Esta vez actualizaré antes por aquí >___<, no por nada sino porque en el foro me gusta actualizar a una hora más decente xDD
Bueno chicas, queria poner esto antes pero hemos tenido problemillas tecnicos, >o< pero todo solucionado, aquí el nuevo cap aunque sea con un poco de retraso!! Espero que os guste!
Y no os preocupeis, lo de los anexos no afectará a la historia central ;) Es solamente como... un conjunto de historietas supongo xD
Continúa la excursión cultural!!
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Estaba tan absorto observando la escena que olvidé quien estaba allí también. Sí, Castiel llevaba mirándome ya un rato y yo sin darme cuenta. Se encontraba apoyado en el autobús, con la guitarra a la espalda. Bien, otro que cargaba con trastos inútiles; porque no creo que fuese a tocarla en el autobús, sinceramente.
Intenté ignorar su presencia y me dirigí a la puerta del autobús. Había entrado casi todo el mundo con sus respectivas parejas. “Aún no tengo pareja de habitación, igual me toca solo”.
Me senté en unos asientos libres y me puse a mirar por la ventana. Después de todo, sólo tendría que hacer como si Castiel no estuviese y podría relajarme.
“No está”. Como si se hubiese ido.
— Hey. Está libre ¿no? — antes de que pudiese contestar ya se había sentado.
— Castiel, de todos los sitios que había ¿te tenías que sentar aquí? — suspiré, molesto. Desgraciadamente sí que estaba, y parecía dispuesto a tocarme la moral.
— Tsk. ¿Tienes algún problema? — inquirió con su habitual cara de pocos amigos.
— Sí. ¡TÚ!¡Y no te acerques! No me fio de ti ni un pelo. — me sentí realmente acorralado. No sabía por dónde escaparme. Empezaba bien el viajecito.
Intenté pegarme todo lo que pude a la ventana, evitando mirarle. Para mi fortuna, sacó los auriculares y se puso a escuchar música. Cuando cerró los ojos aproveché para mirarle: llevaba una camiseta negra con unas letras (incomprensibles) en rojo, aunque esta vez había sustituido sus típicos pantalones de cuero por unos vaqueros rotos por todos lados. Y por supuesto sus botas y pulseras habituales.
Colocó sus “pezuñas” en el respaldo delantero y se acomodó en el sillón. Lo normal hubiese sido que alguien se hubiese quejado o algo; pero como no fue así me asomé a ver quien estaba.
De hecho, no había nadie. Era un asiento vacío plagado de cuadernos y bolis desperdigados, además de una guitarra apoyada en el suelo. Y como no es de extrañar, quien estaba en el asiento contiguo era Lysandro. Seguramente todas las cosas serían suyas. Así no me extrañaba que lo perdiese todo.
La pregunta era: ¿Por qué Castiel no se había sentado con su amigo o su guitarra? Supuse que su actividad favorita seguía siendo tocarme las narices.
A los diez minutos el autobús empezó a andar. Iba con nosotros ese extraño profesor de historia; al menos era simpático y a todo el mundo le caía bien.
Lo que fue sorprendente es que no pasaron ni cinco minutos más cuando todo el mundo se quedó dormido. “¡Ni que fuesen las siete de la mañana!” Entonces me percaté de que nuestras dos amigas estaban sentadas a nuestra derecha. Dormidas, por supuesto.
Nacu parecía que se había roto el cuello durmiendo y Sunset estaba hecha una bola. Literalmente, parecía un gato. No entendía cómo podían dormir así; eran raras para todo.
Me puse a observar el paisaje a través de la ventana y, sin querer, yo también me fui quedando dormido.
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— ¡Eh!— oí una voz de fondo mientras me despertaba.
— Humm… — me quejé. Aún quería dormir más.
— ¡Oye! ¡Despierta, baboso! — Volví a ignorar las palabras. Parecían exaltadas pero se estaba tan bien durmiendo… — ¡Que te despiertes, joder! ¡Me estás llenando de babas!
Abrí los ojos de golpe y el sueño se esfumó. ¡Estaba apoyado en el hombro de Castiel!
— ¡Arrrgg! — grité, sorprendido y me incorporé a la velocidad de la luz.
— Eso debería decir yo. ¿No sabes dormir con la boquita cerrada o qué? — Castiel me regañaba mientras jugueteaba con su móvil. En realidad no parecía importarle mucho.
— Lo siento — me disculpé, avergonzado. ¿Cómo diantres había llegado a apoyarme en Castiel si estaba mirando por la ventana? Y encima le había babeado la camiseta. Ya no quería que la tierra me tragase, quería tirarme por un puente directamente.
— Por lo menos he podido coger una buena foto de míster perfecto babeando — comenzó a decir mientras miraba con una sonrisa triunfante su teléfono. Yo me giré hacia él, lentamente, con los ojos abiertos como platos.
— No habrás sido capaz de…
Sí, lo había sido. Me tendió su móvil y ahí estaba como fondo de pantalla: una foto mía con la cabeza apoyada en el hombro de Castiel, profundamente dormido y con la boca semi-abierta. “¡Hijo de p***!”
— ¡Dame eso! — grité abochornado mientras me abalanzaba sobre él para quitarle el móvil.
— Que te lo has creído — alzó su mano al pasillo impidiéndome llegar mientras con la otra evitaba que me acercase. Una sola mano… Una sola y puñetera mano necesitaba para enfrentarme.
— Castiel, borra esa foto ipso facto — ordené tajante mientras continuaba luchando por conseguir el móvil.
— Tú me has babeado la camiseta, así que te jodes. Ten más cuidado la próxima vez. — dijo descojonándose de mí.
— ¿Para qué quieres esa foto? Más te vale que no la vea nadie o…
— ¿O qué? — me interrumpió el muy imbécil.
“Quiero matarlo”.
— No te enfades, prefiero ser el único que tenga esta foto — dijo aquello con esa sonrisa suya de enfermo mental, haciendo que se me desataran más los nervios. — Tengo planes para esta foto. Muchos planes… — volvió a sonreír mientras miraba la foto, aunque yo preferí no pensar demasiado en lo que había dicho.
Al llegar al hotel terminamos saliendo los últimos porque el señorito pelirrojo no quería cruzarse con nadie y no me dejó salir a mí tampoco. Así, tuvimos que esperar a que todo el mundo hubiese bajado. (Yo habría bajado el primero, como siempre.)
Cuando cogimos las maletas sólo quedaban las nuestras. Para mi sorpresa, Castiel no llevaba mucho equipaje, una simple mochila de cuero y la guitarra. No podía decir lo mismo de Lysandro. Si Nacu y Sunset llevaban un cadáver, éste llevaba dos. En serio, algún día me gustaría ver esas maletas por dentro.
— Ese BOLSO no será tuyo. ¿Verdad? — me preguntó Castiel conteniendo la risa.
— ¡No es un bolso!¡Es una maleta! — joder, era una maleta, en serio.
— Sí, claro. Si eso es una maleta lo que llevabas el otro día también lo era — se apoyó en el autobús mientras se reía de mí.
— ¡¡¡Era una BANDOLERA!!! — le grité furioso. Ya se estaba pasando.
— Venga, no te enfades. Hay muchos chicos que cogen los bolsos de sus madres… Bueno, no, pero da igual. Va mucho contigo. —me giñó un ojo sin dejar de reír.
— ¡Bastardo! — me había llamado afeminado en toda la puta cara el muy capullo. ¿Qué tenía la gente en contra de mis mochilas?
Tomé mi MALETA ignorando sus risas y me fui hacia el hotel, donde estaban repartiendo las habitaciones. Cuando llegué casi todo el mundo tenía la llave entre las manos. “A saber con quién me toca.” Suspiré cansado. Y se suponía que estaba allí para relajarme…
— ¡Nathaniel! — Nacu alzó la mano y me llamó desde la recepción.
Me dirigí hasta ella para que me indicase mi habitación.
— Toma, esta es la llave de tu habitación, la 527. Los chicos están en la 4º y 5º planta. Las chicas en la 2º y 3º, aunque no creo que te interese esto. — me dijo mientras rebuscaba entre unos papeles.
— No mucho, la verdad. Pero da igual. — lo que me importaba era como tenía todos los papeles esparcidos desordenadamente por el mostrador. Cinco minutos más allí y me hubiese puesto a ordenarlos.
— Tú compañero era… A ver… — revolvió aún más los papeles sin llegar a nada — ¿Dónde están las fichas? — se acabó, no podía más.
— Nacu, no importa, me da igual quien sea. Yo me voy para la habitación y ya me lo mandas cuando lo encuentres (si lo encuentras) — cosa que dudaba.
— ¡Vale! Yo estoy aquí hasta solucionarlo todo. Cualquier cosa, baja. — me despedí de ella y sonrió de una forma muy extraña. Bueno, en si misma era rara, así que no le di mucha importancia. Tanto desorden me recordaba a alguien; seguro que éste también iba perdiendo las cosas por ahí.
Cuando fui al ascensor vi que Sunset estaba pidiéndole a uno de los recepcionistas las contraseñas para internet. La gente parece que no puede vivir sin wifi hoy en día.
Los pasillos del hotel eran bastante elegantes. No me había fijado cuantas estrellas tenía, pero más de tres seguro. Por lo menos podría disfrutar de un buen hotel y eso no se podía hacer todos los días.
Introduje la tarjeta en la rejilla de la puerta y giré el picaporte. La habitación era bastante amplia y el baño también. Escritorio, armario empotrado, televisor de plasma y una cama de… ¿¡Matrimonio!?
“Esto tiene que ser un error.”
Bajé corriendo a la recepción para aclarar el asunto. Una cosa era compartir habitación, otra muy distinta era compartir la cama. ¡Antes dormía en la bañera!
Afortunadamente, Nacu seguía allí, aunque ya no tenía todos los papeles desordenados.
— ¡Nacu! ¿Por qué hay una cama de matrimonio en la habitación? – pregunté mientras intentaba recobrar el aliento.
— Porque es lo que tiene todo el mundo, salía más barato. Además sólo había tres habitaciones con camas separadas y dijimos en el autobús que las entregaríamos a los primeros que llegasen — aclaró al mismo tiempo que anotaba unas cosas en un cuaderno.
— ¿Y no te lo dijo Castiel? Él estaba despierto. — aquello me pilló por sorpresa.
— Pues no. No me lo dijo.
Hijo de la gran… Se lo había callado el muy perro. ¡Y encima me había dejado el último!
— Por cierto, Nathaniel, si no tenías maleta de viajes podías habernos pedido una en vez de coger un bolso de tu madre. — dijo cuando se fijó en la maleta que aún llevaba a la espalda.
— ¡No es un bolso! Es una MALETA. Y es mía ¿Qué os pasa a todos con mis maletas? — grité furioso otra vez.
— Nada. Pero por si acaso, no digas que es tuya. — se puso es cuaderno delante de la boca. Bien, estaba aguantando la risa.
— ¡ARRRGG! — me fui resignado de hacia me habitación. Ya me estaba cansando de la tontería de los bolsos.