domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 18 ~Aceptar la realidad~

A ver a ver como puedo empezar, como siempre disculpándome por tardar tanto. Si os digo la verdad es que este año la universidad me ha pillado, no me esperaba que me fuese a usurpar tanto tiempo u.u y he tenido que dejar este fic a un lado u___u
Solo espero que ahora que vienen las vacaciones esto no ocurra más... pero no me comprometo a nada D : que después pasa lo que pasa...

Y tambien gracias a todas las que a pesar de todo me seguís leyendo u///u en serio, me he leido todos y cada uno de vuestros mensajes y aunque no ma vaya a poner a contestarlo quiero que sepais que me han encantado y que los aprecio mucho.
Cada vez que veo un comentario nuevo es una alegria, y si ya encima veo a alguien que me ha escrito un montón pienso "Joder, u////u que monada" jajajajaja Me encanta.


En fin chic@s gracias por vuestra paciencia u////u ahí arriba os dejo a nuestro camarero sersi Lys para atenderos ; D Tambien disponibles Nathaniel y Castiel... ¡Habrá más en el futuro! xD













*click para verla grande

Tiene poca censura, pero tiene algo al principio ; D 

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Tenía que ser una broma. Aquello no podía estar pasando. Era como caer al vacío, como ser aplastado por un muro de piedra.

Me quede paralizado, no sabía qué hacer, tan solo podía sentir mi corazón bombeando histérico en mi pecho. De todas las situaciones en las que podía ser descubierto esta era, sin lugar a dudas, la peor.

Tenía que reaccionar, ¡y rápido!



- Nathaniel... - Melody hizo una pausa y comenzó a abrir la puerta - ¿Estás ahí?

"¡NO!" grité aterrado para mismo. Con todas las fuerzas que me quedaban, empujé la puerta con mi espalda para impedirle entrar. Al menos, había ganado tiempo.

-¿Nathaniel qué pasa? - con su insistencia habitual intentó abrirla de nuevo, fue en vano, yo me encargué de evitarlo desde el otro lado.

- No es nada - dije finalmente, mi voz, como era natural, sonaba nerviosa y apresurada.



Le hice un gesto a Castiel para que se apartase pero fui completamente ignorado. Aquello me dejó desconcertado, llegué a pensar que igual no se había dado cuenta de la situación o algo pero no lo consideraba tan idiota, no, me había escuchado perfectamente, sabía al cien por cien lo que le había dicho y aun así tan solo soltó una sonrisa casual y continuo haciendo caso omiso a mis órdenes. ¿En qué coño estaba pensando?



- Melody... - comencé, e inmediatamente me quedé sin palabras, mi labio inferior temblaba  aterrado. Tenía que pensar en alguna excusa cuanto antes o estaría perdido. - se han vuelto a caer los papeles de la estantería y... - "¿Y qué Nathaniel?" pensé, en serio, yo era gilipollas. Así solo iba a conseguir que quisiese ayudar - Esto... está todo lleno de papeles y no quiero pisarlos.

Si hubiese un premio a la peor excusa del año, la hubiese ganado sin problemas. Que se lo creyese sería aun más milagroso.



Estaba empezando a desesperarme, mi pelirrojo seguía sin detenerse. Sus manos se deslizaban por mi piel libremente librándose por completo de mi ropa interior mientras yo, incapaz de resistirme me retorcía bajo su tacto.

Si la escena ya antes era comprometida, ahora ya era imaginable.  Apenas podía contener mi voz, traté de morderme el labio pero si continuaba mucho más, no podría retenerla, acabaría delatándonos yo mismo. 

No podía soportarlo más, sus manos agarraban mi miembro con más firmeza, aprisionándolo. Mi garganta se ahogaba en el éxtasis como una columna de fuego que intentaba subir a través de esta.



-Bueno, volveré luego… supongo -. Respondió Melody aún dudosa, perfecto, me iba a tocar dar explicaciones luego. ¡Joder! ¿Y por qué tenía yo que darle explicaciones? Me estaba empezando a cansar de que se metiese tanto en mi vida. Que tía más pesada.

- Vale – dije apresuradamente casi al mismo tiempo que llevaba mis manos a mi boca. Y en aquel dichoso momento acabó todo.

Arqueé mi espalda contra la puerta, toda aquella llamarada de fuego recorrió mi cuerpo entero y desapareció por completo. Me deje caer con los ojos entrecerrados, me sentía como si toda la energía se hubiese esfumado en el aire. Respiré hondo un par de veces para reponerme o al menos, aparentarlo.

Pero ahora, llegaba la explosión.



Cuando aclaré mi mente mi neurosis habitual volvió ilustrando todas las cosas que podían haber llegado a pasar si la dichosa puerta se hubiese abierto. Millones de escenas asaltaban mi cabeza como una avalancha en mitad de una montaña nevada. Sentía como mi cuerpo temblaba ligeramente apabullado pero ahora, por un motivo completamente distinto.

Cerré mis puños con fuerza conteniendo las ganas de acabar en su cara. ¿¡En qué coño estaba pensando!? ¿¡En hacerse el chulo por estar follando en el instituto!? ¡Claro! ¿¡Porqué no!?

La próxima vez en la sala de profesores, con la puerta abierta y los altavoces conectados. O contra las taquillas, ya que estábamos.



A mí me iba a dar algo y lo peor es que lo veía capaz. Pero, primero, no pensaba seguirle el juego y segundo, se iba a enterar.

Hacía tanto tiempo que no me enfadaba con Castiel que casi había olvidado lo que se sentía. Y no,  no me gustaba la sensación, pero la culpa era suya.



Con la poca dignidad que me quedaba, si es que podía quedar algo tras este tipo de situaciones, recogí mis pantalones y ropa interior del suelo y me abroché la camisa.  La corbata había vuelto a perderla, para variar.

Mi pelirrojo no dejaba de sonreír, por lo que parece ese tipo de situaciones le ponían de buen humor. O eso o era fastidiarme lo que le entretenía, que no sé que es peor. Pero esta vez se había pasado, esas ganas de romperle el labio que tantas veces había sentido antes, volvieron como una inmensa catarata de ira que impactó de lleno contra mí.



-¿Alguna vez tienes en cuenta las consecuencias de lo que haces? – lo miré a los ojos directamente, no le observaba serio ni enfadado, tan solo lo miraba, sin emotividad ninguna, como si la vida se hubiese escapado de mi rostro. Me podía ver perfectamente reflejado en sus pupilas, él estaba perplejo. Seguro que esperaba que le gritase o algo.

-¿Alguna vez – proseguí – las tienes en cuenta para los demás? ¿Para mí? – aquellas últimas palabras se atoraron en mi garganta convirtiéndose en un leve susurro amargo.



El rostro de Castiel estaba desencajado, lo había dejado sin palabras. Apenas se movió ni un centímetro, como una estatua griega, quieto sin cambiar la expresión. Como si no hubiese sido capaz de asimilar el mensaje.



¿Cómo se suponía que debía tomarme su silencio?

Me sentía extraño, decepcionado, no estaba seguro. Lo único que tenía claro era lo mucho que ansiaba perderlo de vista.

Quizás estaba siendo exagerado, no obstante, que no dijese nada ni siquiera una protesta fue lo que más me impactó.

Como era lógico, o al menos yo lo veía así, mi cabeza volvió a ser asaltada con millones de incógnitas inconclusas, cientos de posibilidades. Llegué al punto de pensar que había puesto demasiadas esperanzas en mi relación con el pelirrojo.



En serio, ¿Castiel y yo? Da igual por donde lo mirase, parecía algo completamente imposible.

Me tuve que morder el labio para que una batida de palabras sin sentido escapase de mi garganta y terminasen de estropear las cosas. Tan solo le dije “Adiós Castiel” y desaparecía por la puerta a toda velocidad dejándolo aun con la mirada perdida.



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Después del examen de inglés al cual casi llego tarde por haber tenido que para en el baño por culpa de cierto señorito que había dejado mi ropa de aquella manera, me pareció adecuado ir a descansar. Seguramente más de uno me miraría con desprecio por lo que voy a decir, pero tranquilidad para mí era ni más ni menos, irme a una sala de estudios. Más que nada porque era de esos sitios en la biblioteca que Castiel no sabía ni que existían.



Nada más llegar la “agradable” bibliotecaria, y esto lo digo con sarcasmo, me dijo con esa sonrisa  suya de hiena estreñida que la próxima vez reservase sala. Era la primera vez en mi vida que las veía todas ocupadas.

Devolviéndole la sonrisa le di la espalda y me fui en busca de una sala abandonada. Con suerte algún irresponsable había reservado alguna y se le había olvidado ir. Por intentarlo no perdía nada.



Tuve suerte, a medias.

Nada más subir las escaleras y girar a la derecha para acceder al pasillo de las aulas, una puerta impactó en mi cara a toda velocidad haciéndome caer de culo y con la nariz no rota pero casi.



-¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! -  una especie de ser azul gritaba y me zarandeaba muy agitado. En realidad el golpe no fue para tanto pero con los zarandeos de después acabaron de rematarme - ¡Lo siento! Pensaba que eras mi hermano, ¿estás bien?



Aquella mancha empezó a tomar forma, sus intensos ojos rosas me observaban impacientes a que reaccionase. Era uno de los gemelos que acababa de ingresar en el instituto. Si no me equivocaba este era Alexy.

Cuando empecé a incorporarme dejó de moverme de un lado para otro y se dibujó una enorme sonrisa en su rostro. Estaba sentado frente a mí balanceándose  levemente de un lado para otro expectante.

Este chico era de esos que, hiciese lo que hiciese, nunca se estaba quieto.



-Siento el portazo – dijo mientras se reía, como disculpa no parecía muy convincente.

- No pasa nada, yo también iba distraído – en realidad me estaba cagando en todos sus muertos pero no quería resultar borde – Estaba buscando un aula libre para estudiar pero me parece que la suerte no me sonríe.



Me reí un poco ante mi “natural” mentira. ¿Desde cuándo se me daba tan bien? Sacudí la cabeza para intentar despejarme y me puse en pie.

Prefería decirle eso a “No, es que acabo de masturbarme con mi noviO en la sala de delegados y una compañera ha estado a punto de pillarnos ¡Ah! Y encima nos hemos peleado”.

Definitivamente eso no iba a salir de mis labios.

Pero para mi sorpresa Alexy me miraba fijamente desde el suelo, su sonrisa había desaparecido. Ahora sus ojos me estudiaban como si lo supiese todo, como si pudiesen destapar cualquier mentira. De repente, una leve sonrisa se dibujo en su rostro.

Aquel chico me resultaba extraño, tenía algo que no me dejaba tranquilo. Lo que no sabía decir era si se trataba de algo bueno o malo. En cualquier caso me parecía peligroso, como si pudiese conseguir todo lo que se proponía.

De un brinco se puso en pie y me agarró por los hombros.



-Puedes quedarte si quieres, estoy solo – con un gesto me invitó a entrar, en realidad me empujó dentro. Tampoco es que tuviese más opciones, solo tenía que quedarme con la boquita cerrada y todo estaría bien.



O eso pensaba yo, ni cinco minutos aguantó callado. Atosigándome a preguntas nos acercábamos poco a poco a un terreno peligroso. Por mucho que intentase volver a los libros era imposible, se las había ingeniado para descubrir que tenía problemas de “pareja” y de ahí a lo siguiente le faltaba poco.



-¿Una chica difícil? – me preguntó con picardía, sabía perfectamente a donde quería llegar, pero yo no estaba dispuesto a contarle más. Así pues, guardé silencio. Craso error. - ¿Un chico quizás?



No sé de cuantos colores se tuvo que poner mi cara pero desde un pánico inicial hasta un bochorno sofocante se podría decir que pasé por todos los estados.

Me acababa de delatar yo solito. “Bien Nathaniel, eres un genio”.



-No te preocupes – dijo con una amplia sonrisa, realmente quería creer en él, necesitaba hablar de ello y no tenía a nadie, nunca había tenido a nadie. – puedes confiar en mí, yo soy gay.



Y aquello fue el golpe final. La palabra “gay” resonaba en mi cabeza como un balón n un partido de baloncesto. Una ráfaga fría me recorrió la espalda descomponiéndome poco a poco.



-Entonces eres gay, que bien… - no le dejé ni terminar la frase, aquella afirmación no la podía aceptar tan fácilmente.

-¡NO! – interrumpí con ímpetu.

-Pero tienes novio – me recordó con una mirada sugerente. Vale, tenía novio, pero eso no significaba nada… ¿no?

- Si – respondí, y su rostro se volvió aun mas sospechoso. – Supongo que el termino adecuado sería bisexual, él ha tenido novias… - casi tartamudeando conseguí decir aquellas palabras pero por desgracias carentes de convicción alguna.

-¿Y tú? – me preguntó sin dejarme acabar. Me quedé atónito, no sabía que responder, ni siquiera que pensar. Me había pillado. - ¿Alguna vez has sentido algo por una chica?



¿Pero qué problema tenía este chico con mi sexualidad? ¿Estaba creando un ejército homosexual o qué?

Me estaba poniendo nervioso, unas gotas de sudor frio resbalaron por mi frente mostrando mi intranquilidad. Además había formulado la pregunta sin margen de error, no podía haber dicho que si había tenido novia o algo así, no. Se fue directamente al núcleo del problema.



-Eso no significa nada – respondí, y una vez más cavé mi propia tumba. El me seguía observando cuidadosamente con una ceja arqueada y con una sonrisa complaciente en el rostro.

Yo era imbécil, me lo había sonsacado todo.

-¿Sabes? El otro día estuve en una tienda de ropa por aquí cerca y no pude evitar fijarme en el dependiente – no entendí muy bien porque había cambiado de tema tan de repente pero se lo agradecí. – era una monada, su pelo era tan negro como una noche sin luna al igual que sus ojos. Su rostro era fino y elegante como si se tratase de un muñeco. Pero no solo eso, su forma de andar, de comportarse, era una hermosa sombra que te envolvía. Y su ropa ¡Su ropa era increíble! Parecía sacada de los poemas de lord Byron. – narraba aquello como si se tratase de un sueño inalcanzable, de una utopía. Sentí algo de lástima por él, por la descripción me imaginé quien podía ser y las posibilidades eran bien escasas. Tan solo lo había visto con su hermano y con Rosalya, una compañera nuestra del instituto. Siempre pensé que tenían algo, pero Castiel nunca me lo había confirmado.

- ¿Lo conoces? – preguntó alegremente dejando a un lado tanta nostalgia.

- Creo que estás hablando de Leigh, es el hermano mayor de Lysandro – en realidad no podía ser otro, una ropa tan peculiar solo podía ser de estos dos o bien de Nacu.

- ¿Lysandro? ¿El chico del conjunto victoriano? – “Y del pelo blanco y los ojos bicolores, si” pensé mientras asentía sorprendido por su repentino entusiasmo.

- ¡Menos mal! Cuando estuve allí me dio la impresión de que era su novio y me había desilusionado, ¡pero ahora tengo vía libre! – “si fuese gay” pensé, pero preferí no arrebatarle su momento de gloria.



Siguió delirando un rato sobre lo maravilloso que era Leigh y lo mucho que le había gustado “bla, bla, bla”. Por favor, este chico no se callaba nunca. Al menos conseguí desconectar un poco y lo mejor, es que conseguí que dejarse de meterse en mi vida.

Pero mi tranquilidad no duró ni quince minutos. Will, a quien apenas conocía ni sabía que seguía en Francia, entró por la puerta quedándose extrañado al vernos. Al parecer Alexy se había metido en la primera sala que había visto vacía sin pedir cita ni nada.

Yo ya no podía sorprenderme más.

Afortunadamente Will nos dejó seguir allí, o eso  o no sabía decirnos que nos fuéramos a tomar por culo. Su nivel de francés era bastante bajo y con Sunset como profesora solo habría aprendido a decir guarradas. Por supuesto, yo tampoco sabía castellano por lo que no podía comunicarme con él.



“Ahora te voy a demostrar que eres gay” me susurró Alexy justo después de venir corriendo a sentarse a mi lado. En serio, ¿Qué problema tenia este chico con mi sexualidad? Miedo me daba lo que podía estar planeando, para colmo con el novio de Sunset. Una sola tontería y esa tía era capaz de degollarnos.

“No me digas que no te parece atractivo” comenzó a decirme al oído, “fíjate en sus ojos, en sus labios” Alexy lo miraba con descaro, sin perder un solo detalle, “Y su cuello, sus hombros, ¿qué tal… sin camisa?”

Tosí un par de veces abrumado, sin querer yo también acabé mirándolo pero yo, no podía dejar de pensar en Castiel. Recordaba lo mucho que me gustaba su pelo, agarrarme a él, sus labios rozando mi piel, besándola, su torso desnudo contra el mío y siempre su sonrisa, su enigmática y pícara sonrisa.



-¿¡Qué!? – el grito de Will me sacaron por completo de mi fantasía, no me quiero ni imaginar la cara que estaba poniendo mientras lo miraba, lo que estaba claro es que había conseguido ponerlo nervioso. En realidad me daba pena, seguramente estaría mordiéndose la lengua porque quería decirnos mil cosas pero no podía sin que no lo entendiésemos.

-Nada, nada, perdona – le respondió Alexy salvándome del apuro. Aunque creo que Will entendió mejor el gesto con las manos que hacia el peliazul que lo que había dicho - ¿Ves?  Ahora sí que no puedes negarlo – me susurró demostrándome (muy a mi pesar) lo que había estado negar durante mucho tiempo.



A ver, no me malinterpretéis. No es que pensase que estuviese mal ni mucho menos, me daba igual. Solo es que cuando es a uno al que le pasa no es lo mismo. Yo me había criado en un ambiente MUY tradicional y retrogrado por lo que os podéis hacer una idea de cómo podría reaccionar mi padre. Me temblaba todo el cuerpo solo de pensarlo.

Sacudí la cabeza un par de veces para airearme. Bajo ningún concepto podía permitir que mi padre se enterase. No mientras lo tuviese cerca.

Y sería una tontería, pero ver como Alexy me sonreía cálidamente mientras apoyaba su mano en mi hombro hizo que me sintiese más tranquilo.  Porque aparte de Nacu y “Sunset” (os podéis hacer una idea de porque la pongo entre comillas) no tenía a nadie más con quien pudiese hablar, y mucho menos de esto. Fue un simple gesto pero significó mucho para mí.



Pero la fiesta no se acabó aquí. Adivinad quien llegó ahora.

Ni más ni menos que el señorito Lysandro, completamente desorientado y sin saber a dónde ir, para variar.

Nada más entrar el albino nos dijo que pensaba que aquella era su sala pero que no podía asegurarlo porque ¡sorpresa! Había perdido el papel de la reserva.

Lo que no sabía es que Lysandro sabía hablar español y pudo entenderse con Will, al final resultó que este también se había equivocado y estábamos todos de ocupas en una sala que ni siquiera estábamos seguros de si era de alguno de nosotros. Algún día aparecería el dueño…



Durante un buen rato el ambiente permaneció en silencio, nadie se atrevía a abrir la boca. El novio de Sunset estaba sentado en el mismo lado que yo pero todo lo lejos que pudo. A su otro lado, también lejos, estaba lysandro, estaba claro que al que quería más lejos era a Alexy.

Pero la tensión estaba con los otros dos. Mi amigo peliazul en uno de sus intentos por romper el hielo se chocó de lleno contra el iceberg. Con todo el descaro del mundo le soltó a Lysandro que le gustaba Leigh y empezó a hacerle preguntas de este. Imaginaos la cara del albino. He de admitir que me esperaba otra reacción, pero por lo que se ve el cantante tiene un fuerte complejo de hermano. Su pasividad habitual se convirtió en un aura amenazante que nos dejó a todos atónitos, no dijo ni una palabra, ni un gesto, sus ojos hablaban por si solos. Cuando consiguió que Alexy cerrase el pico volvió a sumergirse en sus libros y el resto pudimos dar por salvadas nuestras vidas. Nota mental; no enfadar nunca a Lysandro.



Lo peor es que en consecuencia, tuve a Alexy poniéndome ojitos de cachorro y golpeándose la cabeza con el libro por haber hablado de más. Y como yo soy imbécil y me dio pena, me incliné hacia él para animarlo con la mala suerte de que aquel basto anillo que me regaló Castiel por San Valentín se dejó entrever por los huecos que formaban los botones de mi camisa.

Los ojos de Alexy se iluminaron como los de un gato en mitad de la noche, sus labios formaron una de las sonrisas más peligrosas que había visto jamás y en menos de un segundo se abalanzó sobre mí de un salto y empezó  a quitarme la camisa.



Todo ocurrió demasiado deprisa, en mi intento de huida acabé sobre Will en el suelo, intenté quitarme y él intentó quitarme pero la persistencia de Alexy solo empeoraba la situación. Entretanto Lysandro  acudió a nuestra ayuda pero no me preguntéis como diantres ocurrió pero uno de los botones de la chaqueta del albino se enganchó con la chaqueta de Alexy y al final acabamos todos en el suelo. Will luchando desesperadamente por salir de debajo de todos nosotros, el peliazul luchando contra mí y Lysandro liado con el dichoso botón.

Hoy parecía el día de la situaciones comprometidas y lo peor de todo, descubiertas.

En medio de todo el jaleo la puerta volvió a abrirse una vez más y aparecieron las dos tías mas mal pensadas de todo el jodido instituto; Nacu y Sunset.



Ambas se quedaron quietas en el marco de la puerta mirándonos con un tic en el ojo hasta que la pelirroja sacudió la cabeza y volvió a cerrar la puerta dejándonos solos de nuevo.

Nada mas hizo aquello Will empezó a llamarla a gritos bastante enfadado. Antes de que nos diésemos cuenta ya volvía su novia a estar dentro de la sala y sacándolo mientras a los demás nos arrojaba con desprecio como si fuésemos basura. Nacu seguía en el marco de la puerta con una mano tapando su nariz y la otra apuntando cosas en el otro brazo con un boli.



-“¡NO! ¡Will tú no! Ven vamos al baño, voy a mostrarte que aún te gustan las mujeres” – le dijo mientras empezaba a quitarle la ropa, por supuesto Sunset le hablaba a Will en castellano y al principio no me enteré de nada pero Lysandro se ofreció amablemente a hacer de interprete porque a Nacu, básicamente, no le daba la gana.

-“¡VALE!” – respondió su novio impetuosamente, su humor había dado un giro de 180 grados.

Pero Sunset se limitó a sonreírle coger los libros, le puso de nuevo la ropa derecha y le dijo “Si ya estás bien, vamos a estudiar”.

No sabría decir cuál fue la cara de Will, creo que era una mezcla de desilusión, frustración y furia. Pero se tuvo que resignar y acabó sentado junto a su novia con el ceño fruncido.



Bueno y antes que nada os aclararé que la sala la tenía reservada Nacu, había llegado tarde porque se había perdido y tuvo que pedirle a su amiga que la acompañase.

Pero a ellas no les importó que estuviésemos allí, sobre todo a la morena que parecía haber tenido un buen espectáculo. Cuando pasó media hora o incluso menos, el peliazul y Nacu se habían hechos super amigo, lo que le faltaba a esta, un amigo gay hiperactivo. Lo peor es que Alexy es un bocazas y se lo había contado TODO. Ya podía ir despidiéndome de mi vida.

En mitad de su coloquio sobre MI persona, escuchamos de fondo a Sunset hablar con Will.



-¿Qué? – preguntó su novio ante la constante mirada de la pelirroja que no lo perdía de vista.

-Qué guapo estás hoy – le respondió con una sonrisa inocente que a mí me puso el pelo de gallina.

-Tú te lo has buscado - Y ahora llegó lo mejor, tras tragar saliva un par de veces, Will se puso en pie y cogió a su novia como un saco de patatas  y se dirigió a la puerta con decisión. Todos nos quedamos en silencio mirando la escena.



Curiosamente fue la melodía de mi móvil la que nos devolvió a la realidad. Era un mensaje.

“Nath tenemos que hablar. ¿Quedamos esta tarde a las siete?

Castiel”



-Eso significa que vamos de compras, ¿no? – preguntó Alexy detrás mía emocionado.

-Claro, a ver si me ayudas y conseguimos quitarle este conjunto de viejo que es horroroso ¡Yo le aguato los brazos y tú las piernas! – respondió Nacu eufórica desde mi espalda.



Cuando me quise dar cuenta los dos estaban inclinados sobre mí leyendo el mensaje. Estaba muerto. Una tarde con estos dos no podía ser soportable. Me dejé caer en la mesa con la cabeza apoyada en mis manos intentando ignorar a las dos arpías que tenía detrás de mí gritando y diciendo sandeces.

Sin oponer resistencia, pues no tenía sentido contra estos dos, fui arrastrado hacia la puerta como si fuese un gato al que intentan sacar de paseo con una correa. Y solo antes de salir nos dimos cuenta de que Lysandro había desaparecido. Se habría ido mientras yo estaba firmando mi condena.  Aún así me pareció extraño pero Nacu dijo algo como;



-No te vas a escaquear, ya hablaré yo con Lys luego. Ahora un cambio de look – y dicho esto nos fuimos los tres a la tienda de ropa de Leigh. Lo cual me daba un mal presentimiento.
 
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