Solo espero que ahora que vienen las vacaciones esto no ocurra más... pero no me comprometo a nada D : que después pasa lo que pasa...
Y tambien gracias a todas las que a pesar de todo me seguís leyendo u///u en serio, me he leido todos y cada uno de vuestros mensajes y aunque no ma vaya a poner a contestarlo quiero que sepais que me han encantado y que los aprecio mucho.
Cada vez que veo un comentario nuevo es una alegria, y si ya encima veo a alguien que me ha escrito un montón pienso "Joder, u////u que monada" jajajajaja Me encanta.
En fin chic@s gracias por vuestra paciencia u////u ahí arriba os dejo a nuestro camarero sersi Lys para atenderos ; D Tambien disponibles Nathaniel y Castiel... ¡Habrá más en el futuro! xD

*click para verla grande
Tiene poca censura, pero tiene algo al principio ; D
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Tenía que ser una broma. Aquello no podía estar pasando. Era
como caer al vacío, como ser aplastado por un muro de piedra.
Me quede paralizado, no sabía qué hacer, tan solo podía
sentir mi corazón bombeando histérico en mi pecho. De todas las situaciones en
las que podía ser descubierto esta era, sin lugar a dudas, la peor.
Tenía que reaccionar, ¡y rápido!
- Nathaniel... - Melody hizo una pausa y comenzó a abrir la
puerta - ¿Estás ahí?
"¡NO!" grité aterrado para mismo. Con todas las
fuerzas que me quedaban, empujé la puerta con mi espalda para impedirle entrar.
Al menos, había ganado tiempo.
-¿Nathaniel qué pasa? - con su insistencia habitual intentó
abrirla de nuevo, fue en vano, yo me encargué de evitarlo desde el otro lado.
- No es nada - dije finalmente, mi voz, como era natural,
sonaba nerviosa y apresurada.
Le hice un gesto a Castiel para que se apartase pero fui
completamente ignorado. Aquello me dejó desconcertado, llegué a pensar que
igual no se había dado cuenta de la situación o algo pero no lo consideraba tan
idiota, no, me había escuchado perfectamente, sabía al cien por cien lo que le
había dicho y aun así tan solo soltó una sonrisa casual y continuo haciendo
caso omiso a mis órdenes. ¿En qué coño estaba pensando?
- Melody... - comencé, e inmediatamente me quedé sin
palabras, mi labio inferior temblaba
aterrado. Tenía que pensar en alguna excusa cuanto antes o estaría
perdido. - se han vuelto a caer los papeles de la estantería y... - "¿Y
qué Nathaniel?" pensé, en serio, yo era gilipollas. Así solo iba a
conseguir que quisiese ayudar - Esto... está todo lleno de papeles y no quiero
pisarlos.
Si hubiese un premio a la peor excusa del año, la hubiese ganado
sin problemas. Que se lo creyese sería aun más milagroso.
Estaba empezando a desesperarme, mi pelirrojo seguía sin
detenerse. Sus manos se deslizaban por mi piel libremente librándose por
completo de mi ropa interior mientras yo, incapaz de resistirme me retorcía
bajo su tacto.
Si la escena ya antes era comprometida, ahora ya era
imaginable. Apenas podía contener mi
voz, traté de morderme el labio pero si continuaba mucho más, no podría
retenerla, acabaría delatándonos yo mismo.
No podía soportarlo más, sus manos agarraban mi miembro con
más firmeza, aprisionándolo. Mi garganta se ahogaba en el éxtasis como una
columna de fuego que intentaba subir a través de esta.
-Bueno, volveré luego… supongo -. Respondió Melody aún
dudosa, perfecto, me iba a tocar dar explicaciones luego. ¡Joder! ¿Y por qué
tenía yo que darle explicaciones? Me estaba empezando a cansar de que se
metiese tanto en mi vida. Que tía más pesada.
- Vale – dije apresuradamente casi al mismo tiempo que
llevaba mis manos a mi boca. Y en aquel dichoso momento acabó todo.
Arqueé mi espalda contra la puerta, toda aquella llamarada
de fuego recorrió mi cuerpo entero y desapareció por completo. Me deje caer con
los ojos entrecerrados, me sentía como si toda la energía se hubiese esfumado
en el aire. Respiré hondo un par de veces para reponerme o al menos,
aparentarlo.
Pero ahora, llegaba la explosión.
Cuando aclaré mi mente mi neurosis habitual volvió
ilustrando todas las cosas que podían haber llegado a pasar si la dichosa
puerta se hubiese abierto. Millones de escenas asaltaban mi cabeza como una
avalancha en mitad de una montaña nevada. Sentía como mi cuerpo temblaba
ligeramente apabullado pero ahora, por un motivo completamente distinto.
Cerré mis puños con fuerza conteniendo las ganas de acabar
en su cara. ¿¡En qué coño estaba pensando!? ¿¡En hacerse el chulo por estar
follando en el instituto!? ¡Claro! ¿¡Porqué no!?
La próxima vez en la sala de profesores, con la puerta
abierta y los altavoces conectados. O contra las taquillas, ya que estábamos.
A mí me iba a dar algo y lo peor es que lo veía capaz. Pero,
primero, no pensaba seguirle el juego y segundo, se iba a enterar.
Hacía tanto tiempo que no me enfadaba con Castiel que casi
había olvidado lo que se sentía. Y no,
no me gustaba la sensación, pero la culpa era suya.
Con la poca dignidad que me quedaba, si es que podía quedar
algo tras este tipo de situaciones, recogí mis pantalones y ropa interior del
suelo y me abroché la camisa. La corbata
había vuelto a perderla, para variar.
Mi pelirrojo no dejaba de sonreír, por lo que parece ese
tipo de situaciones le ponían de buen humor. O eso o era fastidiarme lo que le
entretenía, que no sé que es peor. Pero esta vez se había pasado, esas ganas de
romperle el labio que tantas veces había sentido antes, volvieron como una
inmensa catarata de ira que impactó de lleno contra mí.
-¿Alguna vez tienes en cuenta las consecuencias de lo que
haces? – lo miré a los ojos directamente, no le observaba serio ni enfadado,
tan solo lo miraba, sin emotividad ninguna, como si la vida se hubiese escapado
de mi rostro. Me podía ver perfectamente reflejado en sus pupilas, él estaba
perplejo. Seguro que esperaba que le gritase o algo.
-¿Alguna vez – proseguí – las tienes en cuenta para los
demás? ¿Para mí? – aquellas últimas palabras se atoraron en mi garganta
convirtiéndose en un leve susurro amargo.
El rostro de Castiel estaba desencajado, lo había dejado sin
palabras. Apenas se movió ni un centímetro, como una estatua griega, quieto sin
cambiar la expresión. Como si no hubiese sido capaz de asimilar el mensaje.
¿Cómo se suponía que debía tomarme su silencio?
Me sentía extraño, decepcionado, no estaba seguro. Lo único
que tenía claro era lo mucho que ansiaba perderlo de vista.
Quizás estaba siendo exagerado, no obstante, que no dijese
nada ni siquiera una protesta fue lo que más me impactó.
Como era lógico, o al menos yo lo veía así, mi cabeza volvió
a ser asaltada con millones de incógnitas inconclusas, cientos de
posibilidades. Llegué al punto de pensar que había puesto demasiadas esperanzas
en mi relación con el pelirrojo.
En serio, ¿Castiel y yo? Da igual por donde lo mirase, parecía
algo completamente imposible.
Me tuve que morder el labio para que una batida de palabras
sin sentido escapase de mi garganta y terminasen de estropear las cosas. Tan
solo le dije “Adiós Castiel” y desaparecía por la puerta a toda velocidad
dejándolo aun con la mirada perdida.
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Después del examen de inglés al cual casi llego tarde por
haber tenido que para en el baño por culpa de cierto señorito que había dejado
mi ropa de aquella manera, me pareció adecuado ir a descansar. Seguramente más
de uno me miraría con desprecio por lo que voy a decir, pero tranquilidad para
mí era ni más ni menos, irme a una sala de estudios. Más que nada porque era de
esos sitios en la biblioteca que Castiel no sabía ni que existían.
Nada más llegar la “agradable” bibliotecaria, y esto lo digo
con sarcasmo, me dijo con esa sonrisa
suya de hiena estreñida que la próxima vez reservase sala. Era la
primera vez en mi vida que las veía todas ocupadas.
Devolviéndole la sonrisa le di la espalda y me fui en busca
de una sala abandonada. Con suerte algún irresponsable había reservado alguna y
se le había olvidado ir. Por intentarlo no perdía nada.
Tuve suerte, a medias.
Nada más subir las escaleras y girar a la derecha para
acceder al pasillo de las aulas, una puerta impactó en mi cara a toda velocidad
haciéndome caer de culo y con la nariz no rota pero casi.
-¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! - una especie de ser azul gritaba y me
zarandeaba muy agitado. En realidad el golpe no fue para tanto pero con los
zarandeos de después acabaron de rematarme - ¡Lo siento! Pensaba que eras mi
hermano, ¿estás bien?
Aquella mancha empezó a tomar forma, sus intensos ojos rosas
me observaban impacientes a que reaccionase. Era uno de los gemelos que acababa
de ingresar en el instituto. Si no me equivocaba este era Alexy.
Cuando empecé a incorporarme dejó de moverme de un lado para
otro y se dibujó una enorme sonrisa en su rostro. Estaba sentado frente a mí
balanceándose levemente de un lado para
otro expectante.
Este chico era de esos que, hiciese lo que hiciese, nunca se
estaba quieto.
-Siento el portazo – dijo mientras se reía, como disculpa no
parecía muy convincente.
- No pasa nada, yo también iba distraído – en realidad me
estaba cagando en todos sus muertos pero no quería resultar borde – Estaba
buscando un aula libre para estudiar pero me parece que la suerte no me sonríe.
Me reí un poco ante mi “natural” mentira. ¿Desde cuándo se
me daba tan bien? Sacudí la cabeza para intentar despejarme y me puse en pie.
Prefería decirle eso a “No, es que acabo de masturbarme con
mi noviO en la sala de delegados y una compañera ha estado a punto de pillarnos
¡Ah! Y encima nos hemos peleado”.
Definitivamente eso no iba a salir de mis labios.
Pero para mi sorpresa Alexy me miraba fijamente desde el
suelo, su sonrisa había desaparecido. Ahora sus ojos me estudiaban como si lo
supiese todo, como si pudiesen destapar cualquier mentira. De repente, una leve
sonrisa se dibujo en su rostro.
Aquel chico me resultaba extraño, tenía algo que no me
dejaba tranquilo. Lo que no sabía decir era si se trataba de algo bueno o malo.
En cualquier caso me parecía peligroso, como si pudiese conseguir todo lo que
se proponía.
De un brinco se puso en pie y me agarró por los hombros.
-Puedes quedarte si quieres, estoy solo – con un gesto me
invitó a entrar, en realidad me empujó dentro. Tampoco es que tuviese más
opciones, solo tenía que quedarme con la boquita cerrada y todo estaría bien.
O eso pensaba yo, ni cinco minutos aguantó callado. Atosigándome
a preguntas nos acercábamos poco a poco a un terreno peligroso. Por mucho que
intentase volver a los libros era imposible, se las había ingeniado para
descubrir que tenía problemas de “pareja” y de ahí a lo siguiente le faltaba
poco.
-¿Una chica difícil? – me preguntó con picardía, sabía
perfectamente a donde quería llegar, pero yo no estaba dispuesto a contarle
más. Así pues, guardé silencio. Craso error. - ¿Un chico quizás?
No sé de cuantos colores se tuvo que poner mi cara pero
desde un pánico inicial hasta un bochorno sofocante se podría decir que pasé
por todos los estados.
Me acababa de delatar yo solito. “Bien Nathaniel, eres un
genio”.
-No te preocupes – dijo con una amplia sonrisa, realmente quería
creer en él, necesitaba hablar de ello y no tenía a nadie, nunca había tenido a
nadie. – puedes confiar en mí, yo soy gay.
Y aquello fue el golpe final. La palabra “gay” resonaba en
mi cabeza como un balón n un partido de baloncesto. Una ráfaga fría me recorrió
la espalda descomponiéndome poco a poco.
-Entonces eres gay, que bien… - no le dejé ni terminar la
frase, aquella afirmación no la podía aceptar tan fácilmente.
-¡NO! – interrumpí con ímpetu.
-Pero tienes novio – me recordó con una mirada sugerente.
Vale, tenía novio, pero eso no significaba nada… ¿no?
- Si – respondí, y su rostro se volvió aun mas sospechoso. –
Supongo que el termino adecuado sería bisexual, él ha tenido novias… - casi
tartamudeando conseguí decir aquellas palabras pero por desgracias carentes de convicción
alguna.
-¿Y tú? – me preguntó sin dejarme acabar. Me quedé atónito,
no sabía que responder, ni siquiera que pensar. Me había pillado. - ¿Alguna vez
has sentido algo por una chica?
¿Pero qué problema tenía este chico con mi sexualidad?
¿Estaba creando un ejército homosexual o qué?
Me estaba poniendo nervioso, unas gotas de sudor frio
resbalaron por mi frente mostrando mi intranquilidad. Además había formulado la
pregunta sin margen de error, no podía haber dicho que si había tenido novia o
algo así, no. Se fue directamente al núcleo del problema.
-Eso no significa nada – respondí, y una vez más cavé mi propia
tumba. El me seguía observando cuidadosamente con una ceja arqueada y con una
sonrisa complaciente en el rostro.
Yo era imbécil, me lo había sonsacado todo.
-¿Sabes? El otro día estuve en una tienda de ropa por aquí
cerca y no pude evitar fijarme en el dependiente – no entendí muy bien porque
había cambiado de tema tan de repente pero se lo agradecí. – era una monada, su
pelo era tan negro como una noche sin luna al igual que sus ojos. Su rostro era
fino y elegante como si se tratase de un muñeco. Pero no solo eso, su forma de
andar, de comportarse, era una hermosa sombra que te envolvía. Y su ropa ¡Su
ropa era increíble! Parecía sacada de los poemas de lord Byron. – narraba
aquello como si se tratase de un sueño inalcanzable, de una utopía. Sentí algo
de lástima por él, por la descripción me imaginé quien podía ser y las
posibilidades eran bien escasas. Tan solo lo había visto con su hermano y con
Rosalya, una compañera nuestra del instituto. Siempre pensé que tenían algo, pero
Castiel nunca me lo había confirmado.
- ¿Lo conoces? – preguntó alegremente dejando a un lado
tanta nostalgia.
- Creo que estás hablando de Leigh, es el hermano mayor de
Lysandro – en realidad no podía ser otro, una ropa tan peculiar solo podía ser
de estos dos o bien de Nacu.
- ¿Lysandro? ¿El chico del conjunto victoriano? – “Y del
pelo blanco y los ojos bicolores, si” pensé mientras asentía sorprendido por su
repentino entusiasmo.
- ¡Menos mal! Cuando estuve allí me dio la impresión de que
era su novio y me había desilusionado, ¡pero ahora tengo vía libre! – “si fuese
gay” pensé, pero preferí no arrebatarle su momento de gloria.
Siguió delirando un rato sobre lo maravilloso que era Leigh
y lo mucho que le había gustado “bla, bla, bla”. Por favor, este chico no se
callaba nunca. Al menos conseguí desconectar un poco y lo mejor, es que
conseguí que dejarse de meterse en mi vida.
Pero mi tranquilidad no duró ni quince minutos. Will, a
quien apenas conocía ni sabía que seguía en Francia, entró por la puerta
quedándose extrañado al vernos. Al parecer Alexy se había metido en la primera
sala que había visto vacía sin pedir cita ni nada.
Yo ya no podía sorprenderme más.
Afortunadamente Will nos dejó seguir allí, o eso o no sabía decirnos que nos fuéramos a tomar
por culo. Su nivel de francés era bastante bajo y con Sunset como profesora
solo habría aprendido a decir guarradas. Por supuesto, yo tampoco sabía
castellano por lo que no podía comunicarme con él.
“Ahora te voy a demostrar que eres gay” me susurró Alexy
justo después de venir corriendo a sentarse a mi lado. En serio, ¿Qué problema
tenia este chico con mi sexualidad? Miedo me daba lo que podía estar planeando,
para colmo con el novio de Sunset. Una sola tontería y esa tía era capaz de
degollarnos.
“No me digas que no te parece atractivo” comenzó a decirme
al oído, “fíjate en sus ojos, en sus labios” Alexy lo miraba con descaro, sin
perder un solo detalle, “Y su cuello, sus hombros, ¿qué tal… sin camisa?”
Tosí un par de veces abrumado, sin querer yo también acabé
mirándolo pero yo, no podía dejar de pensar en Castiel. Recordaba lo mucho que
me gustaba su pelo, agarrarme a él, sus labios rozando mi piel, besándola, su
torso desnudo contra el mío y siempre su sonrisa, su enigmática y pícara
sonrisa.
-¿¡Qué!? – el grito de Will me sacaron por completo de mi
fantasía, no me quiero ni imaginar la cara que estaba poniendo mientras lo
miraba, lo que estaba claro es que había conseguido ponerlo nervioso. En
realidad me daba pena, seguramente estaría mordiéndose la lengua porque quería
decirnos mil cosas pero no podía sin que no lo entendiésemos.
-Nada, nada, perdona – le respondió Alexy salvándome del
apuro. Aunque creo que Will entendió mejor el gesto con las manos que hacia el
peliazul que lo que había dicho - ¿Ves?
Ahora sí que no puedes negarlo – me susurró demostrándome (muy a mi
pesar) lo que había estado negar durante mucho tiempo.
A ver, no me malinterpretéis. No es que pensase que
estuviese mal ni mucho menos, me daba igual. Solo es que cuando es a uno al que
le pasa no es lo mismo. Yo me había criado en un ambiente MUY tradicional y
retrogrado por lo que os podéis hacer una idea de cómo podría reaccionar mi
padre. Me temblaba todo el cuerpo solo de pensarlo.
Sacudí la cabeza un par de veces para airearme. Bajo ningún
concepto podía permitir que mi padre se enterase. No mientras lo tuviese cerca.
Y sería una tontería, pero ver como Alexy me sonreía
cálidamente mientras apoyaba su mano en mi hombro hizo que me sintiese más
tranquilo. Porque aparte de Nacu y
“Sunset” (os podéis hacer una idea de porque la pongo entre comillas) no tenía
a nadie más con quien pudiese hablar, y mucho menos de esto. Fue un simple
gesto pero significó mucho para mí.
Pero la fiesta no se acabó aquí. Adivinad quien llegó ahora.
Ni más ni menos que el señorito Lysandro, completamente
desorientado y sin saber a dónde ir, para variar.
Nada más entrar el albino nos dijo que pensaba que aquella
era su sala pero que no podía asegurarlo porque ¡sorpresa! Había perdido el
papel de la reserva.
Lo que no sabía es que Lysandro sabía hablar español y pudo
entenderse con Will, al final resultó que este también se había equivocado y
estábamos todos de ocupas en una sala que ni siquiera estábamos seguros de si
era de alguno de nosotros. Algún día aparecería el dueño…
Durante un buen rato el ambiente permaneció en silencio,
nadie se atrevía a abrir la boca. El novio de Sunset estaba sentado en el mismo
lado que yo pero todo lo lejos que pudo. A su otro lado, también lejos, estaba
lysandro, estaba claro que al que quería más lejos era a Alexy.
Pero la tensión estaba con los otros dos. Mi amigo peliazul
en uno de sus intentos por romper el hielo se chocó de lleno contra el iceberg.
Con todo el descaro del mundo le soltó a Lysandro que le gustaba Leigh y empezó
a hacerle preguntas de este. Imaginaos la cara del albino. He de admitir que me
esperaba otra reacción, pero por lo que se ve el cantante tiene un fuerte
complejo de hermano. Su pasividad habitual se convirtió en un aura amenazante
que nos dejó a todos atónitos, no dijo ni una palabra, ni un gesto, sus ojos
hablaban por si solos. Cuando consiguió que Alexy cerrase el pico volvió a
sumergirse en sus libros y el resto pudimos dar por salvadas nuestras vidas.
Nota mental; no enfadar nunca a Lysandro.
Lo peor es que en consecuencia, tuve a Alexy poniéndome
ojitos de cachorro y golpeándose la cabeza con el libro por haber hablado de
más. Y como yo soy imbécil y me dio pena, me incliné hacia él para animarlo con
la mala suerte de que aquel basto anillo que me regaló Castiel por San Valentín
se dejó entrever por los huecos que formaban los botones de mi camisa.
Los ojos de Alexy se iluminaron como los de un gato en mitad
de la noche, sus labios formaron una de las sonrisas más peligrosas que había
visto jamás y en menos de un segundo se abalanzó sobre mí de un salto y
empezó a quitarme la camisa.
Todo ocurrió demasiado deprisa, en mi intento de huida acabé
sobre Will en el suelo, intenté quitarme y él intentó quitarme pero la
persistencia de Alexy solo empeoraba la situación. Entretanto Lysandro acudió a nuestra ayuda pero no me preguntéis
como diantres ocurrió pero uno de los botones de la chaqueta del albino se
enganchó con la chaqueta de Alexy y al final acabamos todos en el suelo. Will
luchando desesperadamente por salir de debajo de todos nosotros, el peliazul
luchando contra mí y Lysandro liado con el dichoso botón.
Hoy parecía el día de la situaciones comprometidas y lo peor
de todo, descubiertas.
En medio de todo el jaleo la puerta volvió a abrirse una vez
más y aparecieron las dos tías mas mal pensadas de todo el jodido instituto;
Nacu y Sunset.
Ambas se quedaron quietas en el marco de la puerta
mirándonos con un tic en el ojo hasta que la pelirroja sacudió la cabeza y
volvió a cerrar la puerta dejándonos solos de nuevo.
Nada mas hizo aquello Will empezó a llamarla a gritos
bastante enfadado. Antes de que nos diésemos cuenta ya volvía su novia a estar
dentro de la sala y sacándolo mientras a los demás nos arrojaba con desprecio
como si fuésemos basura. Nacu seguía en el marco de la puerta con una mano
tapando su nariz y la otra apuntando cosas en el otro brazo con un boli.
-“¡NO! ¡Will tú no! Ven vamos al baño, voy a mostrarte que
aún te gustan las mujeres” – le dijo mientras empezaba a quitarle la ropa, por
supuesto Sunset le hablaba a Will en castellano y al principio no me enteré de
nada pero Lysandro se ofreció amablemente a hacer de interprete porque a Nacu,
básicamente, no le daba la gana.
-“¡VALE!” – respondió su novio impetuosamente, su humor
había dado un giro de 180 grados.
Pero Sunset se limitó a sonreírle coger los libros, le puso
de nuevo la ropa derecha y le dijo “Si ya estás bien, vamos a estudiar”.
No sabría decir cuál fue la cara de Will, creo que era una
mezcla de desilusión, frustración y furia. Pero se tuvo que resignar y acabó
sentado junto a su novia con el ceño fruncido.
Bueno y antes que nada os aclararé que la sala la tenía
reservada Nacu, había llegado tarde porque se había perdido y tuvo que pedirle
a su amiga que la acompañase.
Pero a ellas no les importó que estuviésemos allí, sobre
todo a la morena que parecía haber tenido un buen espectáculo. Cuando pasó
media hora o incluso menos, el peliazul y Nacu se habían hechos super amigo, lo
que le faltaba a esta, un amigo gay hiperactivo. Lo peor es que Alexy es un
bocazas y se lo había contado TODO. Ya podía ir despidiéndome de mi vida.
En mitad de su coloquio sobre MI persona, escuchamos de
fondo a Sunset hablar con Will.
-¿Qué? – preguntó su novio ante la constante mirada de la
pelirroja que no lo perdía de vista.
-Qué guapo estás hoy – le respondió con una sonrisa inocente
que a mí me puso el pelo de gallina.
-Tú te lo has buscado - Y ahora llegó lo mejor, tras tragar
saliva un par de veces, Will se puso en pie y cogió a su novia como un saco de
patatas y se dirigió a la puerta con
decisión. Todos nos quedamos en silencio mirando la escena.
Curiosamente fue la melodía de mi móvil la que nos devolvió
a la realidad. Era un mensaje.
“Nath tenemos que hablar. ¿Quedamos esta tarde a las siete?
Castiel”
-Eso significa que vamos de compras, ¿no? – preguntó Alexy
detrás mía emocionado.
-Claro, a ver si me ayudas y conseguimos quitarle este
conjunto de viejo que es horroroso ¡Yo le aguato los brazos y tú las piernas! –
respondió Nacu eufórica desde mi espalda.
Cuando me quise dar cuenta los dos estaban inclinados sobre
mí leyendo el mensaje. Estaba muerto. Una tarde con estos dos no podía ser
soportable. Me dejé caer en la mesa con la cabeza apoyada en mis manos
intentando ignorar a las dos arpías que tenía detrás de mí gritando y diciendo
sandeces.
Sin oponer resistencia, pues no tenía sentido contra estos
dos, fui arrastrado hacia la puerta como si fuese un gato al que intentan sacar
de paseo con una correa. Y solo antes de salir nos dimos cuenta de que Lysandro
había desaparecido. Se habría ido mientras yo estaba firmando mi condena. Aún así me pareció extraño pero Nacu dijo
algo como;
-No te vas a escaquear, ya hablaré yo con Lys luego. Ahora
un cambio de look – y dicho esto nos fuimos los tres a la tienda de ropa de
Leigh. Lo cual me daba un mal presentimiento.