viernes, 29 de junio de 2012

Capítulo 7 - 1º día - B

 Esta vez actualizaré antes por aquí >___<, no por nada sino porque en el foro me gusta actualizar a una hora más decente xDD
Bueno chicas, queria poner esto antes pero hemos tenido problemillas tecnicos, >o< pero todo solucionado, aquí el nuevo cap aunque sea con un poco de retraso!! Espero que os guste!

Y no os preocupeis, lo de los anexos no afectará a la historia central ;) Es solamente como... un conjunto de historietas supongo xD

Continúa la excursión cultural!!

--------

Estaba tan absorto observando la escena que olvidé quien estaba allí también. Sí, Castiel llevaba mirándome  ya un rato y yo sin darme cuenta. Se encontraba apoyado en el autobús, con la guitarra a la espalda. Bien, otro que cargaba con trastos inútiles; porque no creo que fuese a tocarla en el autobús, sinceramente.
Intenté ignorar su presencia y me dirigí a la puerta del autobús. Había entrado casi todo el mundo con sus respectivas parejas. “Aún no tengo pareja de habitación, igual me toca solo”.

Me senté en unos asientos libres y me puse a mirar por la ventana. Después de todo, sólo tendría que hacer como si Castiel no estuviese y podría relajarme.
“No está”.  Como si se hubiese ido.

— Hey. Está libre ¿no? — antes de que pudiese contestar ya se había sentado.
— Castiel, de todos los sitios que había ¿te tenías que sentar aquí? — suspiré, molesto.  Desgraciadamente sí que estaba, y parecía dispuesto a tocarme la moral.
— Tsk. ¿Tienes algún problema? — inquirió con su habitual cara de pocos amigos.
— Sí. ¡TÚ!¡Y no te acerques! No me fio de ti ni un pelo. — me sentí realmente acorralado. No sabía por dónde escaparme. Empezaba bien el viajecito.

Intenté pegarme todo lo que pude a la ventana, evitando mirarle. Para mi fortuna, sacó los auriculares y se puso a escuchar música. Cuando cerró los ojos aproveché para mirarle: llevaba una camiseta negra con unas letras (incomprensibles) en rojo, aunque esta vez había sustituido sus típicos pantalones de cuero por unos vaqueros rotos por todos lados. Y por supuesto sus botas y pulseras habituales.

Colocó sus “pezuñas” en el respaldo delantero y se acomodó en el sillón. Lo normal hubiese sido que alguien se hubiese quejado o algo; pero como no fue así me asomé a ver quien estaba.
De hecho, no había nadie. Era un asiento vacío plagado de cuadernos y bolis desperdigados, además de una guitarra apoyada en el suelo. Y como no es de extrañar, quien estaba en el asiento contiguo era Lysandro. Seguramente todas las cosas serían suyas. Así no me extrañaba que lo perdiese todo.
La pregunta era: ¿Por qué Castiel no se había sentado con su amigo o su guitarra? Supuse que su actividad favorita seguía siendo tocarme las narices.

A los diez minutos el autobús empezó a andar. Iba con nosotros ese extraño profesor de historia; al menos era simpático y a todo el mundo le caía bien.
Lo que fue sorprendente es que no pasaron ni cinco minutos más cuando todo el mundo se quedó dormido. “¡Ni que fuesen las siete de la mañana!” Entonces me percaté de que nuestras dos amigas estaban sentadas a nuestra derecha. Dormidas, por supuesto.
Nacu parecía que se había roto el cuello durmiendo y Sunset estaba hecha una bola. Literalmente, parecía un gato. No entendía cómo podían dormir así; eran raras para todo.
Me puse a observar el paisaje a través de la ventana y, sin querer, yo también me fui quedando dormido.

------

— ¡Eh!— oí una voz de fondo mientras me despertaba.
— Humm… — me quejé. Aún quería dormir más.
— ¡Oye! ¡Despierta, baboso! —  Volví a ignorar las palabras. Parecían exaltadas pero se estaba tan bien durmiendo… — ¡Que te despiertes, joder! ¡Me estás llenando de babas!
Abrí los ojos de golpe y el sueño se esfumó. ¡Estaba apoyado en el hombro de Castiel!
— ¡Arrrgg! —  grité, sorprendido y me incorporé a la velocidad de la luz.
— Eso debería decir yo. ¿No sabes dormir con la boquita cerrada o qué? — Castiel me regañaba mientras jugueteaba con su móvil. En realidad no parecía importarle mucho.
— Lo siento  —  me disculpé, avergonzado. ¿Cómo diantres había llegado a apoyarme en Castiel si estaba mirando por la ventana? Y encima le había babeado la camiseta. Ya no quería que la tierra me tragase, quería tirarme por un puente directamente.
— Por lo menos he podido coger una buena foto de míster perfecto babeando — comenzó a decir mientras miraba con una sonrisa triunfante su teléfono. Yo me giré hacia él, lentamente, con los ojos abiertos como platos.
— No habrás sido capaz de…
 Sí, lo había sido. Me tendió su móvil y ahí estaba como fondo de pantalla: una foto mía con la cabeza apoyada en el hombro de Castiel, profundamente dormido y con la boca semi-abierta. “¡Hijo de p***!”
— ¡Dame eso! — grité abochornado mientras me abalanzaba sobre él para quitarle el móvil.
— Que te lo has creído — alzó su mano al pasillo impidiéndome llegar mientras con la otra evitaba que me acercase. Una sola mano… Una sola y puñetera mano necesitaba para enfrentarme.
— Castiel, borra esa foto ipso facto — ordené tajante mientras continuaba luchando por conseguir el móvil.
— Tú me has babeado la camiseta, así que te jodes. Ten más cuidado la próxima vez.  — dijo descojonándose de mí.
— ¿Para qué quieres esa foto? Más te vale que no la vea nadie o…
— ¿O qué? — me interrumpió el muy imbécil.
“Quiero matarlo”.
— No te enfades, prefiero ser el único que tenga esta foto  — dijo aquello con esa sonrisa suya de enfermo mental, haciendo que se me desataran más los nervios. — Tengo planes para esta foto. Muchos planes…  — volvió a sonreír mientras miraba la foto, aunque yo preferí no pensar demasiado en lo que había dicho.


Al llegar al hotel  terminamos saliendo los últimos porque el señorito pelirrojo no quería cruzarse con nadie y no me dejó salir a mí tampoco. Así, tuvimos que esperar a que todo el mundo hubiese bajado. (Yo habría bajado el primero, como siempre.)
Cuando cogimos las maletas sólo quedaban las nuestras. Para mi sorpresa, Castiel no llevaba mucho equipaje, una simple mochila de cuero y la guitarra. No podía decir lo mismo de Lysandro. Si Nacu y Sunset llevaban un cadáver, éste llevaba dos. En serio, algún día me gustaría ver esas maletas por dentro.

— Ese BOLSO no será tuyo. ¿Verdad? — me preguntó Castiel conteniendo la risa.
— ¡No es un bolso!¡Es una maleta! — joder, era una maleta, en serio.
— Sí, claro. Si eso es una maleta lo que llevabas el otro día también lo era — se apoyó en el autobús mientras se reía de mí.
—  ¡¡¡Era una BANDOLERA!!! — le grité furioso. Ya se estaba pasando.
— Venga, no te enfades. Hay muchos chicos que cogen los bolsos de sus madres… Bueno, no, pero da igual. Va mucho contigo. —me giñó un ojo sin dejar de reír.
— ¡Bastardo! —  me había llamado afeminado en toda la puta cara el muy capullo. ¿Qué tenía la gente en contra de mis mochilas?
Tomé mi MALETA ignorando sus risas y me fui hacia el hotel, donde estaban repartiendo las habitaciones. Cuando llegué casi todo el mundo tenía la llave entre las manos. “A saber con quién me toca.” Suspiré cansado. Y se suponía que estaba allí para relajarme…

— ¡Nathaniel! —  Nacu alzó la mano y me llamó desde la recepción.
Me dirigí hasta ella para que me indicase mi habitación.
— Toma, esta es la llave de tu habitación, la 527. Los chicos están en la 4º y 5º planta. Las chicas en la 2º y 3º, aunque no creo que te interese esto. — me dijo mientras rebuscaba entre unos papeles.
— No mucho, la verdad. Pero da igual. — lo que me importaba era como tenía todos los papeles esparcidos desordenadamente por el mostrador. Cinco minutos más allí y me hubiese puesto a ordenarlos.
— Tú compañero era… A ver… — revolvió aún más los papeles sin llegar a nada — ¿Dónde están las fichas? —  se acabó, no podía más.
— Nacu, no importa, me da igual quien sea. Yo me voy para la habitación y ya me lo mandas cuando lo encuentres (si lo encuentras) — cosa que dudaba.
— ¡Vale! Yo estoy aquí hasta solucionarlo todo. Cualquier cosa, baja. —  me despedí de ella y sonrió de una forma muy extraña. Bueno, en si misma era rara, así que no le di mucha importancia. Tanto desorden me recordaba a alguien; seguro que éste también iba perdiendo las cosas por ahí.

Cuando fui al ascensor vi que Sunset estaba pidiéndole a uno de los recepcionistas las contraseñas para internet. La gente parece que no puede vivir sin wifi hoy en día.
Los pasillos del hotel eran bastante elegantes. No me había fijado cuantas estrellas tenía, pero más de tres seguro. Por lo menos podría disfrutar de un buen hotel y eso no se podía hacer todos los días.
Introduje la tarjeta en la rejilla de la puerta y giré el picaporte. La habitación era bastante amplia y el baño también. Escritorio, armario empotrado, televisor de plasma y una cama de… ¿¡Matrimonio!?
“Esto tiene que ser un error.”
Bajé corriendo a la recepción para aclarar el asunto. Una cosa era compartir habitación, otra muy distinta era compartir la cama. ¡Antes dormía en la bañera!
Afortunadamente, Nacu seguía allí, aunque ya no tenía todos los papeles desordenados.

— ¡Nacu! ¿Por qué hay una cama de matrimonio en la habitación? – pregunté mientras intentaba recobrar el aliento.
— Porque es lo que tiene todo el mundo, salía más barato. Además sólo había tres habitaciones con camas separadas y dijimos en el autobús que las entregaríamos a los primeros que llegasen — aclaró al mismo tiempo que anotaba unas cosas en un cuaderno.
— Mierda, estaba dormido. — agaché la cabeza con resignación. Había sido culpa mía, en parte.
— ¿Y no te lo dijo Castiel? Él estaba despierto. — aquello me pilló por sorpresa.
— Pues no. No me lo dijo.
Hijo de la gran… Se lo había callado el muy perro. ¡Y encima me había dejado el último!
— Por cierto, Nathaniel, si no tenías maleta de viajes podías habernos pedido una en vez de coger un bolso de tu madre. —  dijo cuando se fijó en la maleta que aún llevaba a la espalda.
— ¡No es un bolso! Es una MALETA. Y es mía ¿Qué os pasa a todos con mis maletas? — grité furioso otra vez.
— Nada. Pero por si acaso, no digas que es tuya. — se puso es cuaderno delante de la boca. Bien, estaba aguantando la risa.
— ¡ARRRGG! —  me fui resignado de hacia me habitación. Ya me estaba cansando de la tontería de los bolsos.

miércoles, 27 de junio de 2012

The Awaken, Anexo I

The Awaken, el club secreto de N.O.BL.Y (Neuróticas Obsesivas  del BL y Yaoi)

Siento la tardanza!!! Después de tanto tiempo por fin he vuelto!!! Gracias por esperar chicas >__<
Breve explicación, lo primero es que como ya sabéis tengo algunos caps escritos desde hace tiempo, así que estos anexos serán la misma historia pero desde mi punto de vista, una versión un poco más loca xDD

Así que para que no desesperéis voy a hacer un anexo del fic sobre las aventuras del club clandestino de N.O.BL.Y (le he cambiado el nombre, este me molaba más xD) que por supuesto, también tendrá escenas BL y que no me separaré de la historia principal. ^-^

Capítulo anexo 1 (se situaría después del cap en que se pelean, el tres creo xD)

Narro Yo : D

No hacía mucho tiempo que había llegado a este instituto. Al principio pensé que sería uno de esos colegios de niños pijos que tienen menos neuronas que un pez castrado. Aún así, intenté poner mi mejor cara. Sí, mi antiguo colegio no era precisamente el mejor ejemplo de educación; aunque al menos aprendí a defenderme solita. Por favor, no penséis en mí como una ordinaria ni nada; una de las causas por las que me fui era porque no encajaba allí. Yo, que era gótica, otaku, fujoshi e inteligente (nótese mi ego), aquel no era mi ambiente; eso estaba claro.

Al llegar, lo primero que me encontré fue un panoli con corbata a quién llamaban delegado principal. Lo siento, pero fue lo que pensé; eso y que seguramente sería el perrito faldero de la profe. Aunque luego resulto no ser así. Claro que, para mí, lo más importante era clasificarlo en la familia BL. No tenía pinta de seme en absoluto…  De suke… Puff, como que no. Tenía que ser un uke. Le sonreí sin querer.  Los ukes siempre me parecían tan monos…
Ese fue mi primer encuentro con Nathaniel. ¿Quién me iba a decir que resultaría ser un uke de verdad?

Al poco tiempo ya me había integrado bastante. Yo estaba siempre con Sunset; ella era mi mejor amiga, como un gatito pequeño que me encantaba atesorar (aunque los demás la veían como una tigresa violenta). Conocí a Castiel, a quien me encantaba chinchar muy a menudo, y a Lysandro, con quien compartía no sólo mi gusto por la ropa sino por todo lo demás.
Empezaba a pensar que  tampoco había sido mala idea ir a este instituto.

---

Eran las 14:45 pm cuando salí del aula corriendo para poder llegar a tiempo. De nuevo el profesor de historia se había quedado hablando más tiempo de la cuenta. Tuve que esquivar un par de alumnos despistados y saltar un perro… ¿¡Un perro!? ¿Qué hacía un perro en el colegio?
Me paré en seco. Los caninos eran mi debilidad; me acerqué a él y lo cogí. “Si lo ve la directora seguro que lo echa” pensé. Quién me iba a decir en aquel momento que sería de ella.
La cosa es que me lo llevé conmigo.
Recorrí varios pasillos y, antes de entrar en la última sala, me aseguré de que no hubiese nadie. “Perfecto, todo despejado”.  Sonreí con autosuficiencia y entré.

— ¡NACUUU!  — nada más entrar se me lanzaron encima un conjunto de fanáticas locas, como si estuvieran en un concierto, tirándome al suelo. El perrito que tenia entre los brazos salió disparado dejándome bajo una pila de gente. “Perfecto, ya verás cómo lo pille la directora.”
— ¡AARRGGG! — grité MUY agobiada — ¡Quitaros de encima, joder! ¡Qué soy claustrofóbica!
— ¿Y eso que tiene que ver? — preguntó Gemma mientras me miraba como si hubiese dicho una incoherencia.
— Tiene que ver,  porque no me gusta que invadan mi espacio personal — expliqué sin ningún tipo de criterio en realidad — Bueno, ¿qué os pasa? — si me habían saltado así, algo gordo había ocurrido.
— Castiel está muy raro.  No deja de suspirar y de sacudir la cabeza. Además, rodea todo el colegio para no pasar frente al salón de delegados. — me explicó Iruchi mientras me ayudaba a levantarme.
— ¡¡Sí!! ¿Qué pasó ayer con Nathaniel? ¿Es cierto que se pelearon? — me preguntó Tannya mientras ponía un gesto difícil de analizar; una mezcla entre preocupación y euforia.

Suspiré cansada; más bien asfixiada por haber sido aplastada. Ahora tendría que explicarles lo que había ocurrido entre nuestra querida pareja.
Pero, antes, os debo situar a vosotros. Bien, todas estas locas más algunas más que aún no han aparecido, forman conmigo lo que se conoce como N.O.BL.Y (Neuróticas, Obsesivas del BL y Yaoi) un club clandestino donde nuestra función principal es convertir nuestro instituto en nuestro paraíso del BL y, por qué no, joder siempre que pudiésemos a Ámber. La cosa es que de una manera u otra nos conocimos y fundamos este club. Lo fundé yo, pero bueno, da igual. Ahora mismo teníamos una misión muy importante:  conseguir que Castiel y Nathaniel se liasen y  pruebas de ello.

— Chicas, me parece que nuestro pelirrojo acaba de darse cuenta de sus sentimientos — comencé mi explicación y todas me atendieron sin pestañear  — Ayer estuvieron a punto de pelearse, pero por algún motivo la camiseta de Nathaniel se abrió más de la cuenta y…
— ¡¡¡KYYYAAA!!! — no pude ni terminar cuando comenzaron a chillar.
— A ver, pervertidas, no penséis de más que (desafortunadamente) no pasó nada. Tuvimos que intervenir Sunset y yo — cuando terminé mi explicación todas parecían decepcionadas.
— Pues vaya… Yo que me esperaba un arrebato pasional por parte de Castiel al ver el torso desnudo de Nathaniel… — intervino Kazu haciendo pucheros.
Durante unos segundos todas permanecimos en silencio e imaginamos la escena. Acto seguido, algunas sufrieron una hemorragia nasal. Entre ellas, yo. Nos quedamos un rato en la sala sin hacer nada; sala que habíamos usurpado sin pedir permiso pero estaba abandonada, así que no importaba. Al poco rato llegó Kim mirando de un lado a otro con cara de inocente.

— Oh no… ¿Qué has hecho, Kim? — pregunté mientras intentaba analizarla con la mirada.
— Nada… — Kim se puso a mirar al techo y a balancearse con los pies — Sólo que me he encontrado a Nath y sin querer se ha caído.
— Osea, lo has tirado — intervino Gemma.
— Básicamente, pero lo hice para ganar tiempo. Nuestro delegado viene para acá con unos documentos antiguos para guardar. —  aclaró Kim tan tranquila. A veces me daba la impresión de que no se enteraban de que esto era clandestino.
Me levanté de golpe. Teníamos que esconderlo todo, y de paso escondernos nosotras. ¡No nos podía ver allí!
— ¡Tannya, guarda los fanfics en aquella caja!¡Kim, coge las figuritas y ponlas sobre aquella estantería!¡Kazu, Iruchi, esconded todas las fotos como sea, eso es lo más peligroso! ¡Y, Gemma, ayúdame con estas mangas y Dvds! — me puse a dar órdenes a toda velocidad y conseguimos guardarlo todo en menos de tres minutos (¡Para algo tenían que servir los simulacros que habíamos hecho!) — Ahora, todas al armario. ¡Rápido!

Y, efectivamente, conseguimos escondernos en el armario antes de que Nathaniel llegara.
— ¡Ah! — Gritó medio en susurro Tannya — ¡Eso es mi cara! ¿Por qué tengo un pie en mi cara?!
— Lo siento, es mío. Es que no quepo, estoy sobre unas cajas — explicó Iruchi intentando ponerse derecha.
— No os quejéis, Kim, Kazu y yo estamos más apretujadas que sardinas en lata — explicó Gamma mientras se hacía hueco — ¡Joder, dejadme espacio!
— No podemos, Nacu no nos deja acercarnos a ella — se quejó Kazu.
— Nacu, no puedes ocupar medio armario tú sola. ¿Qué haremos cuando vuelvan Daliana y Natylin? —  Kim me regañaba tratando de conseguir algo más de espacio, pero yo no estaba dispuesta a ceder.
— ¡Qué no! Qué me agobia mucho esto, ya os he dicho que soy claustrofóbica. Además, así os acostumbráis para cuando vuelvan las otras dos. – a pesar de decir aquello, no tenía intención de regalar MI espacio cuando volviesen las otras dos. Estarían aún más apretujadas — Por cierto, ¿dónde diantres están?
— Han ido a recoger unos posters y…  — Tannya paró sus explicaciones y se puso a escupir algo — ¡Iruchi, no me metas el pie en la boca! ¡Qué asco!
— Lo siento, lo siento.  Es que no consigo ponerme derecha — la pobre Iruchi seguía revolviéndose sin conseguir nada. Aunque yo estaba preocupada por las cajas, no quería que tirase ninguna.

De repente, la puerta se abrió y todas nos callamos automáticamente. Nathaniel acababa de llegar con una gran pila de folios. Aquello tenía mala pinta.
Nuestro delegado (uke) favorito se sentó y se puso a organizar los papeles, suspirando y quejándose a cada segundo.  Al parecer, ALGUIEN lo había empujado por las escaleras y se le habían desordenado todos los archivos. Eso sólo quería decir que pasaríamos bastante tiempo en el armario. Todas miraron a Kim, furiosas, pero ésta estaba demasiado ocupada aguantando la risa.
En realidad, esa caída tuvo que ser épica, sin querer acabé aguantando la risa yo también.

Después de MEDIA HORA, al fin Nathaniel se levantó de la silla. Pero, en vez de dirigirse hacia la puerta, se dirigió hacia el armario. Sí, donde estábamos nosotras.
“¡Mierda, mierda, mierda!” ¿Cómo le explicaba yo aquello? Seis personas metidas en un armario de una sala donde supuestamente no se podía entrar y, encima, intentando esconder un montón de material no apto para menores. Lo que más me preocupaban eran las fotos. Como se enterase de que le sacábamos fotos a traición sí que se iba a enfadar.

Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta del armario y descubrirnos, apareció nuestra salvadora. Sunset abrió de golpe la puerta de la sala, haciendo retroceder a Nathaniel. Nunca me había alegrado tanto de verla.

— Los alumnos no pueden entrar aquí — inició el delegado algo molesto por la intrusión.
— ¿Y tú qué eres? — “Sunset, si quieres aprender a ser borde, pregúntale a ella”.
— Yo soy el delegado principal. Estoy aquí para ordenar unos documentos — aquello parecía la guerra fría personificada. Nathaniel a un lado, emanando un aura azul y frente a él Sunset, con un aura naranja. Ambas chocaban entre sí, casi parecían saltar chispas.
—  Ah, ¿pero que es de verdad? Y yo que pensaba que te habías inventado el título — Sunset seguía con su sarcasmo habitual. Se notaba que disfrutaba haciendo rabiar a Nathaniel. — No, en serio, necesito este sitio.
— ¿Para qué? — el rubio frunció el ceño, contrariado.
— Con lo listo que eres haces unas preguntas muy tontas, ¿eh? Pues para qué va a ser, para liarme con Cast, por supuesto.  Este sitio es perfecto y nunca viene nadie. — mi querida amiga soltó aquello con tal naturalidad que casi parecía verdad. A mí no me afectó porque estaba acostumbrada pero mis compañeras se quedaron  petrificadas. Hasta Iruchi se quedó quieta.
— ¿QUÉ? ¿Cómo? — Nathaniel se había puesto rojo como un tomate, no sabía cómo reaccionar. “Los ukes son siempre tan lindos”
— No me vas a hacer que te explique el proceso, ¿no? Ha sido una agradable charla pero ahora, ¿un poco de intimidad? Gracias y adiós — aún sin poder articular palabra Nathaniel fue empujado fuera de la sala. Claro estaba que no iba a volver, estaba demasiado avergonzado.

Entonces mi amiga abrió la puerta del armario, dejándonos respirar de nuevo aire… Puro no, solo aire.
— ¡Sunset! ¡Nos has salvado! ¡Gracias! — le di unas palmaditas en la cabeza y ronroneó como un gatito. La verdad es que no sabía como lo hacía pero lo imitaba a la perfección.
— ¡Ah! ¿Pero estabais ahí? — me reí tontamente ante su comentario. Era una broma ¿no? Porque si lo decía de verdad… — ¿Eso son galletitas?
Se abalanzó sobre mi maleta semi-abierta y me arrebató las galletas que había hecho para el club. Acabábamos de perder las galletas. Y yo me había quedado sin harina para hacer más.
— Bueno, venga, iros vosotras también que viene Cast para acá — apropiándose totalmente de las galletas comenzó a jalar de mí para sacarme del armario, pero antes de que consiguiese su propósito alguien llamó a la puerta y volvió a empujarme junto al resto de las chicas dentro. Y, para asegurarse de que no salíamos, puso una silla en la puerta. Estaba a punto de darme un ataque de claustrofobia.
Para mejorar mi estado cardiaco, la cabeza del pelirrojo se asomó por la puerta. “Oh no, ¿Era cierto?” Empecé a palidecer, me faltaba el aire. Gemma y Kazu intentaban abanicarme, pero solo me agobiaba, más la verdad.

— ¿Tienes lo que te pedí? — comenzó el pelirrojo mirando de un lado a otro.
— Esto no te va a salir nada barato — Ante la respuesta de Sunset empecé a preocuparme aún más. Me sentí como si estuviese presenciando un tráfico de sustancias nocivas o algo así.
Por fortuna, lo que mi amiga entregó a Castiel fueron MIS galletas. El chico duro del instituto comiendo galletitas de chocolate con forma de estrella; qué valiosa información acababa de obtener.
— Cast, sabes que me debes ya dos noches de sexo desenfrenado, ¿no? —  Si Cast hubiese tenido alguna galleta en la boca la hubiese escupido sin lugar a dudas. La miró con una cara entre extrañado y sorprendido que fue realmente graciosa.
— Sí, sí… — sin hacer mucho caso, Castiel se fue de la sala, pero antes de salir miró a un lado y a otro para asegurarse de que no lo veía nadie.
Acto seguido, Sunset se largó también, olvidándose (quiero pensar que se olvidó) de la silla que aguantaba la puerta del armario. Aporreamos la puerta y gritamos incontables veces. Nada. Yo estaba cada vez peor necesitaba salir de ahí…
No preguntéis como, pero eché la puerta abajo. En serio, no podía más.

Un rato más tarde ya había conseguido relajarme. Agradecí enormemente que Tannya fuese a por algo de agua. Qué bien me sentó. Entre eso y el viejo sofá pude volver a mi estado normal.
Kim estuvo quejándose un rato mientras ayudaba a Iruchi a ponerse derecha. Me compadecí un poco cuando escuché su espalda crujir. Necesitábamos más sitio para escondernos.
Devolvimos cada cosa a su sitio y recuperamos nuestra base clandestina. En ese momento, regresaron Natilyn y Daliana.
— ¡Hola! Hemos vuelto — Natilyn entró primero, cargada con un montón de posters entre las manos.
— ¡Nat, ayúdame! ¿Por qué tengo que cargar yo con lo que más pesa? — Daliana, en cambio, entró con dificultad. Llevaba una gran caja que la hizo chocar varias veces contra el marco de la puerta.
— Venga, tampoco pesaba tanto  — aseguró Natilyn , sonriente, mientras dejaba los porters sobre la mesa. — ¡Mirad, chicas! ¡Han salido perfectos! — desplegó uno de los carteles y nos lo mostró.

Era un dibujo que habíamos hecho de Castiel acosando a Natheniel contra las taquillas y besándolo violentamente. Aquello fue como regresar al paraíso.
Formamos un corrillo alrededor de la mesa y hojeamos todos los poster. Eran tan, tan... (Censurables, para qué engañarnos) Más de una emitió un grito de fujoshi exaltada, e incluso comenzó a sangrar por la nariz.

— Eso no es nada, mirad esto. — Daliana había llegado a la mesa y comenzó a abrir la caja. — Os presento “The Awaken” el doujinshi creado por Nacu paro uso y disfrute del club. ¡Hay un tomo para cada una!
Le arrebaté el manga de las manos y comencé a girar sobre mi misma hasta caer en el sofá. Estaba tan feliz, nunca me imaginé que vería mi comic impreso. Aquello era sin duda el paraíso.


Epílogo~

A la mañana siguiente todo parecía normal; en cierto modo monótono, aburrido. Caminaba junto a Sunset, medio dormida. Me había costado mucho despertarme después de quedarme hasta las cuatro y media de la mañana leyendo mangas.

Cuando llegamos nos encontramos a Castiel en la puerta. Tenía la misma cara de muerto que nosotras. Como tres zombis nos fuimos a las taquillas a coger los libros. Un día más que empezaba con las maravillosas clases de inglés. “¡Qué coñazo!” No por las clases, sino por el profesor. No lo aguantaba.

Pero mi día mejoró cuando Castiel abrió su taquilla y una pila de bolsas de galletas lo atacaron.
El pelirrojo se quedó estupefacto. Su cara reflejaba una mezcla entre vergüenza e ira que hizo que no pudiésemos aguantar la risa y acabásemos riéndonos en sus narices.
Cerró la puerta de la taquilla de un portazo y se largó sin ir a clases, dejando todo regado por el suelo.

Sunset y yo, aún riéndonos, entramos en clase. Eso sí que era empezar la mañana con energía.
Al salir todas las galletas habían desaparecido. Mi amiga y yo nos miramos con una sonrisa pícara. Seguro que el pelirrojo había vuelto a por las galletas cuando nadie lo veía.

viernes, 22 de junio de 2012

¡Al ataque de nuevo ò__ó!

Bueno chicas se que he andado un poco perdida sorrryyyyyy >_____< pero...
ACABO DE TERMINAR SELECTIVIDAD!! ;____; por fin...
Pero a partir de ahora me pongo a tope, ya no tengo que estudiar y me sobra tiempo ò__ó

Este miercoles o el jueves intentaré subir un doble cap!! >o< (aunque si puedo antes pues mejor xD)
Gracias por ser tan pacientes ;___;

P.d.: (ya podeis guardar las amenazas en sangre y los cuchillos xDD)

martes, 12 de junio de 2012

Capítulo 7 - 1º día - A

¡Empieza la excursión cultural! Espero que os guste el principio jojojojo ¬////¬
Jajajaja, bueno, tenía pensado subir el primer cap de los anexos el viernes pero aún me faltan un par de fichas (*ejem*) xDD no pasa nada, ahora todas estamos liadas con los exámenes >-< pero encuantito me las envíen termino el cap que ya está casi casi  ;)
Bueno, aquí os dejo la primera parte del siete (y son muchas xDD)

-------------- Capítulo 7 1º día A

Preparé la maleta en un segundo.  Sólo tenía que preparar un par de cosas esenciales y listo. Al final, mi maleta resultó ser ridículamente pequeña; seguro que más de una llevaría una señora maleta de contenido desconocido.
Después de la “agradable” notita del día anterior, pude dormir mejor que otros días. Bueno, relativamente, pues tuve un sueño apacible hasta que una señora pesadilla decidió atacarme.

Lo recordaba perfectamente.
Castiel y yo estábamos en su habitación, pero esta vez su cuerpo no estaba plagado de heridas. Nos estábamos besando, y sí, voy a admitirlo, me encantaba. Todo era perfecto (llamadme cursi si queréis) pero como todo buen sueño, acabó torciéndose.

Aquel dulce beso se tornó violento y asfixiante. Castiel me lanzaba sobre la cama y me quitaba velozmente la camisa. Sus manos se extendieron por todo mi cuerpo, ultrajando cada parte  de mi ser. De repente, sus roces acabaron en mi entrepierna y no pude evitar sacudirme.

Lo peor fue que yo le seguía el juego. Mientras él volvía a besarme, yo extendía mis manos y las introducía dentro de su ropa, acariciando su torso. Acabé arrebatándole la camiseta y lo atraje hacia mí por la cintura. Nuestros cuerpos estaban completamente unidos, sudorosos, cálidos, ansiosos…
Él continuaba atrapándome con sus labios una y otra vez, sin dejarme siquiera razonar.
Sin que me diese cuenta, sus manos tomaron un nuevo rumbo, fueron hacia mi espalda, bajaron y bajaron…. Hasta que… 

“— AARRRRRGGGGGGG” — me desperté dando tal grito que no sé cómo no desperté a medio vecindario.
¡Fue tan real! Estaba sudando, totalmente acalorado y…

Tuve que salir corriendo al baño.

Oh dios, acababa de… de… ¡De tener un sueño erótico! ¡Con Castiel! ¡Maldito íncubo!
Como era lógico, después de aquello, no fui capaz de volver a conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos veía su cara. “Tengo un problema”

Cada vez estaba más confundido. Vale, era cierto que me sentí realmente bien cuando me besó, es más, en cierto modo, lo estaba esperando. Quería tocarlo, abrazarlo, pero de ahí a tener relaciones con él había un gran abismo.
Además, todo fue culpa suya, si no me hubiese acosado aquella noche no estaría haciendo cosas raras. Aunque, no me desagradó, “casi” me sentí bien… (Hasta que apareció el otro y quise morirme).

Intenté no pensar demasiado en ello, quería disfrutar del viaje y despejarme un poco, lo necesitaba.

Por si no lo recordáis, antes de todo este monologo, estaba preparando mi equipaje.
Antes de cerrar la maleta caí en la cuenta de que aún tenía la ropa de Castiel, la que me dejó cuando… Cuando se cargó la mía, básicamente.
La había lavado e incluso planchado (de hecho, los pantalones de cuero se habían quedado un poco tiesos, pero al menos ya no tenían arrugas).
La metí en la maleta sin mirarla apenas, tal y como me encontraba no me fiaba ni de mí mismo.

Al terminar, me puse unos vaqueros claros y una camisa blanca de mangas cortas sin cerrar completamente. Las pocas veces que había ido en un autobús de excursión, comprobé que lo mejor era ir informal. Aún así, seguía odiándolo, y más si iban atestados de adolescentes revolucionados (por lo menos era mejor  a que se sentase a al lado una de estas viejas orondas que huelen a croqueta quemada, y que ocupan su asiento completo y parte del tuyo).
Sin entretenerme más, cogí la maleta y me fui al instituto.

Para mayor desgracia, al llegar me encontré con mi “maravillosa” hermana (nótese el sarcasmo). Por lo que pude comprobar, ella no iba a la excusión. Y no me extrañaba nada, teniendo en cuenta que tanto Nacu como Sunset habían estado a punto de matarla más de una vez. En serio, una vez Nacu le estampó la cara a Ámber contra las taquillas, y otra vez Sunset casi la estrangula. Eran bestias para todo, pero claro, nadie iba a defender a Ámber; así que estas dos asesinas nunca tuvieron que vérselas contra la directora, la cual tenía muy buena impresión de ellas.

— Oh, vaya, si hasta mi hermano va a ir a esta asquerosa excursión. Pues menuda panda de frikis… ¿No hay nadie interesante o qué?

La ignoré, tenía demasiadas cosas en lo cabeza y ella tan pocas como para empezar una disputa ahí en medio [la frase queda un tanto rara a partir del como, quizás puedas reformularla de alguna otra manera]. Simplemente, comencé a introducir la maleta en el portaequipajes del autobús.
— Bueno, espero que yo cuente como interesante—  “esa voz…”

Di un salto sorprendido y me choqué contra el techo del compartimento. “¡Qué dolor!”

— Cuidado, señorito delegado, o acabará con las únicas neuronas vivas que quedan en su familia — era Castiel, no pude evitar mirarlo fijamente. Maldita sea, después de aquel sueño no podía evitar recrear la escena en mi cabeza. Empecé a enrojecer por momentos.

¡Había olvidado que tendría que lidiar con él! Y mira que había metido su ropa en la maleta… “Soy imbécil, debería haberme quedado en casa”. Me sentía tan estúpido y avergonzado que salí disparado y me escondí detrás del autobús. Sí, fue muy sospechoso por mi parte, pero no se me ocurrió nada mejor.

Aún así, pude seguir escuchando la conversación entre mi insufrible hermana y el mosquito pelirrojo pervertido.
— ¿Y tú para qué diantres vas a un aburrido museo? — preguntó Ámber con esa voz de oca estreñida que tenía.
— Sabes, los museos van más allá de la tienda de recuerdos. Tienen esculturas, pinturas… Y no, no es lo que te pones tan penosamente en la cara. Lo que viene siendo algo de cultura. ¿Conoces esa palabra? Pero bueno, lo mejor es que no es nada que tenga que ver contigo. Ni siquiera estarás por allí. Sólo por eso ya merece la pena la excursión. – nunca había oído a Castiel ser tan borde con Ámber. Siempre pasaba de ella, pero es que ahora solo le había faltado escupirle en la cara.

-¡Otra vez está aquí la puta rubia esta! Hola Cass— me sorprendía al escuchar la voz de Sunset, si ella estaba aquí…
— ¿Por qué no te vas a jugar con tus Barbies?  —  Nacu también — A ti tanto esnifar esmalte te ha dejado aún más tonta.

Cuando me asomé, Nacu y Sunset ya estaban en posición de ataque dispuestas a matar a Ámber. Salí corriendo para ponerme en medio, dispuesto a separarlas en cualquier momento.

Pero, por una vez, la suerte quiso estar de mi lado. La directora había llegado para pasar lista y mi hermana tuvo que irse a clase. Las otras dos se fueron a dejar la maleta. Bueno, “maleta”, comparadas con la mía estas eran armarios. ¡Parecía que llevaban un muerto en vez de equipaje! ¿Cómo diantres pueden necesitar tantas cosas para menos de tres días? Incomprensible…

lunes, 11 de junio de 2012

Capítulo 6 - Interludio -

Si matadme, me lo merezco xDD me había olvidado de subir el cap al blog ;___; pero bueno, solo han pasado un par de horas DD : (ya me vale...)

Bueno no importa >___<  aquí os dejo el cap 6! Vamos a ver un poco que piensa nuestro neurotico delegado :3 ¡Animo Nath! (y liate con Castiel de una vez ) xDDD lol

-----------

Capítulo 6 - Interludio -

Me desperté bastante aturdido, no había dormido nada…. Algo lógico. ¿Quién diantres conseguiría dormir después de haber pasado semejante situación? La cabeza me daba vueltas nada más recordarlo. ¡Qué vergüenza! ¿Por qué a mí?

A ver, lo primero era aclarar las ideas. ¿Por qué ocurrió aquello? No lo sé. Quizás una fuerza sobrenatural se apoderó de nuestros cuerpos. Ojalá fuese cierto…

¿Qué habría pasado si no hubiese aparecido Lysandro? Creo que todos sabemos la respuesta, y realmente me aterra. ¿Qué significaba todo ésto?

Jamás me había planteado que me pudiese gustar Castiel. A ver, era guapo y… espera. ¿En qué coño estaba pensando? ¡Era Castiel! Oh dios, algo no funcionaba bien en mi cabeza; a mí me habían tenido que drogar el café o algo.

Conclusión: tenía que acordar con este pelirrojo de bote que solo había sido un calentón momentáneo, causado por las feromonas adolescentes, muy frecuentes de la edad, pero que no significaba nada y por tanto, lo mejor era olvidarlo y hacer como si nada de esto hubiese pasado.

Claro que, conociendo el temperamento de Castiel, lo único que conseguiría era que me volviese a acorralar contra la pared.

----
Tras media hora en el baño intentando tapar el chupetón, opte por ponerme una tirita. Al menos podría decir que me había picado un bicho. Sí, es un poco patético, pero lo prefiero a decir la verdad.

Salí con tiempo de sobra para llegar temprano al instituto. Aún tenía que recuperar mi corbata antes de que la viese alguien y pensase…. Bueno, lo que “fue” en realidad (ya era la segunda que perdía).

Sin parar siquiera en la sala de delegados, fui corriendo a la clase. Si no recordaba mal, estaba en el fondo del segundo pasillo, un poco más allá del auditorio… ¡Maldita sea! No recordaba el número de la clase.

Entré en cuatro o cinco aulas hasta dar con ella, no fue muy difícil de reconocer. Primero, porque estaba encajada; y segundo, porque las mesas más cercanas a la puerta estaban algo movidas.
Busqué por todas partes; suelo, mesa e incluso estanterías. Nada, no estaba. Sólo me quedaban diez minutos para que llegase todo el mundo y aún no había encontrado mi corbata.

Todo era perfecto, ya solo faltaba que la descubriese Peggy  y me pusiese como artículo principal del periódico:
“¡Corbata del delegado principal encontrada en una de las clases!¿Tendrá nuestro delegado otro “asunto” más para quedarse hasta tarde en el instituto?”
Qué mal me caía esa tía.

-:-
Como de costumbre, al terminar las clases me fui a la sala de delegados. Esta vez  Melody estaba allí. Sé que quedaba mal decirlo por mi parte, pero tenerla por ahí haciendo un trabajo en que cierto modo era mío, era un alivio. A ver, no penséis mal, me gustaba mi trabajo, (si es que lo podía llamar así)  pero últimamente había tenido cierto “problema”; ya me entendéis.
— Nathaniel buenos días, ¿de nuevo una mala noche? — dijo Melody al verme entrar con una sonrisa de lo más sincera. Debía ser la única que se ponía feliz al verme. — ¡¿Qué te ha pasado en el cuello?!-- sus ojos se abrieron como platos pero no tantos como los míos.
Empecé a palidecer. ¡Joder! Que vista tenía. No lo entendía, en serio. ¿Por qué me miraba siempre tanto?
— Nada, solo un mosquito… Muy grande — bravo Nathaniel, una excusa de lo más creativa. ¿Un mosquito? ¿En serio? Sí, claro, uno con el pelo rojo y cara de pervertido.
— Ya…. — dijo dudosa. Estaba claro que no se lo había creído. NADIE se lo hubiese creído. — Por cierto, mañana es la excursión cultural, el fin de semana completo. Todos han entregado su justificante, incluso Castiel.

“¡NOOOOOOO! ¡Por favor no digas ese nombre!”

— Nathaniel, estás blanco — dijo preocupada.
— Sí, bueno, una ligera indigestión. ¿Me decías? — bien por mí, pues parecía haber desarrollado cierta velocidad mental para crear excusas estúpidas. Suspiré cansado mientras apoyaba la frente en una de mis manos.
— Mañana tenéis que estar aquí a las diez, tres horas de autobús hasta la ciudad. El primer día es libre, el sábado visita por la mañana y tarde libre. El domingo, mañana libre hasta coger el autobús de vuelta. Ahora que lo pienso, tenéis mucho tiempo libre. — explicó con cierta tristeza.  Pese a todo, también le hubiese gustado ir. — ¡Ah! Las habitaciones son por parejas.
— Me da igual compartir habitación con quien sea — acaré sin darle demasiada importancia — lo único que me molesta es tener que preparar la maleta.
— ¿Aún no la has preparado?-- preguntó sorprendida — Suficiente, tú definitivamente no estás bien.  Vete a casa, descansa y despéjate este fin de semana. En estas condiciones, perdona que te diga, pero eres un estorbo.
Enfadada me empujó fuera de la sala y cerró la puerta en mis narices, justo después de lanzarme mi bandolera. A veces no la entendía. ¿Qué más le dada lo que yo hiciese?

Un poco molesto, decidí irme a casa; lo de descansar no era mala idea. Pero, nada más salir, unas manos me taparon la boca y comenzaron a arrastrarme pese a todo mis intentos de resistirme, hacia la parte de atrás del club de jardinería. Una vez allí, pude ver a mis secuestradoras.

— ¿Os hacéis una idea del susto que me habéis dado? — estaba alterado, por un momento me había preocupado de verdad. Desde luego que Nacu y Sunset no estaban bien de la cabeza. Entre pasear por la calle con katana y dinamita, y ahora este secuestro exprés, cada vez me cuestionaba más el estado de su salud mental.
— Shhh — me mandó a callar con su dedo índice frente a su boca — dijo Nacu mientras le brillaban los ojos. Perfecto, había despertado su curiosidad, y solo había una cosa que lo hacía… el BL.  -- Nos tienes que explicar muchas cosas, señorito
— Sí, chaval, hoy habíamos quedado con Castiel y Lysandro para ir a una tienda de música, pero Castiel no ha venido. ¡Él nunca pierde la oportunidad de ir a una tienda de música!¡Cómo no lo pueda violar por tu culpa te voy a…! — y así, una vez más, los gritos de Sunset me dejaron paralizado. Lo decía con una cara tan seria… casi parecía que lo decía en serio.
— Sunset-chan, relájate—  Nacu le dio unas palmaditas en la cabeza para relajarla y ésta pareció ronronear como un gatito. —Le hemos preguntado a Lysandro pero ha dicho “ayer tuvo cierto incidente y no creo que esté de humor” y como es tan explicito dijo eso y se fue. Así que solo nos quedabas tú,  porque últimamente han pasado cosas entre vosotros y no podéis negarlo. — tras decir eso su rostro mostró una maliciosa sonrisa que expresaba muchas cosas menos confianza.
— ¿Cómo os enteráis de todo? — pregunté con nerviosismo, en tan poco tiempo… era imposible.
— ¡AH!¿Qué es cierto? Yo es que estaba lanzado un farol — Nacu comenzó a reírse en toda mi cara y Sunset no paraba de repetirme que era idiota.

Pues sí, lo era, debería aprender eso de negarlo todo hasta el final.

-¡KYYYAA! ¡Cuenta, cuenta! ¡Queremos todos los detalles! – gritó Nacu, histérica, totalmente fuera de sí. Perfecto, ya estaba en su mundo BL y era imposible recuperarla.
— ¡No fue nada! Solo nos encontramos ayer en el instituto por la noch… - me callé unos instantes, sin duda era mejor evitar esa palabra - tarde y tuvimos unas palabras. ¡Eso es todo! – giré la cabeza para no mirarlas, seguro que tenía la palabra “mentira” escrita en la frente. De ninguna manera podría contarles lo que en realidad ocurrió. ¡Sería mi fin!
— Sí, claro… — Sunset se lanzó sobre mí, arrebatándome la tirita de cuello. Todo mi esfuerzo a la mierda. – Palabras no verbales querrás decir— ni siquiera era capaz de quitármela de encima. Adiós a mi orgullo masculino.

— Ostras, pero eso no es un chupetón, es un cardenal. ¡Qué tío más bestia! Nathaniel, tú… — Nacu dudó unos instantes, como si no fuese capaz de encontrar las palabras. Se mordió el labio un par de veces, pero por muy preocupada que pareciese, sabía que en el fondo le encantaba la situación. Seguramente ya tendría miles de fantasías depravadas en su cabeza. Yo,  por el contrario, me moría de vergüenza. “Espero que no pregunte lo que creo que va a preguntar” pensé incontables veces.
Ahora fue Sunset, una se hubo quietado de encima de mí, quien empezó a hablar.
— Que si te lo has tirado. Vamos, que si te ha petado el… — “matadme”.
— ¡No seas ordinaria! — afortunadamente,  Nacu la interrumpió antes de que pudiese terminar. Sunset puso los ojos en blanco como si lo que hubiese estado a punto de decir fuese de lo más normal.
Aún era incapaz  de comprender como podía soltar aquellas cosas sin el menos pudor.
— Vale, vale. Nathaniel, ¿eres virgen? — pronunció aquellas palabras sin estar muy segura de la censura.

— ¿Qu- Qué? — tartamudeé nervioso sin saber muy bien que decir,  las dos me observaban,  sin pestañear, atentas a mi respuesta mientras yo no hacía más que acordarme de Castiel. ¡En menudo lio me había metido el muy desgraciado!
Cerré los ojos unos instantes hasta que tuve el valor de contestar.
— ¡Por supuesto que sí! — afirmé con un nudo espantoso en la garganta.

No sé si fue mi imaginación, pero juraría que vi cierta decepción en sus caras. Tener amigas para esto.

— ¿Decepcionadas?
— No, que va… - dijeron al unísono mientras desviaban la mirada.

Lo estaban. Malditas zorras. Suspiré. Seguía sin entender porque querían que acabase con Castiel.
Espera, espera. ¿Pero yo me estaba escuchando? ¿Acabar? ¡JÁ!  Nunca, ni en un millón de años. ¡Qué no! No me había planteado tener pareja y menos un tío. A mí siempre me habían gustado las mujeres… Creo. Bueno pero los hombres nunca. En cambio con Castiel…

“¡Yo me cago en Castiel y en su puñetera madre!” Lo que me faltaba, dudar de mi sexualidad.

— Nathaniel,  sabes que yo apoyo esta hermosa relación, os ayudaré todo lo que me sea posible — A Nacu le volvían a brillarle los ojos como si tuviese llamas en su interior.
— Sí, ya, bueno. Eso acláralo con él, seguro que piensa lo mismo —  Sunset rebuscó en su mochila buscando algo hasta que finalmente sacó un paquete y me lo tendió. — Toma, de parte de Castiel, se lo dio a Lysandro y éste nos lo ha dado a nosotras para que te lo entreguemos.
— ¿Qué es? — pregunté, desconfiado ante aquel pequeño envoltorio sin demasiada consistencia.
— Es un paquete. ¿No lo ves? — respondió Sunset al instante.
— Eso ya lo sé. Me refiero al contenido — a veces me daba la impresión de que me trataba como un idiota.
— Está cerrado, no tenemos rayos láser. — comenzaba a irritarse. Ya me la estaba viendo saltando de nuevo sobre mí, pero esta vez para estrangularme.
— Dejadlo ya; y tú abre el dichoso paquete — la intervención de Nacu hizo que nos detuviésemos, aunque seguimos mirándonos un rato con cara de pocos amigos.

Lo abrí sin demasiado cuidado. No parecía algo frágil y tampoco tenía gran tamaño. Cuando terminé de abrirlo pude ver mi corbata con una nota encima.

“Hey señorito delegado, si sigue olvidando cosas como esta por ahí, acabaran descubriendo sus malos hábitos.
P.D.: La próxima vez me aseguraré de que podamos llegar hasta el final sin que nos interrumpan.”

— Nathaniel, no quiero preocuparte, pero tienes totas las papeletas de ser el uke…—  apenas podía escuchar la voz de Nacu. En realidad no podía escuchar nada…

¿Uke? ¿Final? ¿Qué carajo significaba todo aquello? Me sentía como si acabase de dar cien vueltas sobre mí mismo.

jueves, 7 de junio de 2012

Capítulo 5 –B- Encuentros nocturnos

Kyaaaaaaaaa!!!

¿Qué puedo decir? xDD es la primera escena que hago de este tipo la verdad, pero creo que no me ha salido mal. Primero debo agradecer a las moderadoras por dejarme publicarlo en la página principal, y después a Riruka, que como os he dicho es mi “editora” ^^ y lo ha corregido a una velocidad increíble!  >o< Bueno aquí os lo dejo que lo disfrutéis!

Por otro lado me estoy planteando lo del casting, pero aún no se cómo hacerlo. La verdad es que esta historia es muy escasa de personajes xDD se centra demasiado en Nathaniel y Castiel :3

------------

Todo el mundo había abandonado el centro menos yo. 

Fui club por club y aula por aula. Nada, ni un alma. No me extrañaría nada que se lo hubiesen inventado; aún me acordaba de el caso de los 5 misterios de Amoris. Qué dolor de cabeza más innecesario. Lo que me preocupaba era el tema de las llaves, eso sí que podía ser algo problemático.

A pesar de todo, decidí esperar un rato más en la sala de delegados. Cuando perdí toda esperanza de que alguien pudiese aparecer, escuché un fuerte estruendo procedente del auditorio. Lugar que, por cierto, no usa nadie;  ni siquiera el grupo de música. Sí, es tan penoso que cada vez que hay un certamen o algo hacemos todo lo posible para que no se enteren.

Pero esta vez, era música. Quiero decir, sonaba bien, una guitarra y… una voz.
¿Rock?¿Quién coñ* tocaba Rock and Roll en el colegio de noche? Esto era surrealista.
Fuese quién fuese se la iba a cargar.

Me dirigí hacia allí decidido y abrí las puertas para poder ver  a los culpables. Pero, ya sabéis quienes eran ¿verdad? Claro, ¿quién si no?
En primer lugar Lysandro, cantando de una forma tan apasionada que no parecía ni él mismo.  El guitarrista no era otro que ese pelirrojo de bote que tanto me sacaba de mis casillas.
-¡Tú! ¿No te cansas nunca de liarla? Tu deporte favorito debe ser irritarme, porque si no, no me lo explico. – grité furioso, pero mi enfado iba solo dirigido a Castiel.

Ambos dejaron de tocar de golpe y se fijaron en mí. No me debían tenerme mucho respeto si nada más verme volvieron a relajarse. Eran desesperantes. El primero en decir algo fue Castiel.
-¿Qué haces tú aquí?-  preguntó como si nada. Claro, tocar música en el instituto DE NOCHE era lo más normal.
- ¿YO? ¿Y tú qué? ¿Por qué me tengo que tragar siempre tus líos? ¡Estoy harto! – sin esperar respuesta me di media vuelta y me fui.

Me siguió e intentó llamarme en numerosas ocasiones, ignoré sus palabras, no estaba de humor. Poco a poco nos alejábamos del auditorio dejando a Lysandro en él.

-¡Te he dicho que esperes! – terminó alcanzándome en poco tiempo, haciendo que me detuviese mientras me sujetaba por el brazo.
-¿Para qué? ¿Para darte la enhorabuena por robar las llaves?- inquirí desafiándolo con la mirada.
-¿Pero a ti qué coño te pasa? ¿Te ha bajado la regla? – de nuevo, volvió a formular preguntas sin sentido.
— ¡Eres un gilip*llas! — le chillé intentando deshacerme de él. Cuanto más lo intentaba más fuerte me sujetaba, hasta que me obligó a entrar en la clase más cercana.
— ¿Me vas a decir que te pasa o tengo que volver a firmarte un justificante? —atacó de nuevo con su sarcasmo habitual.
— A mí no me pasa nada — respondí con desdén.
— Ya, claro. Y yo duermo con un osito de peluche.
— Qué tierno, no me esperaba eso de ti.
— Maldita sea Nathaniel, contéstame de una vez – dijo aquellas palabras helándome por un momento. Mi nombre no era algo que saliese frecuentemente de sus labios.
— Has robado las llaves, ¿sabes el lío que podías haber formado? — dije forzosamente, evitando la verdad.
- No soy imbécil, es por algo más. Puedes decírmelo – aclaró ya cansado de mis evasivas.
-Claro, así que si es a mí a quien le pasa algo, si que tengo que hablar contigo ¿no? – me delaté inconscientemente con aquellas palabras.
-¿Era por eso? ¿Estabas molesto por que llamé a alguien antes que a ti? Fue a Lysandro a quien llamé ¿sabes? – rompió a reír en mis narices haciéndome quedar como un imbécil.
Mi némesis, ya no podía más, si continuaba allí acabaría cogiendo una mesa y lanzándosela a la cabeza. Con suerte revivirían algunas de las miles de neuronas que tenía muertas en su cabeza.

De nuevo, intenté escaparme, pero me cerró el paso empujándome contra la pared y posando sus manos junto a mi cara.
-¿Sabes por qué no te llamé?
-Porque no te dio la gana, ya lo sé, déjame en paz.- giré mi cara evitando mirarle y él aprovecho la ocasión para acercarse más a mí.

Podía sentir su respiración en mi oído. Estaba demasiado cerca. Mi corazón comenzó a acelerarse descontrolado.
-Si te hubiese llamado y hubieses venido, no me habría podido controlar. – me susurró haciéndome chocar contra la pared.

El calor me hacía hervir la sangre, quería irme al mismo tiempo que deseaba quedarme;  mi cuerpo comenzaba a dudar y a desobedecer a mi mente. Mientras, sus ojos parecían retarme, su mirada era tan intensa…

Sin que me diese cuenta, atacó mis labios violentamente. Penetró totalmente en mi boca sin pedir permiso. Apenas podía respirar, ese beso me asfixiaba cada vez más. Jugó con mis labios y con mi lengua hasta que estuvo satisfecho.
-Ahh…- Por fin pude respirar.  Me sentí ligeramente mareado, mi cuerpo parecía aumentar de temperatura por momentos.
-¿Y esa cara señor delegado? ¿Estás intentando provocarme más?- preguntó pícaramente mientras sus ojos me devoraban poco a poco.
Comenzó a morderme el cuello y a besarlo. Un escalofrío se extendió por mi cuerpo, sus manos abandonaron la pared para desabrochar entonces los botones de mi camisa.
-Castiel… no … estate quieto- rogué mientras intentaba detenerlo. Pero era tarde.
Ya se había deshecho de mi corbata. Sus labios bajaron entonces por mi clavícula para volver a subir luego. Tocando mi pecho  descubierto, bajando, lentamente.
-Si no te resistes, continuaré. Aunque viéndote así  no creo que pueda detenerme. – con aquellas palabras parecía abrasarme aún más.

Me sobresalté cuando se abalanzó de nuevo sobre mí, un temblor sacudió mi cuerpo cuando me mordió la oreja, cada vez estaba más cerca. Podía oír sus latidos, estaba como yo, frenético.
Una de sus manos agarró mi cintura atrayéndome hacia él, y adelantando una de sus piernas me obligó a separar las mías.
-¿Qué estás…? ¡Ahh! mis labios dejaron escapar un gemido, una mezcla entra dolor y placer se apoderaba de mi cuero. Presionó aún más su pierna contra mí, haciéndome estremecer.
Su otra mano se dirigía hacia mi pantalón, jugando con los bordes hasta llegar al botón. Posó sus dedos sobre éste y con un simple movimiento, lo desabrochó.
-Castiel deten…- volvió a besarme bruscamente sin dejarme respirar. Apenas podía sostenerme, estaba completamente a su merced.
Una vez más, sus dedos se situaron sobre mi pantalón, esta vez en la cremallera, bajándola sin pensárselo dos veces. Entonces, posando su mano sobre mi ombligo, bajo lentamente hasta mi ropa interior. Comenzó a introducir la mano en ella…

-:-

-Castiel…  ¿Estás por ahí? Empiezo a pensar que te has ido o algo y que estoy hablando sólo. – La voz de Lysandro vino como una oleada de viento helado. ¡Mierda! Había olvidado que aún seguía por ahí. Me sentí como si cayese desde una décima planta y me chocase contra el suelo sin remedio.
¡No podía dejar que me viese así!
Primero porque soy el delegado principal, segundo por orgullo personal y tercero … ¡Porque no!
Empujé a Castiel hacia atrás, pero hizo caso omiso a mi resistencia y continuó. ¡Este tío estaba mal! En serio, ¿ni siquiera tenía algo de vergüenza?
-Maldita sea Castiel… ¿Estás loco? ¡Aléjate! – susurré nervioso, deseando que el otro no pudiese oírnos.
-Déjalo, acabará yéndose y si no… da igual – aclaró con total indiferencia.
- Y una mierda. ¡A mí no me líes! – grité empujándolo de nuevo y consiguiendo quitármelo de encima. Corrí hasta la salida y abrí la puerta.

Perfecto, estaba justo ahí.

Imaginaros, yo, con la camisa abierta, sin corbata, el pantalón desabrochado y rojo hasta los cimientos, saliendo de una clase a oscuras en mitad de la noche. Era imposible no pensar mal.
Por fortuna Lysandro no es una persona que se meta en los asuntos ajenos, y mucho menos se atreva a cuestionarlos.

Pero poco me importó en ese momento, estaba demasiado avergonzado para pararme o tan siquiera mirarlo. Salí de allí lo más rápido que pude, sin volverme una sola vez.
Recuerdo haber escuchado a Castiel achacándole a su amigo, que podía haberse esperado un poco más, que había sido realmente inoportuno.

“Un poco más” Si no hubiese aparecido Lysandro, ¿hasta dónde habríamos llegado?

---

Cuando llegué a casa mi hermana ya estaba allí. Menos mal que la muy imbécil estaba “aprovechando” su tiempo con uno de esos programas de cotilleo. Ni siquiera se fijó en mi presencia.
Una vez en mi habitación descubrí que me faltaba algo…

Mi corbata.

La cosa mejoraba por momentos, tenía que recogerla antes de que la encontrase alguien. Antes de acostarme cogí el pijama y me fui al baño a enjuagarme la cara.
Suspiré agotado, de nuevo, me veía raro frente al espejo. Negué con la cabeza y me eché algo de agua en el rostro.
Al quitarme la camisa me quedé paralizado. Observé fijamente el espejo mientras pasaba la yema de los dedos sobre el cuello.

¡Me había hecho un chupetón!

Era un desgraciado, ni con la camisa puesta podía taparlo completamente. Me acordé de todos sus muertos y más. Lo había hecho a propósito, seguro.

Otra vez tendría que recurrir al maquillaje de Ámber.

Con la tecnología de Blogger.