¡No he muerto! ¡NOOO! >= D He vuelto con este nuevo cap muyyyy largo >o< *-*
Siento haberme demoraro por aquí pero aún tenia que terminar la escena >o< así que.... ¡¡YA ESTA LA ESCENA SIN CENSURA!! */////////*
Siento haberme demoraro por aquí pero aún tenia que terminar la escena >o< así que.... ¡¡YA ESTA LA ESCENA SIN CENSURA!! */////////*
P.D.: Seguramente el próxima cap será un cambio en cuanto a parejas quiero decir ; D a ver si vemos ya la historia de Lysandro ¬////¬ no?
IMP; debo decir que todas las ocurrencias y locuras de este cap son ideas de Sunset, en cierto modo el cap esta dedicado a ella... Esto para ti Sunset; I miss you U////U(Es que ya no la tengo en clase vale! ;___; jo..)
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Capítulo 14
-¡Sal de aquí! – grité, histérico
y sonrojado – Te lo digo en serio, ni se te ocurra…
-¿Que más te da? – Castiel se
acercaba a mí lentamente, caminaba despreocupado como si aquello
fuese los más normal del mundo – Ya te he visto desnudo.
- Sí, pero no con luz. Así que...
¡Fuera! – cerré la mampara de cristal de la ducha con toda mis
fuerzas, intentando evitar que entrase. En realidad, incluso así
podía verme perfectamente. Claro que no era ese el motivo de mi
vergüenza, sino el estar junto a él en un espacio tan pequeño
(bueno, el señorito tenía una señora ducha…). Desnudos…
Mojados… “Mierda…”
Desafortunadamente, con jabón en las
manos es realmente difícil hacer fuerza en nada, y por culpa de mis
resbaladizos dedos, acabó entrando. Me alejé de él todo lo que
pude y traté de ignorarlo. De no mirarlo, vamos.
…
Joder, era tan difícil.
No, en serio, creo que cualquier
persona, por muy recatada que fuera, no podría evitar mirarlo. Él,
por supuesto, con el escaso pudor que tenía no dejaba de mirarme
fijamente… Y no siempre a la cara.
-Ven – me agarró repentinamente por
la cintura, pegando mi cuerpo al suyo, llenos de espuma - ¿Quieres
que te enjabone?
-No, gracias. Tus métodos me resultan
demasiados sospechosos. – por eso no quería que entrase, que se
acercara… Porque no podría evitar desearlo de nuevo.
-¿No me dejas? Sabes, me apuesto lo
que sea a que ahora mismo el que tiene más cosas salidas en la
cabeza eres tú (se te ve en la cara) – sus ojos me desafiaban con
malicia. Cuánta razón tenía y que poca intención tenía yo de
reconocerlo.
-No soy como tú – respondí
ocultando el rostro.
-No, tienes razón. Eres peor. Siempre
lo has sido.
Lo que más odiaba de Castiel era que
siempre tenía razón, era como una puñalada a mi hipócrita
orgullo.
– Venga, no me digas que no sientes
nada estando los dos aquí… Solos… Desnudos...
-No – eso era difícil de creer hasta
para mí.
-Mentira, hace unos segundos me estabas
mirando la polla.
“La madre que lo pa…”
¿¡Pero cómo podía soltarme eso de
repente!? Vale, a ver; es cierto que había pensado cosas… Muchas…
Contra la mampara…
“¡AH! JODER!”
Mierda, yo antes no era así…
-¡¡Castiel!!- grité alterado - ¡Eso
es mentira!
Bueno, no. Pero joder, qué burro era.
Desvié la mirada abochornado,
enfadado, furioso. Tenía mil cosas en la cabeza y todas terminaban
en meterle un jabón por la boca al zopenco pelirrojo. Mientras, el
señorito se descojonaba a gusto apoyado en la mampara. Al menos ya
me había soltado.
Ignorando su estrepitosa risa, cogí el
primer jabón que tuve más a mano y comencé a enjabonarme. Aun
seguía sintiendo vergüenza, pero mi irritación era mayor sin lugar
a dudas.
Ensimismado, observé con detalle el
baño en tonos blancos y negros en el que me encontraba. Si dijese
que era tan grande como mi habitación hubiese sido quedarme corto.
“Al lado”, y digo esto porque hasta
el lugar había un tramo, se encontraba el retrete oculto tras un
elegante biombo moderno el cual, seguro, tuvo que ponerlo en su día
la madre de Castiel o su padre. Frente a la ducha estaba el lavabo.
Enorme. Sublime. Desproporcionado.
La cantidad de potingues y cremas que
albergaba era increíble. Al principio pensé que, nuevamente, serían
de su madre; pero al fijarme con más detalle descubrí que se
trataban de miles de productos para cabellos teñidos. En concreto,
para los tintes rojos.
No pude evitar soltar una risita cruel.
¿Castiel con potingues? Esto sí que era una noticia.
-Cuidado- los brazos de Castiel
volvieron a envolverme, pero esta vez desde la espalda. Apoyó su
rostro en mi cuello y acercó sus labios a mi oído lentamente - No
te vayas a atragantar con tanto jabón. – sus manos descendieron
lentamente por mis brazos, acariciando mi resbaladiza piel. Sin
encontrar resistencia, me arrebató el bote de las manos y lo
devolvieron a la repisa con el resto de los geles.
- Como te vas a quedar aquí a vivir
podremos hacer esto todos los días – me susurró dulcemente. Pero
aquellas palabras tan hermosas difícilmente podían ser reales. No
todos los deseos podían cumplirse; y este era uno. Su mano se
dirigió ahora hacia mi vientre y descendió de nuevo peligrosamente.
-Castiel… - me revolví inquieto para
soltarme, consiguiendo únicamente que me abrazase con más fuerza.
- Si vas a vivir aquí tendremos que
ahorrar agua – dicho esto, giró el grifo provocando que una gran
cantidad de agua caliente se precipitase sobre nuestros cuerpos
mojándolos por completo.
- ¿Desde cuándo te preocupa el medio
ambiente? – inquirí con tono burlón pero con cierta nostalgia al
mismo tiempo. Aquella escena, aquel instante, aquellos segundos eran
tan maravillosos que ni parecían reales - No me puedo quedar, lo
sabes.
- Sí puedes, pero tienes miedo. –
Una puñalada certera atravesó mi pecho al escuchar tales palabras.
Cuan dolorosa podía ser la verdad en boca ajena, sobre todo si era
en la de alguien amado.
-Puede… - agaché la cabeza humillado
por mi propio miedo. Él tenía razón, solo había una cosa a la que
le tenía miedo; y era la que controlaba mi vida a su antojo.
-”No me tengas miedo, Bella... yo
solo intento protegerte...”- Castiel me buscó con sus labios,
recorrió mi cuello hasta mi rostro, esperando una respuesta de los
míos. Me dejé llevar; mi cuerpo se giró solo y mi boca buscó
inocentemente la suya.
-Si ya – susurré sin separar
demasiado mi rostro del suyo. Mis ojos estaban fijos en los suyos,
observando mi patético reflejo en ellos. Cada vez era más difícil
resistirse a él, más aún cuando yo mismo lo quería- Deja de tomar
yogurts caducados, te están volviendo blando.
-¿Blando? ¿Estás seguro?- Una
maliciosa sonrisa se dibujó en su rostro. No, no era ceder ni
aceptar, sino desear.
---- Censored
Alcé los
brazos lentamente y con ellos envolví su cuello juntando nuestro
cuerpos. En aquel momento, mientras el agua caía sobre nuestra piel,
todo parecía haber desaparecido. Cada vez que estaba con él, cada
vez que mis labios se fundían con los suyos era como si el mundo
hubiese desaparecido, como si solo estuviéramos nosotros en el
Olímpo ignorando el mundo humano.
Pero el cielo
siempre se quedaba corto ¿quién quiere un paraíso sin placeres
terrenales?
Las manos de
Castiel acariciaban mi cuerpo mientras me besaba. En agua se
penetraba furtivamente en nuestras bocas cada vez que separábamos lo
más mínimo los labios.
Nuestros ojos
se miraban desafiantes, hambrientos. Me relamí los labios y una
extraña sonrisa se dibujó en mi rostro. ¿Por que estaba tan
impaciente? Me reí para mis adentros de lo sincero que se podía
llegar a mostrar mi cuerpo.
Sin que se lo
esperase, empujé al pelirrojo contra una de las paredes de la
mampara y mordisqueé su cuello como el me hacía tantas veces. Bajé
mis manos por su torso disfrutando de su piel hasta su entrepierna.
Al principio
intentó agarrar mis manos pero luego pareció pensárselo mejor y me
dejó continuar. Craso error. Estaba decidido a verlo rogar ante mí
aunque no sabía muy bien como.
Deslicé mis
dedos por su entrepierna subiendo y bajando lentamente. La
respiración de Castiel comenzaba a acelerarse, se mordía el labio
inferior pero sus ojos, sus ojos estaban mas desafiantes que nunca.
Eso... me ponía aún más.
Finalmente,
tomé su miembro entre mis manos y empecé a masturbarlo. Por fin mi
pelirrojo comenzó a soltar pequeños gemidos roncos. Me sentí
vencedor, tenía su cuerpo a mi merced... o eso creía yo.
Me quedé
atónito cuando lo vi reaccionar, agarró mis muñecas con fuerza
obligándome a voltearme y empotrando mi cuerpo contra el cristal de
la mampara. Castiel se quedó detrás mio sosteniéndome, acariciando
mi piel con sus ásperas manos. Podía notar perfectamente como su
erección chocaba impaciente contra mi espalda, mis caderas se movían
deliberadamente sin que pudiese hacer nada.
Mi cuerpo
reaccionaba solo, mi voz gemía abiertamente y el agua aprovechaba
para resbalar para humedecer aun más nuestra resbaladiza piel.
El pelirrojo
tomó finalmente mi miembro entre sus manos, sus labios se
ensancharon con mi torturado cuello y cuando pensé que no podía
provocarme más, abrió ligeramente mis piernas con las suyas y su
palpitante erección empezó a introducirse en mí. El agua había
dejado de parecerme caliente, todo parecía frió en aquel momento.
Apoyé mis
manos en la mampara para intentar sostenerme, pero realmente era él
quien sujetaba mi inestable cuerpo.
Me embistió
una y otra vez violentamente mientras yo me retorcía. De repente
levantó mi rostro con una de sus manos obligándolo a mirar al
frente.
-¿Puedes ver
a tu verdadero yo? - me susurró maliciosamente al oído.
A través del
vapor de la ducha, intenté ver lo que se encontraba ante mí.
Mi cuerpo se
paralizó momentáneamente perdiéndose a sí mismo, era yo, mi
reflejo en una gran espejo justamente en frente.
Hasta ese
momento no me di cuenta de cuanto había cambiado mi vida, estaba en
casa de Castiel, en su ducha, fundiendo nuestros cuerpos en uno. Giré
el rostro avergonzado, ¿ese era yo?
Pero víctima
de la curiosidad mis ojos me traicionaban mirando de reojo. Nunca
podré olvidar aquellos ojos grisáceos devorándome a través del
espejo.
----
Me dejé caer
sobre el sofá, agotado. En serio, ese chico… Tenía una reserva de
“energía” excesiva. Dejé que mis ojos divagaran por el salón
sin rumbo concreto.
A un lado estaba
la caseta de Demonio y este estaba durmiendo en ella, con el gatito
acurrucado a su lado. Cualquiera intentaba quitársela, vaya, te
mataba.
Pese a todo, esta
situación no se podría prolongar mucho. Castiel había insistido
mucho en que me quedase en su casa pero, simplemente, no podía. No
haría más que darle problemas y gastos (vale, está forrado, pero
bueno).
Cerré los ojos
sin intención de dormir. Aunque quisiera no podría hacerlo, y si lo
hiciera acabaría teniendo alguna pesadilla o descansando cinco
minutos como mucho.
-¿Agotado, señor
delegado? ¿Soy demasiado “activo” para ti? – un suave
cosquilleo me acarició la frente. Entreabrí los ojos lentamente y
solo pude ver el rojo de su cabello. Parecía como si todo ante mí
se hubiese impregnado en sangre.
- Joder, ya ¿no?
Que duele – Sí, lo admito. Me dolía el culo.
- No pensaba
hacerte nada – no sabía si reírme o llorar.
“Nada”. Sí,
claro…
- ¿Y por qué
tienes tus manos en mi trasero? – Lo empujé con fuerza para que se
apartase pero, como era de esperar, no se movió. Ya me estaba
cansando de tenerlo encima…
- Podemos
meternos mano sin llegar al final – Ambos forcejeamos un poco hasta
que acabó por retener mis manos sobre mi cabeza. - Venga, solo un
poco.
Sus labios se
abalanzaron sobre mí, arrebatándome el aliento. Su legua jugueteaba
traviesa en mi boca; lentamente salió de ella y bajó por mi cuello,
hasta alcanzar mi torso. Sus ardientes dedos rozaban mi helada piel,
haciendo que me derritiese.
Mi entrepierna
comenzaba a palpitar y mis caderas se movían con disimulo.
Castiel sonrió,
victorioso: se iba a salir con la suya. Presionó aun más su cuerpo
contra el mío y comenzó a deshacerse de mi ropa lentamente
mientras, yo, absolutamente absorto por sus caricias, era incapaz de
negarme más a él.
-¡¿Quieres
parar?! – le insté de nuevo a que se apartara, pero esta vez
fueron solo palabras lo que pude expresar. Si la cosa seguía ni yo
podría controlarme; y mi trasero terminaría pagando las
consecuencias.
Un fuerte
estruendo me sacó por completo de la situación, haciendo que me
sobresaltase. Fue entonces cuando una de las escenas más bochornosas
de mi vida tuvo lugar. Yo, con los pantalones medio bajados, la
camiseta subida, Castiel encima completamente y con sus manos en
zonas censurables (por supuesto, la ropa era suya…). En frente, o
más bien desde uno de los laterales del sofá, ya que este quedaba
en línea con la puerta, se encontraban Nacu, Sunset y Lysandro, que
acababan de entrar no sé cómo cojones y se habían quedado helados.
Como yo.
Lo que más me
preocupó fue la reacción de Nacu. Rápidamente le tiró de la manga
a su amiga y le dio señas para que hiciese algo. Sunset puso los
ojos en blanco unos segundos pero, sin que nos diese tiempo a
reaccionar al resto, sacó de su maleta una SEÑORA cámara Reflex y
se aproximó a nosotros, sacándonos fotos.
Me quedé de
piedra.
Después de la
escena más vergonzosa de mi patética vida, nos sentamos todos en el
sofá como si fuese una tarde normal en el que un grupo de amigo
NORMALES (que no lo éramos) estuviese hablando tranquilamente. Claro
que yo solo quería matar a Castiel y ni tan siquiera era capaz de
levantar la mirada del suelo.
-Toma – Sunset
me sacó de mi auto-tortura y me tendió una bolsa de papel, como si
se tratase de un paquete. Cuando descubrí su contenido me encontré
con un mullido cojín entre mis manos.
- Gracias… - me
quedé a cuadros, primero porque Sunset me hubiese regalado nada y
después porque no sé… Un cojín no es lo más normal ni venía a
cuento. -¿Y esto se puede saber por qué es?
-Para que puedas
sentarte en una silla. – ensanchó una diabólica sonrisa y me miró
con malicia. Ya decía yo que era muy raro que me regalase nada. (¡Y
tampoco me dolía tanto! Solo poco…) - Yo quería comprar uno que
tuviera forma de culo, para que tuvieras uno nuevo, pero no había
ninguno aquí y Nacu no me ha dejado pedirlo por internet. – Miró
con recelo a su amiga, que pasaba olímpicamente de ella, demasiado
ocupada revisando las acosadoras fotos que nos habían sacado a
traición.
Espera…
¡¿Cómo coño
sabían que lo habíamos hecho?! ¡¿Y cómo sabían que yo estaba
allí?! Personalmente, no creo que Castiel se lo hubiese contado; lo
último que querría es tener su casa llena de gente y, de habérselo
contado a Lysandro, este tampoco hubiese dicho nada. Empezaba a
preocuparme, y muy en serio, de que siempre se enterasen de todo. Ya
me daban incluso miedo.
-¿¡Se puede
saber cómo coño habéis entrado!? – el pelirrojo dio un golpe en
la mesa, frustrado. Aunque deduje que el que hubiesen entrado de
repente no era su mayor preocupación, sino el hecho de que lo hice
detenerse (como era lógico, él no, él hubiese seguido)
- Tomé prestadas
las llaves de Lysandro – Nacu, la mar de tranquila, sacó de su
bolsillo un manojo de llaves enorme con un llavero de un conejito
blanco, colgando, y lo movió un poco, haciendo que todas las llaves
chocasen entre sí. En ese momento el albino reaccionó,
“sorprendido” y se fijó en su llavero.
- ¿Así que las
tenias tú? – Preguntó, relajado – Creí que las había perdido.
Ambos se rieron
de la escena. Por el contrario, Castiel parecía cada vez más
irritado.
De repente,
Sunset se puso en pie de un golpe y se puso a gritar mientras se
recorría la casa corriendo.
-¿¡¡Dónde
está!!? – repetía una y otra vez.
El pelirrojo se
levantó, ya a paso de perder los nervios, y la agarró del brazo,
obligándola a detenerse. Pero ella era mucho más rápida, en un
segundo se le tiró al cuello y lo dejó paralizado. A mí en cambio
me hervía la sangre.
-Lo siento
,cariño; hoy no eres el Cas al que estoy buscando – le dijo
justamente antes de soltarlo y proseguir su búsqueda. Todos nos
quedamos perplejos; bueno, todos menos Nacu, que lentamente se puso
en pie y se dirigió a la cesta de Demonio.
-Joder...
¡Callate ya, ruidosa! – aún un poco estupefacto, intentó que
nuestra amiga cesase sus ruidosos gritos.
- Si quieres que
me calle ven y hazlo – Sunset le contestó ronroneándole como un
gatito y luego volvió a ignorarlo. Castiel tenía la cara más
desencajada por momentos, no sabía qué hacer ni qué diantres
tenían las dos locas en la cabeza.
-¡Cassie! – si
los alaridos de antes nos habían destruido los tímpanos, este era
digno de destruir ventanas.
Nacu apareció
frente a ella con una pequeña bola de pelo negra en las manos y se
la tendió con cuidado a su amiga, que la miraba con los ojos
brillantes como diamantes. Acto seguido, comenzó a frotar el moflete
del pequeño gatito contra el suyo y a achucharlo mil veces.
Animalito…
-¿Cómo lo has
llamado? No vas a ser tú quien le ponga el nombre, mongola… -
Castiel volvió a sentarse en el sofá junto a mí, apoyando la
cabeza en el respaldo, cansado ya de todo el jaleo.
- No es “lo”
es “la”, ceporro – miré rápidamente a Sunset con la boca
ligeramente abierta. No me había dado cuenta de que era hembra…
Tampoco lo había comprobado, la verdad.
“Cassie”. No
sé por qué, pero el nombre me resultaba gracioso. Una gatita negra
de ojos grisáceos. Me reí un poco cuando pillé el chiste. Desde
luego, todo lo que hacían estas dos era igual.
De alguna forma
curiosa, Sunset y yo nos quedamos sentados en el sofá mientras los
demás preparaban algo de desayunar en la cocina.
El silencio no
era incómodo, era asesino. Con esta chica nunca sabía de qué
hablar; cuando la conocí con Nacu le pregunté (a causa de sus
pintas) si ella también era gótica, y me tiró un montón de flores
a la cara.
Me dio tal
reacción alérgica que tuve que ir al instituto con gafas de sol y
una mascarilla. Después me enteré que su estilo era más punk pero,
claro, yo no entendía demasiado bien la diferencia.
-Eres una mala
persona... Ya tienes un Cas, ¿que más te da dejarme esta? – me
comentó haciendo que abandonase mis amargos recuerdos.
Sunset jugueteaba
cariñosamente con la pequeña gatita, sonriendo sinceramente. Ya me
lo he planteado muchas veces, pero por egoísmo propio nunca le di la
importancia que se merecía.
Ella estaba
enamorada de Castiel. Y yo estaba en medio, siempre lo había estado.
Debe ser realmente duro ver como la persona que te gusta está con
otro.
-¿Tanto te gusta
Castiel? – mis ojos estaban clavados en el suelo, avergonzados,
incapaz de levantar la mirada.
“Yo estaba en
medio…”
-¿Qué? Nah, si
era solo por joder, yo estoy prometida. – clavé mis ojos en ella,
desconcertado. Por un momento creí que había escuchado mal sus
palabras, que eran una mala pasada que me estaban jugando mis oídos.
Pero no fue así.
-¿No lo sabías?
– preguntó Castiel indiferente desde la cocina.
¿¡Cómo se
supone que iba a saber eso!? Y mucho menos después de todo lo que
había pasado. Millones de recuerdos acudieron a mi cabeza y
comenzaron a taladrarme el cerebro con incontables preguntas.
- Entonces, el
beso… - pronuncié casi en susurro.
- Somos muy
liberales – dijo rápidamente. Por supuesto, eso no era una excusa
que a mí me valiese. La miré, esperando una explicación más
elaborada, pero ella no parecía muy por la labor de dármela.
- Tenía algo en
la boca y… Estaba deprimido, mi novio me había dado permiso –
prosiguió mientras sus ojos divagaban por la habitación como si
esperasen encontrar la respuesta perfecta – No se me ocurren más
escusas.
- Le dio permiso
para animarlo... No besarlo... – dijo Nacu desde la cocina, donde
terminaba de hacer los últimos creps que quedaban.
No me lo podía
creer, ¿qué sentido tenía todo aquello? ¿Entonces le gustaba
Castiel? No… ¿No? “¡Ah!” grité para mis adentros, incapaz de
comprenderlo. Aquella chica era superior a mis fuerzas.
Pero si ella ya
tenía a alguien quería decir… Que Castiel era solo mio.
Oh, ¿yo he dicho
eso? Me faltaba el café de la mañana…
---
Nacu volvió con
una enorme bandeja repleta de creps con una pinta deliciosa. A su
lado llegaban Lysandro, quien llevaba el té, algunos refrescos y un
café; y Castiel, quien traía todo tipo de complementos para las
tortitas, ya fuesen dulces o saladas. Aunque el chocolate sobresalía
con diferencia.
-¡Los blanquitos
son míos! – gritó Sunset, poniéndose en posición para comer con
Cassie aún encima. Al final iba a acabar llamándose así…
Vale, os prometo
que esto no fue queriendo. Cuando me fui a servir un crep, sin
querer, cogí uno de los blanquitos y empecé a preparármelo con
algo de jamón y queso. En cuanto Sunset me vio me lo arrebató del
plato y me lanzó el queso y el jamón de vuelta.
-¿Qué? He dicho
que los blanquitos eran míos. Gracias por preparármelo, cada vez me
gustas más. - No supe como mirarla, en serio. Cada vez me
desconcertaba más. - En realidad, físicamente eres una monada,
puedo entender por qué Cas te viola...
Me atraganté con
el café nada más oírla. Castiel, a mi lado casi escupió lo que
tenía en la boca. Tuvo que irse al baño para no ahogarse o echar la
comida por la boca. Nacu y Lysandro, por el contrario, se estaban
descojonando. Sí, Lysandro. A su manera, claro está.
-Gracias…
Supongo – tragué con cuidado y dejé el café en la mesa a riesgo
de más accidentes.
-Pero ahora,
entre tú y yo. Vistes demasiado… ”Puaj”. No “puaj” de
sucio, sino de demasiado limpio. Bah, yo me entiendo. Pero no se lo
digas a Nath. – al oírla no pude evitar sentarme en la otra punta
del sofá lentamente. Me estaba asustando tenerla cerca. - Para la
próxima vez, me gustan más con chocolate.
Sonreí
falsamente y seguí alejándome todo lo que pude. Ella, en cambió,
siguió en su mundo, observando el crep que me había robado. Al
final puso cara de asco y se lo hechó a Lysandro en su plato,
arruinando el maravilloso crep que se estaba preparando con fresas y
nata. Me dio una pena horrorosa, llevaba media hora haciéndose la
puta tortita. Aunque este, en su pasividad habitual, se limitó a
suspirar y a empezar de nuevo.
-Pobrecito.
¿Quieres dejarlo? Va a terminar sin querer acercarse a ti… -
finalmente Nacu intervino, regañando a su amiga justo cuando Castiel
volvía del baño y tuvo que sentarse en el centro.
- Eres gilipollas
– dijo refiriéndose a mí - Te mangonea, te insulta, besa a tu
chico y encima te quita los creps... – No sé que me impactó mas,
que tuviese razón y me dejase atacar o que dijese “tu chico”. El
capullo consiguió que me sonrojase delante de todo el mundo como un
idiota.
- No, en serio,
Sunset; déjalo al pobre. Ya lo hemos asustado demasiado – concluyó
Nacu. Hay que decir que, en gran parte, fue culpa suya; porque tanto
lo de entrar de repente y sacar fotos fueron idea suya, pero bueno…
- Solo acepto si
alguien me prepara las creps con chocolate – respondió Sunset.
Pero nadie movió un dedo. De hecho, nos quedamos mirándola un poco
anonadados, hasta que dejó refunfuñando el plato en la mesa. – Da
igual, se me ha quitado el hambre.
(Esto luego no
fue así, a los cinco minutos volvió a coger el plato; pero bueno…)
---
Cuando terminamos
de desayunar-almorzar( aquella cantidad de comida no fue normal), vi
como Castiel y Lysandro se alejaban un poco para hablar. No pude
escuchar lo que estaban diciendo, pero en un momento el pelirrojo
posó la mano sobre el hombro de su amigo y ambos empezaron a reírse,
como si todo se hubiese solucionado. Me sentí realmente aliviado, el
albino era el único amigo de Castiel y no quería que lo perdiese.
Finalmente llegó
el momento de despedirnos de tan agradable velada sorpresa. Nacu se
despidió desde la distancia y su habitual modo “no me gusta el
contacto humano” pero, Sunset… Sunset tenía que liarla; como
siempre.
Primero se lanzó
sobre Castiel, haciendo que una vez más me hirviese la sangre. Pero,
cuando pensé que ya se iba a ir y podría quedarme tranquilo; se
lanzó sobre mí, agarrándose a mi cuello. Se me puso el pelo de
punta.
Lo bueno fue ver
la cara del pelirrojo. Oh sí, qué agradable era verlo celoso.
Ambas salieron
entre risas, siguiendo a Lysandro, pero cuando estaba a punto de
cerrar la puerta y acabar con todo, Castiel agarró a Sunset del
brazo y la arrastró dentro.
-Suéltala – le
indicó, tajante.
-Cachéame, verás
que no tengo nada – le retó ella poniendo cara de superioridad.
Hasta ese momento
no me había dado cuenta del pequeño bulto que había aparecido en
su chaqueta. Con lo delgada que era, difícil no verlo. Castiel le
miró el pequeño bulto, pero ella reaccionó con picardía - ¿Me
estabas mirando las tetas?
- No puedo, no
tienes. – contestó el pelirrojo. Y así podían seguir todo el
día.
Al final, después
de una oleada de miradas asesinas, la gatita salió del bolsillo de
la chaqueta y trepó hasta ponerse en el hombre de Sunset, que
retrocedió al ver que Castiel iba hacia ella con intención de
quitársela.
Lo detuve antes
de que lo hiciera y le dije que la dejara llevársela. Yo no podía
tenerla, y no podía dejarla en su casa así por las buenas. Además,
Sunset ya tenía una gata. Sabía cómo cuidarlos.
Observé con
tristeza como se marchaban por la puerta, realmente quería
quedármela; pero hay cosas que son imposibles y cuanto más las
ansiaba, peor.
---
Me ahorraré
contar lo que ocurrió el resto del día, porque no creo que merezca
gran explicación. Solo diré que no salimos ni un momento. Que cada
uno piense lo que quiera.
La cosa es que, a
eso de las tres o las cuatro de la mañana, se escuchó un puto
estruendo en toda la casa. Alguien había entrado y dado un portazo
después. Castiel salió corriendo de la habitación, y yo lo seguí
después de ponerme algo rápidamente.
Al salir me
encontré a Nacu acariciando a Demonio y a Sunset intentando
recuperar a Cassie de los brazos de Castiel.
-¡Joder! ¿Sabéis
qué hora es? ¡Devolved la llave de una puta vez! Casi me matáis
del susto. – gritó furioso el pelirrojo mientras me tendía a la
gatita para que la sujetase.
- Es que pensaba
que estaríais haciendo algo… Qué chasco. – Nacu puso cara de
asco y dio una patada al aire, como si quisiera golpear una piedra. –
Hola, Nathaniel. ¿Qué tal la “noche”? – me dijo con una
sonrisa malvada – Hemos venido a devolverla. Digamos que no
congenia bien con Kya.
Yo medio dormido,
y con mi capacidad de razonar un poco atrofiada por la hora, solo fui
capaz de asentir dando un bostezo.
-¡No! – chilló
Sunset a punto de lanzarse sobre mí. Por fortuna, Castiel la agarró
justo a tiempo, porque yo poco iba a reaccionar.
Durante un largo
periodo de tiempo, o al menos eso me pareció a mí, la morena se
quedó observando al pelirrojo de arriba abajo y con razón; solo
llevaba los calzoncillos.
-¿Alguna vez
habéis probado un trío? – preguntó, esfumando por completo las
señales de sueño de mi rostro.
En estos momentos
tengo que estar agradecido a Nacu, que es la que siempre se encarga
de llevársela a rastras. Destrozando varias cosas por el pasillo,
pero se la lleva.
Lo último que
recuerdo de la visita nocturna es escuchar a Sunset gritando desde el
pasillo:
“¡Estoy
abierta a nuevas posibilidades!¡Sois unos carcas!"
Castiel y yo nos
miramos, perplejos. No sabíamos muy bien lo que había ocurrido, tan
solo que volvíamos a tener a la gatita con todo lo que eso
acarreaba.
6 comentarios:
nyaaaa!! *W* gracias por subirlo me ha encantado el cap -muy hot-! necesitaba saber como continuaba! >w< Nath, deberías quedarte en casa de Castiel para siempre u.u kyaaa~!!Ya quiero leer la historia de Lysandro! *--*
Nacu...me ha encantado, de verdad, ha sido un capítulo MARAVILLOSO, sencillamente, genial...y he decidido que el albino y tú protagonista, Nacu, me encantan.
Un beso, sigue así!
Fdo: Esther25
¿por qué le dijo jonathan?
>///////////< Gracias chicas!!! Me alegra ver que seguís por aquí despues de tanto tiempoi en serio *--* Awwwww!! Se que voy lenta pero continuaré!! >u<
Yo con el albino?? hummm xD creo que no jajajajaja (de donde os sacais esa pareja? xDDD)
UPS!! Ostras lo de Jonathan... es una historia graciosa... Mi editora; Riruka usa el open office para correjir mis textos y no se porque diantres el nombre de Nathaniel pasa siempre a Jonathan XDD perdonad, se me pasó ; D ya lo he corregido. Gracias por avisar!!! *-*
Buena me gustó
Diosssss
Realmente lo ADORO!!
Castiel, no dejes que se vaya, achuchalo por toda la eternidad
Me encantan Sunset y Cast XD son la monda
Ojala la historia de Lys sea como esta *¬*
Animo Nacu!! Sigue asi!!
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