Capítulo 7 - 1º día - C

No, no me he olvidado AQUÍ EL PRIMER CAP DE LA SEMANA!!! xDDD
Continuamos con esa escursión escolar, por fin se desvela el compañero de Nath... aunque ya os lo imaginais no? xDDD Espero que os guste!! Espero tener el otro antes de tiempo ya que me lo habeis pedido >3<!!!

Vaya .___. hoy no estoy ispirada... tampoco me olvido de los anexos pero no quiero que eso me atrase u__u

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Estuve esperando en mi habitación durante más de media hora, pero nadie apareció. En quince minutos teníamos que salir, así que más le valía llegar a tiempo si no quería cargar todo el día con la maleta.

Por fin, alguien golpeó la puerta.

Corrí a la entrada; tenía cierta curiosidad, la verdad. Pero cuando abría la puerta os juro que aquella fue la imagen más aterradora que jamás hubiese imaginado. Castiel se encontraba frente a mí, con la guitarra y la maleta a cuestas, sonriendo como si quisiera que le sacase una foto.

Cerré la puerta rápidamente, impidiéndole entrar.

“¡NOOOOO! ¡¿Por qué él?!!” Grité para mis adentros. Esto no podía estar pasando, era una pesadilla de la que no me podía despertar. Me pellizqué el brazo. Nada. Me golpeé la cabeza y tampoco.  “¿Y ahora qué hago?”

— ¡Serás desgraciado! ¡Ábreme la puta puerta!¡YA! —  los gritos de Castiel se oían de seguro por toda el edificio. Tragué saliva, no quería abrirle por nada del mundo

— O me abres o tiro la puerta abajo, te lo advierto. Tres... Dos… — maldito… ¿Cómo iba a sobrevivir teniendo que vivir con semejante animal? Se suponía que había venido a despejarme. —  Uno... —  Vale, o abría o me veía a este destrozando la puerta y, lo peor, viniendo luego a por mí.

Muy a mí pesar tuve que abrir la puerta, pero al hacerlo me encontré a Castiel apoyado en el marco de la puerta sin intención alguna de golpear nada.

— No tenías intención de tirar la puerta abajo, ¿verdad? — dije mientras me arrepentía de haber abierto la puerta.

— ¿Tú eres tonto? Esta puerta está blindada, no soy masoca. Ahora, quita.

Entró echándome a un lado del pasillo y tiró sus cosas por el suelo, excepto la guitarra, que la apoyó en el armario. Acto seguido se tumbó en la cama arrugando TODA la colcha. Me giré hacia el pasillo y vi como la puerta se cerraba lentamente; “Bienvenidos a mi pesadilla”.

—Wow. Qué cama tan cómoda  —  se incorporó y miró a ambos lados — ¿Y tú cama?

— Esa es mi cama. — aclaré mientras me frotaba la frente.

— ¿Y la mía? — ¡Lo estaba haciendo a propósito!

— Esa también es tu cama — para mi desgracia, claro.

— Vaya, Nath. Qué proposición más indecente, no esperaba que me lo fueses a pedir tan rápido —  se incorporó, sentándose en la cama, y dio unas palmaditas en el colchón para que me sentase. Obviamente no le hice caso.

— ¡Yo no estoy insinuando nada! ¡Puedes dormir en el suelo si te apetece! — le grité, furioso, aunque también estaba algo avergonzado… ¡Maldita sea! ¡Me imaginaba cada cosa que insinuaba! Me acerqué a la mesilla a por mi móvil, dispuesto a marcharme.

— Venga, no te enfades, debería estarlo yo ya que has osado a dejarme tirado en el pasillo. Ven — me agarró con ambos brazos por la cintura y me tiró hacia el colchón. Caí en la cama junto a él, que me abrazaba por la espalda, acercando cada vez mi cuerpo al suyo. Cada vez me sostenía más fuerte, sin dejarme escapar. Situó su rostro en mi cuello, jugueteando con mi oreja con sus dientes.

— Aquí no nos puede interrumpir nadie, podemos hacer lo que queramos — comenzó a susurrarme y no pude evitar ponerme nervioso. Mi pulso se aceleraba y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Si seguíamos así podríamos acabar lo que empezamos aquella noche, pero esta vez nadie podría “salvarme”.

— ¡No intentes cosas raras! — grité mientras luchaba por separarme.

— ¿Cosas raras como qué? — se rió pícaramente y empezó a besarme el cuello, intentando llegar a mi boca, que se escondía tras mi brazo para no caer en su juego. Su mano se introdujo en mi camiseta lentamente. Aquello se sentía bien, pero si lo dejaba continuar…

Aún no sé como lo conseguí, no obstante, me solté y salí de aquella infernal  habitación donde tendría que pasar dos noches con un maniático sexual.

“¿Algún día pasará algo bueno en mi puñetera vida o es que me ha mirado un tuerto?”

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En la recepción el profesor nos indicó el horario de la cena. Ahora teníamos tiempo libre, así que podíamos hacer lo que quisiéramos. Claro que lo que más esperaban mis compañeros era la noche para montar una fiesta y liarla; yo en cambio era lo que más temía. Si mis compañeros armaban mucho escándalo, ya podía yo gritar y golpear la puerta que no me iban a escuchar, y Castiel tendría vía libre para violarme.

Necesitaba un espray anti-violadores, o un insecticida. A fin de cuentas funciona igual.

— ¡Hey Nathaniel! ¿Te vienes a dar una vuelta? — Nacu estaba más animada que de costumbre. Y eso era peligroso.

— Nacu, ¿tú sabías lo de mi habitación? — pregunté con desconfianza.

— ¿Yooo? Nooo… — dijo aquello aguantando la risa, otra vez. “¡Maldita zorra! Ha sido ella” — Que conste, Nathaniel, que no ha sido cosa mía (esta vez no al menos)  — esperen…. Si no había sido ella, entonces….

— Oye ¿nos vamos ya? Tengo hambre. — Sunset acababa de llegar, seguida por Lysandro. Parecía que llevaba una semana sin comer, medio arrastrándose y sin fuerzas. — ¿Y Castiel?

— ¿Castiel? No, ni hablar. Yo mejor me voy — y una mierda iba a quedarme yo con ese más tiempo. Debí haberme imaginado que habían quedado con él.

— No seas desagradable. Además está “prohibido” irse solo, señorito delegado, y los demás ya se han ido. —  No pude evitar gritar cuando escuché a Castiel a mi espalda.

— ¿Y tú de dónde sales? ¿Por qué siempre apareces de repente? — Le grité mientras me alejaba lentamente hasta ponerme cerca de los demás. Me quedé examinándolo un rato, ¿por qué llevaba su guitarra?

— Eres tú el que se pone histérico cuando aparezco. ¿Has escuchado a alguien más gritar? — afirmó acercándose a mí pesa a mis intentos de que se alejase.

— ¡Yo! ¡Hola Cast! — Gritó Sunset , sacándonos de nuestra discusión

— Hola, Sunset —  contestó él.

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Terminaron arrastrándome con ellos. Al principio no me sentí muy bien pero al final acabe divirtiéndome y todo. (Aunque había momentos en los que se ponían a hacer cosas en mitad de la calle y yo seguía andando como si nos los conociera…)

Fuimos a comer a un McDonald. Me sorprendió ver el apetito que tenían todos, tan solo yo y Lysandro pedimos menús normales. En serio, los otros eran enormes; o como Castiel y Nacu, que habían pedido dos. Pero lo mejor fue verlos comer. Lysandro por poco no pide cubiertos, Nacu empezaba por el postre, Sunset era MUY lenta y Castiel...  Castiel no dejó de mirarme ni un segundo.

Después, nos fuimos a una tienda de música que, según Nacu, estaba cerca. Seguramente lo estuviese, pero con ella llevando el mapa tardamos dos horas en llegar. Se perdió mil veces hasta que le quitamos el mapa. Lo llevaba al revés.

Una vez allí cada uno se fue a su mundo. Yo me quedé algo perdido; no sabía muy bien qué hacer. Al final me fui hacia las baterías y me puse a observarlas. Eran tan bellas. Yo sabía tocarlas pero no me veía en un escenario,  la verdad. Ese no era mi mundo.

De repente un sonido me sacó de mis pensamientos. Castiel estaba tocando su guitarra. Tocaba pequeñas piezas y cambiaba el amplificador. No me di cuenta, pero mientras lo miraba estaba sonriendo. Cuando él se dio cuenta me guiño un ojo y sonrió pícaramente. Mi orgullo hizo que desviase la mirada y le diese la espalda.

Tras eso dimos un paseo y sacamos algunas fotos, hasta que volvimos al hotel. En la cena nos sentamos los cinco juntos y nos pusimos a hablar.

Todo el mundo nos miraba atónitos.

Al principio no supe por qué era, pero después descubrí el porqué. Nadie en su sano juicio hubiese imaginado siquiera que Castiel y yo podíamos compartir mesa, y mucho menos por voluntad propia.

En cambio, ahora, hablábamos y reíamos sin problemas. Nos habíamos vuelto más cercanos. Quizás, demasiado.