de
llevárselo a la cama como para preocuparse del peso.
Cuando llegaron Nathaniel lanzó
al pelirrojo sobre la colcha y se situó sobre él. Torpemente le abría los
botones de la camisa y sus labios exhalaban acelerados haciendo cada vez más
visible su excitación.
El rubio se restregaba contra su
cuerpo provocando que el guitarrista se mordiese el labio desesperado, sus
pantalones le presionaban cada vez con más fuerza pero no quería detener a
Nath, quería ver hasta donde llegaba el solo, que era lo que realmente quería
hacer.
De improviso, el delegado le
arrancó los pantalones y la ropa interior de un tirón. Castiel intentó
incorporarse pero lo volvió a tumbar poniéndose encima. Los labios del rubio se
fundieron con los suyos, aquel no fue un beso como él lo solía dar, estaba
cargado de pasión, era asfixiante y exasperante.
Nathaniel bajó su lengua por el cuello del pelirrojo
lentamente, deteniéndose a su antojo y
dejando pequeñas marcas como las que solía dejarle a él. Siguió bajando,
y bajando…. Y bajando hasta llegar a la dura erección de su teñido.
Su lengua jugueteaba con la punta
del miembro de Castiel mientras este gemía roncamente, ambos se miraban con los
ojos entrecerrados pero Cass aún no se podía creer lo que estaba ocurriendo y
mucho menos lo que iba a pasar.
El delegado sin previo aviso
introdujo el miembro de su novio de lleno en su boca y comenzó a chuparlo.
Definitivamente, había que
emborracharlo más a menudo.
Aquello era maravilloso, el
pelirrojo se mordía el labio y gemía de puro placer. Con sus manos agarraba los
cabellos rubios del delegado y empujaba su cabeza obligándolo a tener su
erección completamente en su boca. Aunque Nathaniel no parecía importarle no,
en absoluto. Estaba tan excitado que él mismo se desabrochó los pantalones con
la mano que le quedaba libre, la introdujo en su ropa interior y empezó a
tocarse.
Quien le iba a decir a Castiel
que alguna vez vería al señorito perfecto chupándosela y masturbándose delante
suya. Oh, aquello era simplemente el edén, no le llevaría mucho tiempo acabar y
cuando lo hizo, cayó sobre el colchó totalmente exhausto.
Pero había algo raro… Nathaniel
no se movía, notaba como su cabeza estaba apoyada en su muslo totalmente inmóvil.
El pelirrojo se incorporó y descubrió lo que ocurría. Se había quedado dormido,
joder, se había quedado dormido mientras se la chupaba.
Y se había corrido en su boca. Y se lo había
tragado…. Dios ¿Qué coño había bebido este? Seguro que le habían echado algo en
el vaso aunque, fuese lo que fuese, tenía que conseguirlo.
Tras suspirar con frustración un
par de veces cogió al delegado y lo acostó tras quitarle toda la ropa. ¡Ah! Que
noche más desperdiciada, aunque tampoco podía quejarse, lo que había ocurrido
era más de lo que habría podido desear nunca. Así que, quitándose la ropa él
también, se acostó a su lado y se echó a dormir.
Aún quedaba algo muy divertido,
mañana cuando Nathaniel despertase… eso sí que iba a ser divertido.